En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Maria Camila Osorio: 'Quiero ser un ejemplo para los niños'
Entrevista en BOCAS con la colombiana que se convirtió en la mejor tenista de Latinoamérica.
La tenista Maria Camila Osorio es la portada de la edición 111 de la Revista BOCAS. Foto: Revista BOCAS
Faltaban pocos días para que Camila viajara a competir el US Open —uno de los cuatro torneos más importantes del circuito profesional— en la categoría júnior, cuando una tarde, reunidos luego de almorzar en la casa de los Osorio, Juan Carlos, su papá, decidió montar una ceremonia de premiación.
Fue hasta las escaleras de la casa, tomó una de las tantas copas que Camila había ganado en circuitos nacionales y latinoamericanos y actuó como el maestro de ceremonias de la final del US Open. “Y ahora, la campeona del torneo, la colombiana Camila Osorio”, se aventuró a decir, mientras que Adriana —la mamá de Camila— y Sebastián —su hermano— no entendían qué sucedía. Fue ahí cuando Juan Carlos hizo pasar al podio imaginario a Camila para que practicara las palabras que tendría que decir dos semanas después, porque, según él, estaba claro que iba a ser campeona de ese torneo.
Camila, con su risa inocente y a veces pícara, accedió al juego de su papá y hasta habló en inglés en la sala de su casa, agradeciendo por el título logrado. Esa fue la manera que Juan Carlos halló para motivar a su hija, a quien, desde sus cuatro años, ha impulsado a hacer deporte, que es el lugar en el que encontró un vínculo inquebrantable. El motor que la llevó a convertirse en la raqueta número uno del tenis colombiano.
La cucuteña terminó la temporada en el número 53 del ranking mundial WTA (Women's Tennis Association). Foto:Bestial Sport Media/ William Mora
Camila Osorio nació en una familia de deportistas. Su abuelo Rolando Osorio jugó al fútbol profesional, se destacó en su paso por Millonarios y Cúcuta Deportivo, además de ser mundialista con la Selección Colombia en Chile 62. Su papá también fue futbolista, estuvo en el Quindío y en el Cúcuta, aunque no logró debutar en el profesionalismo. Su mamá, Adriana Serrano, fue una destacada basquetbolista en su ciudad, y su hermano, Juan Sebastián, jugó en Fortaleza Fútbol Club en el 2018 y en el 2019 lo hizo con Alianza Petrolera. Cualquier desapercibido que lea esta historia familiar pensaría que no había otra alternativa para Camila que dedicar su vida al deporte profesional, pero al inicio no fue así.
Su padre asegura que la llevó por primera vez a jugar tenis simplemente porque creía que el deporte era la manera de crearle algunos hábitos de disciplina a su hija. Lejos estaba de imaginarse que su hija, 14 años después de ese primer día en la academia de Edgar Muñoz, iba a ser la tenista más importante de Colombia. Y fue justamente Edgar Muñoz quien también formó y descubrió el talento de Fabiola Zuluaga, la tenista colombiana con más títulos profesionales y la que mejor se ha ubicado en el escalafón mundial de la WTA. “Yo simplemente llevé a Cami a que intentara jugar algún deporte; le dieron una raqueta y le gustó y ahora míreme en las que estamos”, dijo Juan Carlos Osorio —con voz llena de orgullo— minutos antes de que su hija saltara al campo central del Country Club de Bogotá en abril del 2021, donde se convertiría en la tercera colombiana en levantar el trofeo del torneo WTA que más puntos da en la rama femenina en Latinoamérica.
Es una de las tres tenistas colombianas que han ganado un torneo de la WTA y una de las cinco colombianas en la historia en entrar a las 100 mejores del mundo.
Camila Osorio tiene 19 años y, al cierre de esta edición, ya es la raqueta número 63 del escalafón mundial. Su carrera tenística empezó en Cúcuta, donde representó a su ciudad y su departamento en varios torneos regionales y nacionales. Su paso por la liga de tenis, antes de dar el paso al circuito júnior y posteriormente al profesional, está cargado de títulos en todo el país. A los 18 años se convirtió en la tenista colombiana más joven en conseguir un punto para el país en la Fed Cup —el torneo de mujeres que se juega por países—, al mismo tiempo que se convirtió en la segunda jugadora más joven de Colombia en llegar al top100 del circuito profesional de tenis. Además, es una de las tres tenistas colombianas que han ganado un torneo de la WTA y una de las cinco colombianas en la historia en entrar a las 100 mejores del mundo.
En el 2019, se coronó campeona del abierto de Estados Unidos en la categoría júnior, siendo este el primer título que consigue una tenista colombiana en la historia. Unos meses antes de aquel recordado triunfo, debutó en la Copa Colsanitas de Tenis tras recibir una invitación por parte de la organización y ahí consiguió sus primeros puntos WTA frente a tenistas profesionales. Una vez terminado su paso por la categoría júnior, la transición al circuito profesional le tomó más tiempo de lo debido. Tenía programado el 2020 para eso y apareció la pandemia, lo que los llevó a ella y a su familia a trabajar con más dedicación para lograr los objetivos en el inicio de esta nueva etapa como deportista. Para entonces, por decisión de sus padres y consejeros, vinculó como entrenador a Ricardo Sánchez, un español enamorado de Colombia y un especialista en formar tenistas de alta competencia. Sánchez ya había estado al lado de Fabiola Zuluaga en su momento, con la que consiguió levantar 3 trofeos en el torneo de Bogotá, y también entrenó a Jelena Jankovic —ex número 1 del mundo—, además de acompañar los trabajos deportivos de Caroline Wozniacki, Fernando Verdasco, Nicolás Massú, entre otros. Convencido del potencial de Osorio como tenista, este español no solo aceptó el reto, sino que decidió radicarse en Cúcuta con el único objetivo de llevar a Camila a la cima del tenis mundial.
El 2021 empezó para Camila en el Australian Open, donde no alcanzó el cuadro principal tras caer en la tercera ronda de la clasificación. Luego hizo una pequeña gira en Estados Unidos, donde jugó un par de torneos ITF y en marzo llegó al cuadro principal del torneo de Monterrey, pero cayó en la primera ronda. Luego de eso, llegó a Bogotá, donde jugó la Copa Colsanitas de tenis, en la que logró llegar a la final sin ceder un solo set. En el partido final jugó contra Tamara Zidansek —la segunda top 100 a la que le ganaría— y la derrotó en tres sets. Así consiguió su primer título WTA, y en su país. Sumado a la hazaña de conseguir el trofeo, Camila se convirtió en la jugadora más joven en ganar este torneo y en la jugadora con más alto ranking en obtener un título WTA250. Pero su 2021 seguía en franco ascenso. Luego del título en Bogotá, logró hacer semifinales en otros dos torneos 250 (Charleston y Belgrado). Además, se apuntó en la primera ronda de Roland Garros luego de superar la clasificación. Seguido a eso, llegó hasta tercera ronda en la catedral del tenis. En Wimbledon jugó seis partidos —tres de la clasificación— y ganó cinco, lo que le permitió llegar a su ranking actual y acceder directamente al US Open, donde llegó hasta segunda ronda. Previo a eso, obtuvo la clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio, donde cayó en la primera ronda del cuadro principal.
Es la quinta jugadora de Tenis en la historia del país en alcanzar el Top 100 mundial. Foto:Bestial Sport Media/ William Mora
Camila Osorio, por momentos, parece tener dos personalidades. En la cancha, siempre seria, concentrada. Intensa en su juego y consciente de la capacidad que tiene para variar los golpes y así incomodar a sus rivales. Parece seria y dura de carácter cuando de jugar al tenis se trata. Pero por fuera, su sonrisa inocente y su mirada ingenua muestran esa sencilla forma de ver la vida. Siempre, a donde va, está su mamá, quien, como guardiana de su carrera, le prepara sus implementos antes de entrar a la cancha. No habla mucho con ella, apenas unas pocas palabras durante el calentamiento y uno que otro aplauso y aliento durante los partidos. No necesita expresar mucho para demostrarle su apoyo. Su papá, quien también la acompaña en la mayoría de las competencias, siempre está atento a que nunca falte nada. Y en la tribuna, en solitario, apoya y acompaña a su hija.
La carrera de Camila apenas empieza, pero los objetivos pactados para este momento de su calendario ya se cumplieron y con sobrados resultados. Ahora deberá trabajar para mantenerse, encontrar la regularidad tan escasa en el tenis profesional para poder establecerse como una de la mejores del mundo. Osorio parece no tener techo; con apenas 19 años, ya logró lo que solo 3 mujeres en la historia de nuestro país han conseguido: mantenerse en el top 100 del tenis profesional.
¿Qué recuerdos tiene de esas primeras veces en las que su papá la llevaba a jugar tenis?
No tengo muchos recuerdos, la verdad. Me acuerdo, eso sí, que siempre íbamos en familia. Mi mamá grababa todos los entrenamientos y partidos que jugaba. Ellos, mis padres, siempre estaban conmigo cuando iba a jugar tenis.
¿Qué significan sus papás, su hermano, su familia, en esta difícil carrera de ser tenista profesional?
Todo. Ellos son lo más importante en mi vida. Mis papás siempre me han apoyado, han estado pendientes de mí todo el tiempo. Por fortuna, somos muy unidos. Ellos son mi ancla, mi roca y no hay nadie más importante. Solo tengo agradecimiento, porque siempre me han apoyado. ¡Ah!, y porque siempre me consienten porque, eso sí, soy la consentida de la casa [risas].
Su familia está llena de deportistas profesionales. ¿Sintió algún tipo de presión por tener que dedicarse a un deporte de manera profesional?
Para nada. Mis papás lo que querían era que yo hiciera algún deporte, no importaba cuál. Ya después me fue gustando mucho el tenis y ellos siempre estuvieron ahí para apoyar mi sueño de jugar tenis profesional, pero nunca tuve ni sentí la obligación de tener que hacerlo. Lo hice y lo hago por gusto propio.
¿Y en qué momento de su vida se dio cuenta de que se iba a dedicar a jugar al tenis profesional?
Creo que fue como a los 12 años. Ya estaba jugando muchos torneos nacionales, me tocaba viajar y ahí tomamos la decisión de retirarme del colegio y empezar a hacerlo virtual. Ahí me di cuenta de que me iba a dedicar al tenis muy en serio. También tuve un viaje a Estados Unidos que me ratificó.
A partir de ese momento empezó a vivir otras cosas que normalmente no hacen los niños a esa edad: viajes, entrenamientos, estudio en casa. ¿Cómo fue esa etapa para usted?
Soy consciente de que viví algo que los otros niños no, pero no me arrepiento de nada. Creo que tengo una historia de vida muy hermosa y soy muy agradecida por eso. Si bien no tenía esos espacios infantiles, yo estaba viajando por el mundo y jugando tenis, que era lo único que me interesaba y es lo que siempre he querido hacer.
El pasado 24 de octubre, Maria Camila quedó como subcampeona del WTA 250 de Tenerife. Foto:Bestial Sport Media/ William Mora
Volvamos a los primeros días. ¿Cómo fue eso cuando usted sufrió una caída, lloró y su papá le dio una gran lección?
Yo tenía como 7 años y estando en una clase de tenis, me caí y me raspé durísimo. Todos fueron a ayudarme, menos mi papá, que se quedó fuera de la cancha viéndome. Después se me acercó y me dijo que si yo quería jugar bien al tenis, tenía que levantarme, limpiarme y que en la cancha nunca podía llorar, que tenía que demostrar que yo era una guerrera dentro del campo de juego. Que nunca me puedo rendir. Y eso me quedó marcado para siempre.
Pero unos años más tarde, él era quien no quería que usted jugara una final en Medellín. ¿Cómo fue eso?
Yo tenía la final de un nacional. El día anterior, saltando en unas escaleras, me tronché el pie y se me inflamó mucho. Esa noche mi papá se la pasó toda la noche poniéndome hielo. No durmió cuidándome. Ya en la mañana, me dijo que era mejor no jugar, que no pasaba nada. Y yo le dije que no, que estaba bien. En realidad, tenía bastante dolor, pero no me importó, jugué y me gané el torneo. Pero soy consciente de que en eso debo mejorar, en cuidar mi cuerpo cuando hay lesiones, porque por momentos me exijo más de lo que puedo dar.
Hay otra anécdota con su papá y es que una vez le pidió que tirara el agua de un termo al piso y que después la recogiera. ¿Se acuerda de eso?
¡Ufff, claro! Ese día yo había reaccionado muy mal por un punto que perdí. Inmediatamente, después del partido, él no me dijo nada. Ya cuando nos montamos al carro e íbamos camino para la casa, me pidió el favor de que tirara el agua del termo a una caneca, y así lo hice. Después me dijo: “Ahora recoge el agua y vuelve a llenar el termo”. Y le dije que estaba loco. Fue cuando me dijo que ya lo que estaba hecho no podía resolverse. Que tenía que pensar en lo siguiente para poder resolver. Que no me quedara en el problema, sino que avanzara. El famoso punto a punto del tenis. Y esa enseñanza también me quedó clavada: el punto que se jugó es pasado y siempre hay que ir por el siguiente.
En su proceso como tenista juvenil, ¿cuál es el viaje o momento que más recuerda?
Tengo muchos; he pasado por cosas maravillosas y otras no tanto de las que he aprendido. Pero siempre me río de todo lo que he vivido. Me acuerdo mucho de mi primer partido en los Grand Slam de la categoría júnior. Fue en Roland Garros, gané ese partido y celebré el partido como si me hubiera ganado el título.
Usted es la primera colombiana en ganar el US Open Junior. ¿Tiene alguna anécdota en especial de ese torneo?
Hay muchas. Fue una experiencia increíble. Pero lo que más recuerdo es que, una semana antes de viajar, a mi papá le dio por hacer una ceremonia de premiación en la casa y me puso a dar el discurso en inglés y en español. Lo lindo es que así fue, tal cual, como sucedió en el campo central ya cuando había ganado el torneo.
Ahora hablemos de su primer título como profesional. Desde afuera parecía que todo fluía bien. ¿Usted lo sintió así?
La verdad, fue raro. Obviamente yo sentía que estaba jugando bien y que las cosas me estaban saliendo dentro del campo, pero creo que pude haber jugado mucho mejor. Con todo y eso, fue una emoción inmensa lograr ese título y más en Colombia, en el torneo que apoya una de las empresas que me patrocinan. Jugar en Bogotá por la altura no es tan fácil, la pelota vuela muchísimo, pero lo que más destaco de esa semana fue la tranquilidad con la que afronté cada uno de los partidos. Eso sí, de ahí en adelante me cogí más confianza y cada día he ido mejorando mi juego.
Esa semana usted sufrió una lesión muscular. De hecho, terminó jugando vendada. Después jugó un par de torneos más y decidió ir a recuperarse en su casa, pero en medio de eso, llegó la clasificación a los Juegos Olímpicos. ¿Cree que eso afectó un poco su participación en Tokio?
Sí, claro. Yo estaba en Cúcuta recuperándome para otra gira y llegó el llamado a Tokio. Y uno cómo les dice que no a unos Olímpicos, que es el sueño de todo deportista. Quizá sí afectó. Hubo días que me tocó quedarme quieta en la casa recuperándome de la lesión. La verdad, yo quería disfrutar mucho más en Japón y quedarme más tiempo, pero los tiempos de recuperación para entonces fueron muy justos.
Usted es de Cúcuta, se formó en la misma escuela que Fabiola Zuluaga. Además, hoy es la raqueta número uno de Colombia, como lo fue ella. ¿Le molesta que la comparen con ella o que la quieran igualar a lo que hizo ella?
Para nada. Antes es un orgullo que me comparen con ella. Yo solo siento iración por Fabiola. Cuando yo era pequeña, soñaba ser como ella. Quería ganar los torneos que ella había ganado y lograr lo que hizo. Acá voy; me falta mucho, la verdad. Tengo muy buena relación con ella. Hablamos y me ha aconsejado mucho. Pero no me molesta en lo absoluto. Y tampoco me pongo la presión de mejorar lo que ella hizo. Fabiola es Fabiola, Camila es Camila. Suficiente tengo con toda la presión que yo me pongo para poder lograr los objetivos [risas].
Desde el 2020, usted está trabajando con Ricardo Sánchez, que justamente fue entrenador de Fabiola Zuluaga en su momento. ¿Qué les ha aportado Ricardo a su carrera y a su juego?
Ricardo es una persona muy trabajadora. No descansa. Estoy muy agradecida con él porque confió en mí y en el proyecto de mi carrera como profesional. Él estaba en España y decidió irse a vivir a Cúcuta para poder entrenarme. En ese momento, yo era 200 del mundo y pues no era fácil que un entrenador de su categoría creyera en mí, y eso lo tengo muy presente. Siempre ha estado ahí conmigo y mi evolución como tenista es notoria. Me acuerdo mucho de la manera como se emocionó en Bogotá cuando gané el título. Esas son cosas que a uno le dicen mucho de la gente con la que se rodea y trabaja.
Su objetivo para el 2021 era ser Top 100 de la WTA, pero en mayo-junio ya estaba en el puesto 85 del mundo y con un título. ¿En qué cambiaron los objetivos, se los replantearon o cómo manejaron eso con su equipo?
Mi objetivo para este año era llegar a las 100 mejores. Pero sobre todo mi objetivo era y es seguir mejorando. Es seguir encontrando esas fallas en mi juego que yo pueda corregir con el tiempo y lograr la consistencia. Acá no es solo llegar, sino saber mantenerse. Y el objetivo siempre es seguir escalando. Y no por conseguir antes de tiempo un objetivo uno puede relajarse. Ahora veremos cómo termina el año y con eso definir qué será lo que vamos a buscar para la siguiente temporada.
Quiero que en algún momento mi historia y mi carrera sirvan como ejemplo para los niños que quieren dedicarse al deporte y se den cuenta de que sí hay posibilidades de llegar a donde uno se propone.
¿Es cierto que toca ukelele?
Soy una artista frustrada [risas]. La verdad, lo toco cuando estoy en mi casa y tengo ratos libres, pero creo que mejor lo voy a dejar [risas]. Siempre que empiezo a escuchar lo que toco digo: “¡Uy, no!, esto no es lo mío”. Tomé un par de clases hace un tiempo y después empecé a ver tutoriales por YouTube, pero eso requiere de mucha paciencia, así que creo que lo dejaré. Fue divertido mientras duró [risas].
En sus ratos libres, entre las jornadas de entrenamiento, ¿qué hace?, ¿en qué ocupa ese tiempo?
Estoy viendo mucho YouTube [risas]. Me encanta ver partidos de tenis viejos. La verdad, antes veía muchos partidos de hombres, de hace algunos años, pero cada vez más le estoy cogiendo el gusto a ver partidos de mujeres. Puedo pasar horas viendo partidos, finales memorables.
¿Y cuál es una final memorable?
Hay un partido que me encanta. Rafa Nadal contra Fernando Verdasco, en Australian Open, 2009. Un partidazo a 5 sets, apretadísimo. Muy bueno. Impresionante lo que jugaron ese día esos dos.
¿Cómo ha sido su relación con las grandes figuras del tenis ahora que ya está jugando torneos importantes y se las cruza en los camerinos?
La verdad, es muy bonito hacer parte de eso. Cumplir ese sueño es algo que agradezco a Dios todos los días, porque soy muy afortunada por estar haciendo lo que hago. Con ellos la relación es normal. Allá adentro uno se da cuenta de que son personas comunes y corrientes y que, eso sí, trabajan muchísimo para llegar a donde han llegado.
¿Usted siente que ya es un referente del deporte en Colombia?
No lo veo tan así. Lo que sí siento es una alegría enorme por poder hacer lo que quiero y cumplir mis sueños. También quiero que en algún momento mi historia y mi carrera sirvan como ejemplo para los niños que quieren dedicarse al deporte y se den cuenta de que sí hay posibilidades de llegar a donde uno se propone. Hay que hacer sacrificios y trabajar mucho, pero si uno se lo propone, seguro que lo puede cumplir.
¿Cree que hace falta apoyo en Colombia para el deporte?
Sí, siempre hará falta. No lo digo por mí, porque yo por fortuna tengo muchas empresas que me apoyan y creen en mi carrera. Pero claro que debería haber mucho más apoyo al deporte en Colombia. Seguramente, si muchas empresas miraran hacia el deporte, no se quedarían tantos buenos deportistas en el camino. Mi caso es especial porque yo conté con la fortuna de una familia que me apoyaba y que hizo de todo para que yo pudiera jugar tenis. En la mayoría de casos, sus familias no tienen forma de apoyarlos y es ahí donde quedan muchos en el camino. Pero sí, el llamado es a que siempre haya más apoyo al deporte en Colombia.
La edición 111 de la Revista BOCAS empezó a circular el 31 de octubre de 2021. Foto:Revista BOCAS