Fue al médico con el vientre hinchado, el ginecólogo le dijo que tenía ‘miedo a engordar’ y meses después le diagnosticaron cáncer

Una residente de São José do Rio Preto, en Brasil, descubrió que padecía cáncer de ovario tras consultar a un ginecólogo por una hinchazón en su abdomen, quien inicialmente le sugirió que su problema era un "miedo de ganar peso". 

Este descubrimiento ocurrió después de una prueba de imagen el 19 de julio de 2018, coincidiendo con su cumpleaños, hace exactamente seis años.

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Desde niña, Ana Lúcia Almeida Ribeiro, de 59 años, ha sido bailarina, lo que le ha permitido tener un conocimiento de su propio cuerpo. No pasó mucho tiempo antes de que ella notara algo inusual. Al observar una hinchazón y un aumento de dos kilos en su peso, decidió consultar a un médico en abril de 2018.

A pesar de su predisposición genética al cáncer, con dos familiares fallecidos a causa de la enfermedad, el ginecólogo le recomendó ver a un psiquiatra, insinuando que podría estar experimentando una distorsión de la imagen corporal.

Ana Lúcia observó que su cuerpo había cambiado drásticamente, llegando a parecerse al de una mujer embarazada, lo cual le causó una gran preocupación. Sin embargo, tres meses después, le diagnosticaron cáncer de ovario: lo que parecía ser una simple hinchazón resultó ser una acumulación de líquido en su abdomen, provocada por la enfermedad. En su caso, la combinación de factores genéticos y el uso de hormonas para la menopausia fueron determinantes para el desarrollo del cáncer.

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"Siempre cuidé mucho mi peso porque era bailarina. A los 50 años perdí siete kilos y estaba en el mejor momento de mi vida. Me pesaba todas las semanas para mantener control sobre mi cuerpo. Pero en una semana gané dos kilos. Ese fue el primer síntoma, pero el médico me dijo que tenía miedo de engordar", recuerda Ana Lúcia.

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En octubre de ese año, Ana Lúcia fue internada para análisis de marcadores tumorales, que pueden encontrarse en cantidades mayores en presencia de ciertos tipos de cáncer, ya sea en la sangre o la orina. El resultado fue alarmante: el marcador tumoral, que normalmente debería estar por debajo de 35 U/ml, se encontraba en casi 8.400 U/ml. Los médicos recomendaron una cirugía de emergencia, la cual se realizó en febrero de 2019, seguida de un riguroso protocolo de quimioterapia.

"Tenía fiebre de 40ºC, perdí todas las uñas de los pies y de las manos porque se pudrían y se caían. En la cirugía me extirparon el útero, el ovario, un trozo de intestino y la vesícula biliar. Casi muero, no de cáncer, sino de la quimioterapia. Me quedé calva tres veces", relata Ana Lúcia.

Después de la operación, Ana Lúcia pasó tres días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). A pesar de la cirugía exitosa, el tratamiento contra el cáncer no terminó ahí. La enfermedad recidivó dos veces, primero en marzo de 2020 y luego en abril de 2021.

Se espera que su tratamiento de quimioterapia oral finalice en octubre de este año. Comprometerse con un propósito de vida ayudó a Ana Lúcia a enfrentar el tratamiento del cáncer y a mantener la esperanza de una cura. Su amor por el baile y la oportunidad de enseñar le dieron la fuerza necesaria para no rendirse.

"El ballet definitivamente me ayudó. Cuando fui al quirófano, no sabía si volvería de la cirugía. Pero en la camilla escuché a mis hijos llamándome. Eso fue lo que me dio fuerzas, porque sabía que tenía que volver con ellos. Ahora trato de utilizar mi experiencia como un espejo, porque creo que no es casualidad. Voy a completar el tratamiento mientras esté viva", celebra Ana Lúcia.

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Prestar atención a los signos que muestra el cuerpo, observar con cuidado y no subestimar los síntomas, aunque parezcan leves, puede ser crucial para un diagnóstico temprano del cáncer de ovario. Debido a que esta enfermedad es silenciosa y presenta síntomas inespecíficos, generalmente se diagnostica en una etapa avanzada, reduciendo así las posibilidades de curación.

El oncólogo Guilherme Accorsi explica que el cáncer de ovario es el noveno tipo de tumor más común entre las mujeres en el mundo. Aunque su incidencia no es tan alta en comparación con otros tipos de cáncer que afectan a las mujeres, como el de mama, la tasa de letalidad es motivo de preocupación.

"Esto se debe en gran medida al diagnóstico tardío del cáncer, es decir, en la mayoría de los casos, este tumor solo se identifica cuando ya ha hecho metástasis, lo que reduce mucho las posibilidades de curación. Siempre que el paciente tenga síntomas persistentes, sensación de saciedad, debe acudir al médico lo antes posible", enfatiza el doctor.

DESIRÈE ASSIS

O Globo (Brasil) / GDA