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La exazafata con cáncer terminal que pudo cumplir un último deseo: volar otra vez
Janet McAnnally tomó la decisión de dejar los tratamientos para disfrutar cada minuto que le queda de vida.
Como a ella le encanta viajar por el cielo y afortunadamente su trabajo consistió en ello, su último deseo fue volver a volar. Foto: Facebook: Hospice of Amador and Calaveras
Janet McAnnally, exazafata estadounidense y paciente de cáncer de pulmón en etapa terminal, logró regresar a los cielos, satisfaciendo su último deseo de volar una vez más. Janet, quien en el pasado dedicó su vida profesional a surcar los cielos, encontró en este vuelo un momento especial de paz y realización personal.
Diagnósticada con un avanzado cáncer de pulmón, McAnnally había estado recibiendo cuidados en el Hospice of Amador, en el condado de Calaveras. No obstante, decidió interrumpir su tratamiento para aprovechar al máximo el tiempo que le resta. "He tenido una vida maravillosa", comentó Janet a 'CBS News' Sacramento, destacando que dejar los tratamientos le permitió disfrutar de la vida de manera más plena.
"Creo que, en primer lugar, tomé la decisión de dejar los tratamientos y el hecho de que dejarlos me haya hecho la vida mucho más fácil, me ha permitido disfrutarla y hacer cosas y no solo sentarme en una silla todo el día”, agregó en diálogo con el medio citado.
Su amor por los viajes la impulsó a pedir un último deseo: volver a volar. Gracias a un programa del hospicio local, este deseo se hizo realidad. Acompañada por Rob Davids, un piloto local, Janet abordó un pequeño avión y sobrevoló las hermosas regiones de Gold Country y High Sierra.
"Había llovido antes y el terreno se veía hermoso. De repente, la luna comenzó a salir y eso me hizo sentir un poco emocionada", compartió emocionada.
Durante el vuelo, Janet tuvo la oportunidad de tomar los controles del avión, una experiencia que nunca había vivido durante su carrera como azafata. Este gesto simbolizó un control poético en los últimos capítulos de su vida.
Al concluir el vuelo, Davids le obsequió un libro de registro, documentando su vuelo como un recuerdo preciado. Al respecto, Janet se mostró visiblemente feliz, aceptando su destino con serenidad.
"No tiene sentido, incluso si solo faltan un mes o dos, sentarse sin hacer nada y quejarse y llorar por ello. Es mejor llorar lágrimas de felicidad y disfrutar lo más que puedas", concluyó.
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de El Comercio (GDA), y contó con la revisión de un periodista y un editor.