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Lea aquí la Novena de Aguinaldos del día primero para este 2020
Compartimos las oraciones que difunde la Arquidiócesis de Bogotá para vivir en familia esta Navidad.
Bondadoso Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen, naciera en un pesebre para nuestra salud y remedio.
Nosotros, en nombre de todos los mortales, te damos infinitas gracias por
tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrecemos la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre,
que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre).
Los Peces En El Río, Villancico Animado - MundoCanticuentos Foto:YouTube: Mundo Canticuentos
Los envió a decir al Señor: ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro? … y les respondió: vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia la buena noticia a los pobres (Lc 7,19. 22).
En Navidad conmemoramos el cumplimiento de las profecías divinas y el nacimiento, en nuestra tierra, del Mesías, esperado durante siglos. Es el tiempo en el que celebramos el misterio de la encarnación, por el que el Dios altísimo se hace humano,
se hace tan cercano que lo podemos contemplar como uno de nosotros, solidario en todo con nuestra humanidad, solidario con nuestras alegrías y esperanzas, así como de nuestras tristezas y angustias.
Ante el portal de Belén descubrimos a Dios en la pobreza del pesebre y en la fragilidad de un niño. Así la celebración de la Navidad nos invita siempre a reconocer y a servir a Jesús en los débiles, excluidos y vulnerables de nuestro mundo: en los enfermos, los pobres, los migrantes, los desempleados y los que ahora mueren por causa de una pandemia o de la violencia en nuestro país.
Muchas personas con su servicio generoso y abnegado durante la pandemia, los médicos, el personal de salud, los campesinos, los voluntarios, etc. han hecho visible
la presencia de Jesús y de su Reino de amor en medio de la pandemia.
El pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar nos recuerda que Dios quiere que los enfermos sanen, los ciegos vean, los sordos oigan, los cojos caminen. Sólo así la esperanza en el cumplimiento definitivo de sus promesas se hace creíble,
especialmente para aquellos que están en medio del dolor y el sufrimiento. Dios nos está poniendo en modo o ritmo de servicio misericordioso.
Reunidos en familia o en nuestras comunidades parroquiales, necesitamos acompañarnos, confortarnos, consolarnos, ayudarnos mutuamente a sobrellevar este tiempo difícil y exigente que estamos viviendo. Al mismo tiempo, no podemos dejar de lado a los que están más solos porque no tienen una familia que los rodee, los acompañe y de esta manera les lleve consuelo y sanación.
Que bueno sería que durante esta novena y en la misma celebración de la Navidad, pudiéramos ocuparnos de los que quizás sienten con mayor dureza la soledad y experimentan de forma más fuerte los rigores de las carencias y el sufrimiento.
Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplicamos que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta
novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo.
¡Oh dulcísima Madre! Comunícanos algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias damos a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te rogamos, por el amor que tuviste al Divino Niño, nos abrases en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le veamos y le gocemos en el cielo. Amén.
(Se reza tres veces el Padrenuestro)
Oración al Niño Jesús
Foto:iStock
Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado".
Llenos de confianza en Tí, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a presentarte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.
Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de tu divina promesa,
acogerás y responderás favorablemente nuestra súplica. Amén.