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La mujer que besó a Elvis por primera vez en pantalla y cómo le cambió la vida
Dolores Hart dejó atrás su exitosa carrera en Hollywood por un ‘llamado divino’.
La actriz estadounidense se dio uno de los besos más largos del cine con Elvis Presley en 'Loving you'. Foto: Paramount Pictures
Dolores Hart fue, quizás, la actriz más envidiada de Hollywood hace algunas décadas. A sus 25 años tenía lo que cualquier mujer a su edad hubiese soñado: una prometedora carrera por delante; el, para algunos, honorable título de ser la primera mujer que besó a Elvis Presley a la vista de millones de espectadores; y una belleza inigualable digna de aparecer en las más exitosas producciones cinematográficas.
Entre alfombras rojas, paparazzis y reconocidas apariciones en la pantalla grande, Dolores se encontraba en la cima de su carrera artística. Musa, estrella consagrada e icono cinematográfico, la actriz estadounidense tenía el mundo del espectáculo a sus pies, hasta que un “llamado divino” tocó a su puerta: era Dios que la invitaba a dejar atrás los placeres terrenales para inmiscuirse en el exigente estilo de vida monástico.
Su rostro angelical, sus brillantes rizos dorados y sus impactantes ojos azules le sirvieron para recibir el apodo de ‘la nueva Grace Kelly’. No había una persona que no tuviese los ojos puestos en la mujer que había hecho sonrojar al rompecorazones de mediados de siglo Elvis Presley; aún así, Hart tomó la decisión de renunciar a la vida que la había emparejado con el ‘Rey del Rock and Roll’ y, en su lugar, quiso seguir al ‘Rey de Reyes’.
Esta es la historia de Dolores Hart, la reconocida actriz que dejó a sus espaldas un futuro promisorio en Hollywood para ir detrás de su verdadera vocación: ser monja.
Dolores Hart, una talentosa estrella
Dolores Hicks nació el 20 de octubre de 1938 en Illinois, Estados Unidos. Aunque, desde muy pequeña, estuvo sumergida en el complejo y dinámico mundo del espectáculo -pues sus padres, Bert y Harriett Hicks, eran aspirantes adolescentes a actores- no siempre fue creyente. De hecho, su relación con la religión comenzó casi que por casualidad.
Fue criada por sus abuelos en Chicago quienes, paradójicamente y sin saber qué le depararía el futuro a Hart, la inscribieron en un colegio parroquial llamado St. Gregory cuyo camino no incluía cruces de calles ni ferrocarriles, pues eran factores de riesgo que despertaban la preocupación de su abuela.
Mucho antes de dejarse deslumbrar por Hollywood, a la edad de 10 años, Hart se convirtió en católica; sin embargo, no lo hizo por tradición familiar ni por fe genuina: fueron unos chocolates los que la arrastraron, inicialmente, por ese camino.
Al parecer, al recibir la comunión, a sus compañeros de escuela les daban dulces y donas; mientras que los que no podían recibirla -como ella- eran excluidos; razón por la cual, un día, le dijo a una monja que quería comulgar y, desde allí, se considera católica. “Así es como me engancharon, con leche con chocolate y donas”, dijo Hart, en una oportunidad, según el portal estadounidense ‘All That’s Interesting’.
Aunque en su pasado se lograban vislumbrar algunos atisbos de lo que sería su futuro, pasaría mucho tiempo antes de que Hart se entregase por completo a Dios. Primero exploraría otro de sus grandes amores, el cine.
Su abuelo fue, precisamente, quien despertó esa pasión oculta por la actuación, pues trabajaba como proyeccionista en una sala de cine, y Hart lo acompañaba a la cabina del proyector para cumplir con una importante tarea: despertarlo después de que se durmiera manejando el carrete.
Casualidad, destino o herencia familiar, poco a poco, la joven se dejó maravillar por las gigantescas figuras que eclipsaban la pantalla y no dudó ni un segundo en plantearse qué quería hacer con su vida; aunque ella, en el fondo, ya lo sabía: quería ser actriz.
Un salto al estrellato de la mano de Elvis Presley
Dolores dio sus primeros pasos en la actuación audicionando para papeles pequeños en la escuela secundaria. Pese a que no obtuvo muchos de ellos -como el de la doncella de Orleans en la película de 1957 ‘Saint Joan’-, su arduo esfuerzo la hizo merecedora de una beca en la Universidad de Marymount, ubicada en Arlington, Virginia, y pronto logró irrumpir en la industria cinematográfica.
Como si fuese obra del destino, Hart se enteró de que estaban realizando una audición para actuar, junto con Elvis Presley, en la película ‘Loving you’. Sin nada que perder y una montaña de sueños a sus espaldas, decidió probar suerte y asistir al casting. Lo que no se esperaba era la llamada que recibiría después.
'Loving you' fue el debut de Dolores en la industria cinematográfica. Foto:Paramount Pictures
“En medio de la clase de canto, en Marymount, recibí una llamada de los estudios Paramount. Era el productor asociado de Hal Wallis y quería que fuera a Paramount para una reunión”, contó la ahora religiosa de la orden benedictina al portal oficial de ‘Elvis Australia’.
De acuerdo con la entrevista, tras el llamado, fue a ver a Hal quien le dijo: “Estamos haciendo una película con el señor Presley y queremos que empieces la semana que viene”. Aunque al inicio le preocupaban sus exámenes universitarios -que justo se aproximaban-, terminó aceptando la propuesta que la catapultó a la fama, el éxito y el reconocimiento.
Durante el rodaje de la producción cinematográfica, Dolores protagonizó, junto con Elvis Presley, “uno de los besos más largos de la historia del séptimo arte” y no precisamente por la duración, sino por el número de repeticiones que exigió el director.
Entre cortes de cámara y más de 100 personas a su alrededor, Hart logró, sin querer, lo que muchas mujeres soñaban para ese momento: sonrojar al ‘rey del rock and roll’.
Y, segundos después, grita ‘¡Corten! ¡Consigan algo de maquillaje para el señor Presley!’. ¡Cuando miré, estaba rojo!
“Hal me dice: ‘Dolores, tienes los oídos sonrojados. Están rojos. Necesitamos maquillaje’ (...) Después de que me arreglaron, empezamos de nuevo. Y, segundos después, grita ‘¡Corten! ¡Consigan algo de maquillaje para el señor Presley!’. ¡Cuando miré, estaba rojo! Pero así fue. Solo éramos un par de niños”, relató Hart respecto al icónico beso en diálogo con el canal de televisión ‘Fox News’.
Tras el éxito de la película ambos volvieron a trabajar juntos como pareja en ‘King Creole’ (1958). A Hart le siguieron otras películas como ‘Where the boys are’ (1960), ‘Lonelyhearts’ (1958), ‘The Inspector’ (1962) y, entre muchas otras, ‘Come fly with me’ (1963) e, incluso, debutó en Broadway con su papel en ‘The pleasure of his company’.
En 1961, como si fuera un presagio de su futuro monástico, Dolores fue seleccionada para interpretar a Clara en la película ‘Francisco de Asís’. Su rol le valió la invitación a una audiencia con el Papa y, en esa ocasión, Juan XXIII la saludó como “Chiara” (Clara en italiano).
De actriz de Hollywood a monja consagrada
El éxito, los elogios y los premios no hacían más que acumularse en el prontuario actoral de Hart. Hasta que en 1963, cuando tan solo tenía 25 años, decidió ponerle fin no solo a su flamante carrera en Hollywood, sino también a los planes de boda que sostenía con su novio de toda la vida, el millonario y reconocido arquitecto Don Robinson.
¿La razón? Poco a poco, había ido descubriendo que su vocación no se encontraba en las pantallas de cine del mundo, ni tampoco formando un hogar con su pareja sentimental, sino que estaba en la Abadía de Regina Laudis -una fundación monástica que fue una de las primeras casas de monjas benedictinas contemplativas en los Estados Unidos- atendiendo al llamado de Dios.
Allí, Dolores finalmente encontró el lugar a donde pertenecía: “Se convirtió en algo más que un retiro. Es el tipo de sentimiento que tienes cuando conoces a la persona con la que te vas a casar. Cuanto más venía a visitarme, más me llamaba. Y cuanto más sabía que Dios estaba presente en mí de una manera muy especial que no podía negar”, señaló en entrevista con ‘Fox News’.
Pese a que no todos los allegados de Hart tomaron la noticia de la mejor manera -por ejemplo, su mejor amigo, un sacerdote llamado Doody le dijo que era una locura y su tía que, paradójicamente, era monja estaba furiosa porque le gustaba tener una sobrina famosa- Dolores decidió enclaustrarse en el monasterio benedictino. Ni contrato millonario con la productora Metro Goldwyn Mayer ni el tener que renunciar a sus privilegios como estrella le impidieron entregarse, hasta el momento, al ‘Rey de Reyes’.
En 1973 fue nombrada decana de educación del monasterio y, luego, fue designada madre superiora de la abadía con 40 monjas a su cargo. Décadas después, en 2012, reapareció en la industria de la que había prometido distanciarse y lo hizo de la mejor manera: en la alfombra roja de los Premios Oscar luego de que una película sobre ella, ‘God is the bigger Elvis’, fuese nominada a mejor cortometraje documental.
A los 84 años de edad, Dolores Hart no se arrepiente ni un segundo de haber dejado su futuro prometedor en el cine junto a Elvis, ni de haber renunciado a la profesión que tantos triunfos le dio. Para ella, Dios es su pasado, su presente y su futuro.