Sonaba la voz inconfundible de Compay Segundo cuando llegué a Calle Dragones… sin saber muy bien a dónde llegaba. Me lo habían recomendado como un lugar que debía conocer. Un lugar en el que se comía bien –me dijeron– y se oía buena música.
Me causaba curiosidad el nombre, y salí pronto de la duda: entre la calle Barcelona y la calle Simón Bolívar, muy cerca del capitolio nacional de Cuba y del parque de la Fraternidad, corre la calle Dragones, en el corazón de La Habana.
De ahí viene el nombre de este restaurante –que es mucho más que restaurante–, cuya carta fue creada por el cubano Luis Pous, el mismo artífice de Asia de Cuba. Y, al igual que la cocina de esta cadena, en la de Calle Dragones priman los platos que combinan ingredientes y técnicas de Asia y del Caribe.
Quizás baste un ejemplo, que a la vez es una recomendación para quienes se animen a visitar este lugar que abrió sus puertas hace poco más de un mes: el lechón Pekín, claramente inspirado en el muy famoso pato Pekín, pero en el cual el ave ha sido reemplazada por un lechón como muy bien lo saben preparar en La Habana, tierno y jugoso, acompañado de chicharrón crocante. Llega a la mesa con crepes, vegetales y la infaltable salsa hoisin, solo que en este caso lleva un toque de guayaba.
Buena elección este lechón, que vale la pena pedir para compartir y, así, poder probar otros platos, como las empanadillas de costilla estofada, la corvina al pastor, las gyozas de berenjena –con los cubanísimos frijolitos negros–, los chicharrones de pollo con mojo cubano o los aguacates crujientes con ensalada de cangrejo.
Y debo decir que estos aguacates, muy bien logrados, fueron lo más rico que probé en Calle Dragones, y por los cuales volvería sin ninguna duda. ¡Increíbles!
Ubicado en el subsuelo de una calle de célebre gastronomía –la misma de restaurantes como La Brasserie, Osaka y Di Lucca–, Calle Dragones está dispuesto para el gozo: muy buena música, con interpretaciones en vivo, y espectáculos de baile, tipo cabaret.
Aunque predominó el repertorio cubano, la música fue cambiando a medida que entraba la noche. Cuando salí, sonaba Stayin’ alive, de los Bee Gees… Estoy convencido de que un lugar así le hacía falta a Bogotá.
¿Dónde queda?
Calle Dragones
Carrera 13 n.° 85- 65
Tel: 310-2439089
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SANCHO
Crítico gastronómico