El encuentro es frecuente e inevitable. No hay supermercado o tienda especializada donde los puntajes y las medallas no estén llamativamente puestas sobre algunas botellas. Y cuando no están presentes, cada vez es más común ver que las personas consulten en una app de vinos para saber cuántas estrellas le da el público a esa etiqueta que llamó su atención.
Es normal que la gente necesite y busque una orientación para decidir su compra. Y estas 'condecoraciones' de terceros sin duda influyen en la decisión, pero...
Ante un mar de botellas, es normal que la gente necesite y busque una orientación para decidir su compra. Y estas 'condecoraciones' de terceros sin duda influyen en la decisión. Y no está mal que así sea, pero también conviene repasar algunos criterios básicos a la hora de comprar con base en puntajes, medallas y estrellas.
Partamos por el hecho de que los puntajes son el sistema internacional más utilizado y aceptado para calificar un vino. A partir de 90 puntos se considera que estamos ante un vino sobresaliente, y de 95 a 100 ya estaríamos hablando de vinos excepcionales. ¿Significa esto que toda botella por debajo de 90 es mala? No, para nada. De hecho, hay vinos muy agradables en la franja por debajo de 90 puntos, vinos para ocasiones de consumo más descomplicadas y que, incluso, le pueden dar más placer que uno de 98 puntos que, por su complejidad –para poner un ejemplo–, le puede resultar más difíciles de entender y disfrutar.
Cuando uno se va por el camino de comprar por los puntos, hay dos cosas que uno debe tener claras: la primera, es quién otorgó esos puntos. Y la segunda, a qué añada o cosecha le dieron ese puntaje.
Pero dicho esto, cuando uno se va por el camino de comprar por los puntos, hay dos cosas que uno debe tener claras: la primera, y más importante, es quién otorgó esos puntos. Y la segunda, a qué añada o cosecha le dieron ese puntaje.
Lo primero, porque tanto en críticos de vinos, guías de vinos y concursos hay niveles y miradas distintas; y lo segundo, porque es común que a un vino se le cuelgue una 'condecoración' sin especificar la añada con la que se ganó ese reconocimiento, lo cual puede hacer que usted, sin saberlo, compre un vino de una cosecha distinta a la que obtuvo la distinción: mercadeo puro y duro.
En el fondo es cuestión de gustos. Alguien puede considerar que 94 puntos
de Decanter, uno de los concursos de vinos más prestigiosos del mundo, es una apuesta fija. Pero otra persona puede opinar que Decanter está demasiado condicionado por los gustos del mercado inglés y puede tener sus reparos. Lo mismo
con los críticos, las guías, las revistas especializadas, los ‘top 100’ del año y los concursos que reparten medallas, algunos de forma ciertamente muy generosa y sospechosa.
Siga a los críticos, guías y concursos que más le interesen. Pero no como un fanático religioso detrás de su gurú, sino para ir descubriendo si
lo que le aconsejan
lo satisface, hace 'clic'
con usted.
¿Dónde está la clave? En informarse de las diferencias en los procesos de selección, sobre los jurados o seleccionadores, sobre los criterios y categorías, sobre su rigor, sus gustos (en el caso de los críticos), etc., y seguir a los que más le interesen. No como un fanático religioso detrás de su gurú, sino para ir descubriendo si lo que le recomiendan lo satisface, hace 'clic' con usted en un porcentaje que amerite seguir teniendo en cuenta esas recomendaciones.
Y con respecto a las estrellas, un auténtico vox populi, vox dei, tomaría el asunto con cierta precaución: que a mucha gente le guste o le desagrade un vino no significa la última palabra sobre una etiqueta, ni garantiza que usted vaya a tener un momento fantástico o espantoso con esa botella.
Vuelve y juega: todo es cuestión de gustos. Y como he dicho varias veces en esta columna: la clave está en que desarrolle su propio gusto, probando, leyendo, investigando. Porque si hace la tarea con juicio, poco a poco se irá volviendo su propio juez de puntajes, medallas y estrellas. ¡Salud!
Víctor Manuel Vargas Silva
Editor de la Edición Domingo de EL TIEMPO
En instagram: @vicvar2
Nota: Esta columna fue publicada el la Edición Domingo de EL TIEMPO el 21 de Noviembre de este año.