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La batalla legal de los emojis: hombre fue despedido por un mensaje ambiguo
Pidió un permiso para faltar y la respuesta de su empresa lo confundió.
En la provincia de Río Negro, Argentina, se produjo un caso insólito en el que un hombre fue despedido después de faltar al trabajo con la supuesta aprobación de sus superiores, quienes respondieron con el emoji de un pulgar hacia arriba.
Todo terminó en la Justicia rionegrina, que determinó que el uso de emojis en las comunicaciones digitales "era muy limitado o relativo" y falló a favor de justificar el despido.
Así lo resolvió el Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Río Negro al sostener que la utilización de los emojis para afirmar o negar algo debía estar completada con otros medios de prueba que aclararan lo que se quiso expresar.
El empleado consideró que sus faltas al trabajo estaban justificadas "porque la empresa respondió con el clásico pulgar hacia arriba de la plataforma de WhatsApp".
Así mismo puede cambiar el pulgar hacia arriba del 'Me gusta' de una conversación. Para esto hay que abrir la información del o con el que se tiene la conversación y darle clic a 'emoticonos'. Foto:Archivo particular
El máximo tribunal rionegrino evaluó que el uso de estos íconos digitales "no era un signo inequívoco que exteriorizara una manifestación de voluntad", indicaron los mismos voceros judiciales. En consecuencia, como resultado de las pruebas, se habilitó a la empresa para que procediera al despido del empleado, quien había incurrido en nueve inasistencias a sus jornadas laborales.
Según los antecedentes del caso, el empleado despedido contaba con 47 sanciones y un número importante de faltas injustificadas. Antes de que se buscara rescindir el vínculo, el trabajador se ausentó por nueve días en el mismo mes. "Luego intentó justificar esas faltas y se comunicó con un teléfono corporativo de la firma, de donde le respondieron con el clásico emoji del pulgar hacia arriba que ofrece la plataforma de mensajería de WhatsApp", explicaron.
La empresa inició el proceso para notificarle el despido con justa causa. En esa instancia, la Cámara Laboral de Viedma rechazó la demanda y consideró "desmedida la sanción, al entender que se había prestado conformidad a la justificación alegada por el trabajador a través del emoji del pulgar".
El fallo fue revisado por el STJ, que analizó el alcance de los signos denominados emoticones o emojis. Sin embargo, el máximo tribunal sostuvo que "su interpretación era subjetiva y podía variar según la cultura y, fundamentalmente, dependía del contexto en el que se utilizara".
El uso 'legal' del emoji en Canadá
El caso ocurrió en un Tribunal de King's Bench, en la provincia de Saskatchewan (Canadá), donde, según se expuso, un agricultor respondió con el emoji del pulgar hacia arriba a un mensaje en el que se enviaba un contrato de compra de lino.
El comprador pensó que este era un mensaje de validación del contrato, pero el agricultor difirió: "simplemente quería indicar que recibí su mensaje de texto", alegó.
Tal y como se relató, el comprador envió el contrato de dicha compra por mensaje, seguido del texto "confirme el contrato de lino". Tras ello, el agricultor respondió con el emoji, y no volvió a haber interacción entre ambos. De hecho, no se llegó a entregar el lino acordado.
El agricultor alegó que el comprador no le había enviado los términos y condiciones completos del contrato y, en este sentido, entendió que el contrato completo se le enviaría posteriormente por correo electrónico. Por tanto, envió el emoji con la intención de hacer entender que "había recibido el mensaje", pero negó "que hubiera aceptado el emoji de pulgar hacia arriba como firma digital del contrato incompleto".
Sin embargo, el caso, puesto en manos del juez canadiense Timothy Keene, se saldó a favor del comprador, ya que se reconoció el emoji del pulgar como un medio para sellar un contrato, al tratarse de un símbolo que implicaba aceptación y que se usaba comúnmente.
*Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial basado en información de La Nación y fue revisado por una periodista y un editor.