Free Conversation Movement es una ONG creada por Adrià Ballester, un joven, de 27 años, oriundo de Barcelona, España. Esta curiosa organización se fundó en 2017.
¿Su propósito? Escuchar.
En una entrevista con ‘La Vanguardia’ de España, Adrià contó cómo surgió la idea de sentarse a escuchar historias de personas que no conoce.
Aseguró que un día, luego de haberse peleado con alguien de su trabajo, decidió salir a caminar para despejarse.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) Contó que se encontró con un hombre mayor, “era como la versión española de Papá Noel. Estuvimos hablando, de nada en concreto, simplemente hablando. Cuando volví a casa me di cuenta de que después de platicar con aquel hombre ya no estaba pensando en el mal día que había pasado”.
Fue entonces cuando se percató de la importancia que tiene hablar con las personas desconocidas.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) Adrià es graduado de istración y Dirección de Empresas en España, pero ha convertido de aquel hábito de escuchar en su pasión y en un movimiento consolidado.
Él aseguró que Free Conversation Movement se basa en escuchar, no en aconsejar, pues “nunca sabes la realidad de la otra persona, desconoces si un consejo le puede hacer bien o mal”.
El proyecto inició con él como primer y único miembro. Contó, además, que se tuvo que enfrentar a la policía en un par de ocasiones porque, según la ley, al ubicar sus dos sillas y el tablero que dice ‘Free Conversation’, está ocupando espacio público.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) Pese a ello, el joven ha logrado internacionalizar su idea. Ahora su equipo cuenta con cinco ‘oyentes’. Ellos ofrecen conversaciones en las calles de México, una en Taiwán y hay dos más junto con Adrià en Barcelona.
En el equipo también hay una persona en Toronto, Canadá, quien coordinará a los voluntarios que puedan surgir en Norteamérica; otra en Ecuador, encargado de coordinar a los ‘oyentes’ de Latinoamérica; una voluntaria en París, quien lleva la parte de marketing del proyecto, y una diseñadora gráfica, quien trabaja desde Barcelona.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) Con su equipo las videollamadas son constantes. “Tengo una con la persona que lleva el marketing, otra con la responsable de Latinoamérica”. También dijo que se reúnen una vez al mes.
En términos numéricos les va bien. “Ahora tenemos una media de 10 personas a la semana por voluntario. En México la media es superior. Allí incluso se hacen grupos”.
Elección de voluntarios
Adrià también explicó cómo es el proceso de elección de los candidatos. Él mismo es quien da capacitaciones y hace las entrevistas para la elección de los voluntarios.
Contó que no permite que cualquiera salga a las calles. Primero deben pasar ciertos módulos de capacitaciones para brindar la mejor experiencia a los ‘habladores’.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) Primero sucede la entrevista. A la semana siguiente tienen una videoconferencia para la formación. “La tercera semana hablamos sobre qué se pueden encontrar al salir a la calle, por ejemplo cómo actuar si se les acerca alguien que esté borracho, y la última semana, ya salen”, declaró.
Respecto a lo estricto de su elección, comentó que “hubo un hombre que quiso unirse, pero tenía un fuerte sentimiento religioso, muy marcado. Luego nos han ado muchos otros que venían del mundo del ‘coaching’, pero nos dio la sensación, con los que hablamos al menos, de que buscaban un beneficio personal más que otra cosa”.
Finanicanción
Adrià, quien se dedica a su movimiento solo los fines de semana o durante sus tiempos libres, está buscando potenciar aún más a su grupo.
Una de sus metas es que, en cinco años, “cualquier persona del mundo, sin tener en cuenta raza o género, pueda tener un voluntario con quien poder hablar en la calle para expresarse libremente sin sentirse juzgada y desde el anonimato”.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) En ese sentido, le contó a ‘La Vanguardia’ que está en busca de patrocinadores que aporten algo de financiación al proyecto.
Además, explicó que tiene unos 20 socios, quienes aportan una cantidad mensual, “la que ellos quieren”.
También dijo que cuentan con el apoyo del Ayuntamiento mexicano de Guadalajara.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) Por ahora, está en conversaciones con la Cámara Internacional de Empresarios de Barcelona para que les facilite material con el cual instruir a los voluntarios, pues le gustaría capacitar mejor a sus compañeros. Cree que es necesario que sepan “cómo hacer escucha activa o cómo llevar una conversación”.
Tiempo para el proyecto
El joven tiene su movimiento como una pasión dado que, al ser un voluntariado, no cuentan con recursos económicos para pagarle a las personas del equipo y, además, tiene un trabajo entre semana con el cual pagar sus cuentas y ‘servir la comida’.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) Sin embargo, Adrià no descarta que un día logre obtener inversiones que le permitan poder vivir económicamente de Free Conversation Movement , además de poderles pagar un salario a sus compañeros ‘oyentes’.
“Si consiguiéramos una cantidad mensual que me permitiera poder tener un sueldo, sería maravilloso. Para alcanzar el objetivo de que el proyecto llegue a muchos países y muchas ciudades, hay que dedicarle una cantidad de tiempo que es incompatible con realizar otra tarea”, detalló.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) También quiso aclarar que todo lo hace porque cree en el poder que tiene el escuchar a las personas. Piensa que las historias de las personas tiene un valor más allá de cualquier beneficio personal.
“Mi idea no es forrarme en dinero ni cobrar 3.000, 4.000 o 10.000 euros al mes. Si ahora me dijeran, ‘tendrás un sueldo un poco más bajo del que tienes ahora’, estaría encantado”, concluyó.
Por ahora, y mientras el proyecto sigue creciendo, Adrià sigue saliendo los fines de semana a escuchar las más asombrosas historias.
Algunas de estas, de forma anónima, las comparte en las redes sociales.
De hecho, en una entrevista de hace dos años, el joven contó que un hombre colombiano se acercó a contarle una terrorífica historia.
(¿Nos lee desde la app de EL TIEMPO? Puede ver la foto aquí) “Me explicó que había contratado a un sicario en Colombia para matar a otra persona. Me dijo que, por ese entonces, vivía en la zona más conflictiva de un área de allí y que cada barrio tenía su propia oficina de sicarios. Dijo que si querías matar a alguien, tenías que ir a la oficina de tu barrio”, detalló.
Comentó, también, que aquel misterioso hombre no lo contaba apenado, sino más bien “tranquilo”.
“Me explicó que era muy normal matar a gente allí, que si tenías un conflicto con alguien era mejor que lo mataras antes de que él te matara a ti”, concluyó no sin cierta sorpresa.
Esta es solo una de las más de mil historias que Adrià asegura haber escuchado.
Nunca se sabe a quién se va a acercar y qué le va a relatar, es por ello que se toma muy en serio la ausencia de prejuicios y tabúes a la hora de dejar hablar a la gente.
Siempre es buen momento para escuchar.
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