Jeremy Bentham (1748-1832) es el padre del utilitarismo. Esta filosofía, desde su pensamiento, se basa en la superación de la felicidad de las masas como objetivo y único fin decente de un gobierno. Cuando se habla de felicidad bajo esta corriente, se entiende como la supraordinación del placer sobre el dolor.
Además de ser filósofo, también abogó por los derechos civiles de grupos interseccionales como las mujeres, los afro, los inmigrantes y los pobres, manteniéndose ceñido a su forma de pensar.
También se le conoce por ser el inventor del panóptico, un estilo de prisión en el cual una torre sin iluminación se levanta en medio de una cárcel con el objetivo de vigilar a todos las celdas que estén en su alrededor sin que los prisioneros se den cuenta para así autodisciplinarse.
Sin embargo, su mayor anécdota se dio el día en el que murió, pues él tenía perfectamente claro lo que quería que hicieran con su cadáver cuando su consciencia dejara el plano terrenal. Su último deseo se puede atestiguar hasta el presente.
¿Quién era Jeremy Betham?
El filósofo británico vivió una vida particular, pues, cuenta la leyenda, que tenía el hábito de leer libros de historia desde que era un bebé, además de llegar a estudiar a Oxford a los 12 años de edad. Todo un prodigio.
Bentham, sin embargo, no era una persona fácil. Se tiene la creencia popular que aquellas personas que no tienen par en el mundo, por sus ideas, talentos, aportes o destrezas, son personas complicadas de manejar, pues tienen la tendencia de ensimismarse al punto de crear una burbuja ‘perfecta’ para moverse sin que los toquen.
Y es que, en su caso, tenía la tendencia de darle nombre propios a sus objetos personales. Ya cuando empezó a utilizar bastón, le puso de nombre Dapple; a su tetera la llamó Dickey y a su longevo gato lo nombró El Reverendo Sir John Langbourne, como si fuese parte de la realeza.
Sin embargo, una de sus más desopilantes ideas fue entregar su cuerpo a la ciencia. Antes de morir, tuvo la voluntad de darle su cadáver al científico y amigo Thomas Southwood Smith para que así pudiera disecarlo e investigar con este. También pidió que se llevara su cuerpo a fiestas por si sus amigos lo extrañaban. En un documento escrito a mano por Bentham, le dio la potestad y las indicaciones que debía hacer con su cuerpo:
“Le entrego mi cuerpo a mi querido amigo, el Dr. Southwood Smith, para que se deshaga de él de la manera que se menciona más adelante, y ordeno que se haga cargo de mi cuerpo y tome las medidas necesarias y apropiadas para la eliminación y conservación de las diversas partes de mi estructura corporal en la forma en la que dice el papel anexo a este, mi testamento, y en la parte superior del cual he escrito ‘Auto Icon’”, registró.
“Hará armar el esqueleto de tal manera que toda la figura pueda estar sentada en una silla que habitualmente ocupé yo cuando estaba vivo, en la actitud en que estoy sentado mientras reflexiono en el transcurso del tiempo ocupado en escribir”, mencionó al inicio del documento.
La voz de la experiencia
Su cuerpo sigue preservado para estudios científicos, y en la actualidad, dicha momia se mantiene guardada en el University College London, en Inglaterra. No obstante, su cabeza no se preservó como se esperaba, pues el cuerpo fue ultrajado debido a la curiosidad de algunos estudiantes ingleses en los años 90.
En una entrevista del medio canadiense ‘CBC’, Subadhra Das, curadora de colecciones antiguas de dicha institución educativa, habló al respecto de este suceso, además de la exhibición de la momia del filósofo.
“itiré que, sí, poner la cabeza cortada de un filósofo utilitarista muerto de 200 años en una exhibición es extraño”, dijo al medio con respecto a tener que pensar en exhibir la cabeza de una persona en una universidad.
Además, resumió la historia de cómo fue el proceso de la decapitación del cuerpo del filósofo, además del robo de la cabeza por parte de estudiantes de la universidad rival de College London, King's College, también ubicada en Londres.
“Hay dos aspectos en la remoción. El primero es la remoción física de la cabeza de su cuerpo cuando murió. Bentham había hecho un pedido especial de que su cabeza se conservara al estilo de los maoríes, los nativos de Nueva Zelanda. Pero su amigo, el doctor Southwood Smith, a quien se le encargó crear el icono automático, no tenía tanta práctica como probablemente le hubiera gustado”, dijo Das.
“Y así, el resultado fue una cabeza que, según Southwood Smith, no era adecuada para exhibición, razón por la cual encargó un modelo de cera. Ese es el que está en exhibición con el ícono automático, que es el esqueleto con la ropa del propio Bentham”, sentenció.
Además, habló del robo de la cabeza del filósofo, revelando que no tenía clara la fecha y hora del momento del hurto: “No estamos exactamente seguros de cuándo sucedió eso, pero creemos que fue en algún momento de la década de 1990. Y eso fue porque la cabeza había sido secuestrada por la universidad rival de UCL, King's College, en Londres”.
Más adelante, el entrevistador le mencionó el hecho de que la cabeza de la momia del filósofo tuvo un paradero secreto, a lo que Das respondió: “Bueno, podría decírselo, pero luego tendría que matarlo. Tenga la seguridad de que se encuentra en un lugar seguro, estándar de museo y de grado de conservación”.
También habló sobre el estado actual de la cabeza: “En realidad, está relativamente bien conservado en términos de piel. Se deshidrató en ácido sulfúrico, por lo que es relativamente estable. Su cabello nos preocupa un poco porque tiende a caerse”.
Asimismo, Das reveló los propósitos que se tienen con la momia, más allá de la exhibición, y sus deseos personales sobre lo que se puede en cuanto a pedagogía con estas muestras: “Bentham fue una de las primeras personas en pensar en cómo un cadáver podría ser más útil para la sociedad en general si se lo entregaba a médicos especialistas para que lo estudiaran y lo descuartizaran en lugar de simplemente enterrarlo” añadió.
“Me gustaría pensar que aprueba no solo que se exhiba la cabeza, sino también lo que estamos tratando de lograr con esta exposición para que la gente intente pensar sobre la ciencia y la muerte y lo que podemos aprender de los cadáveres” concluyó.
La historia de la vida (y muerte) de Jeremy Bentham da a pensar mucho sobre la postura que mucha gente tiene sobre tener que aportar algo al mundo mientras se esté con vida, sin embargo, casos como este pueden dar a interpretar que nunca será tarde.
Pensar que, a veces, se puede aprender de la muerte, puede ayudar a muchas personas a cambiar sus pensamientos de la misma. A fin de cuentas, ese es el único fenómeno natural que está totalmente garantizado, por lo que hay que estar preparados para afrontarlo sin tabúes.
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