Jeniffer Grey, quien le dio vida a ‘Baby Houseman’ en la película de ‘Dirty Dancing’, comenta en su nuevo libro ‘Out of the Corner’ los problemas que sus cirugías plásticas causaron en su carrera.
En una entrevista exclusiva con la revista People, Grey habló sobre las expectativas estéticas que proyectaba su madre, la actriz Jo Wilder, en ella, especialmente sobre su nariz.
Según lo recuerda Grey, este siempre fue un tema de conversación entre las dos actrices, pues su madre le sugería que, si quería ser elegida en los castings, debía “ponérselo más fácil” a los directores, por lo que debía operarse.
Tanto su mamá como su papá se habían realizado rinoplastias y, según Grey, ella entendía el porqué de la decisión en el momento en el que la tomaron: “Eran los años 50. Entendí que tenías que cambiar tu nombre y tenías que hacer ciertas cosas, y simplemente se normalizó. No puedes ser homosexual, no puedes ser judío, no puedes parecer judío. Sólo estás tratando de encajar", comenta.
Sin embargo, desde muy pequeña no estuvo de acuerdo con estos procedimientos estéticos, según comentó en la entrevista: “Era completamente anti rinoplastia. Era como mi religión”.
A pesar de esto, después de su lanzamiento al estrellato con ‘Dirty Dancing’, se sometió a una primera rinoplastia que, por algunas fallas en el procedimiento, la llevó a pasar una segunda vez por el quirófano.
Tal fue su cambio físico que en la entrevista realizada por People le recuerdan un estreno justo después de esa segunda operación donde Michael Douglas no la reconoció. “Esa fue la primera vez que me mostré en público (...). A los ojos del mundo ya no era yo”, comenta recordando ese momento.
Y así como reaccionó Douglas, también reaccionó la escena de Hollywood. En ese momento la popularidad y la carrera de Grey tomaron un golpe duro, al igual que sus papeles protagónicos, que disminuyeron cada vez más.
Actualmente, la actriz no culpa a Hollywood de esto, pues según comenta en la entrevista, fue ella misma la que se alejó de la escena, ya que no se sentía como ella.
“Gasté tanta energía tratando de averiguar qué hice mal, por qué me desterraron del reino. Es mentira. Me desterré a mí misma”, comenta la actriz al reflexionar sobre esa época de su vida.
Actualmente tiene 62 años y expresa jamás haberse sentido más cómoda en su propio cuerpo. “Solo quiero sentir quien soy ahora, pero creo que cuando le preguntas a otras personas quien eres y les pides que te amen y tomas su opinión como una defición de tu valor, se vuelve una pendiente resbaladiza”, comenta la actriz.
Durante la entrevista cuenta justamente sus recuerdos e historias no solo de ese cambio físico en su vida, sino también de la difícil relación que llevó con Patrick Swayze, su coprotagonista en ‘Dirty Dancing’, y otros temas que también trata en su libro ‘Out of the Corner’.
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