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'El antisemitismo es banal, pero su banalidad es mortífera', Daniel Burman

Daniel Burman habla de 'Iosi, el espía arrepentido', serie que alude a la comunidad judía argentina.

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EDITOR MESA VISUALActualizado:

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El 17 de marzo de 1992 un carro bomba destruyó la Embajada de Israel en Argentina, dejando un saldo de 22 muertos y 242 heridos. El 18 de julio de 1994 otro carro bomba mató a 85 personas y dejó más de 300 heridos en la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Ambos atentados siguen impunes, pero sí está claro que hubo ayuda local.
Hace seis años salió a la luz un libro llamado 'Iosi, el espía arrepentido'. El libro cuenta la historia real de un policía que estuvo infiltrado durante 15 años en la comunidad judía argentina y que, luego de sentir que la información que él había provisto fue utilizada para esos atentados, decidió confesarse.
Daniel Burman, director de 'El abrazo partido' y 'El nido vacío', decidió llevar el libro a la pantalla chica. 'Iosi, el espía arrepentido', de la plataforma Prime Video, acaba de recibir dos nominaciones a los premios Emmy y estrena su segunda temporada el 27 de octubre. Conversamos con Burman.

¿Cómo llega usted a la historia de Iosi (José) Perez?

Hace unos seis años entré a una librería en Buenos Aires y vi un libro llamado 'Iosi, el espía arrepentido'. Estaba recién puesto arriba de una mesa. Leí la contratapa, que básicamente hablaba de un hombre que durante casi dos décadas estuvo infiltrado dentro de la comunidad judía, y que había pasado información que pudo haber sido relevante para los ataques terroristas más sangrientos de nuestra historia. Compré el libro y, antes de leerlo, compré los derechos, porque solo imaginar que una parte de eso podría tener un sustento real, me parecía que era algo que debía ser contado.

¿Qué fue lo que más le impresionó?

Me pareció todo tremendo. Y me acuerdo de que lo que más me impresionó fue cuando leí las fechas y me di cuenta de que todo eso había sucedido en democracia. Eso es lo que más me afectó porque, en un país donde las historias más oscuras siempre vienen de la dictadura, me pareció infame que esto haya sido en democracia, que haya pasado entre gobiernos de todos los colores políticos. Después, cuando me adentré en el libro, quedé pasmado al entender que se había orquestado una conspiración tan enorme que había involucrado a todos los poderes del Estado, a grupos financieros, a representantes de la misma comunidad. Todo con la intención de lograr un pacto de impunidad. Lo que sucedió fue de una complejidad impensable en un país que no puede solucionar cosas básicas. Y que haya habido un trabajo tan coordinado de equipos, en función del mal, me pareció muy tremendo.

¿Cuál fue su idea cuando decidió contar esta historia?

Nunca pensé 'Iosi' como una serie sobre el atentado a la Embajada de Israel o sobre el atentado a la AMIA, sino como una serie sobre la impunidad, sobre un Estado garantizando la impunidad de los dos atentados terroristas más violentos que han sacudido el continente. Hoy, con la primera temporada estrenada y la segunda temporada por estrenarse, hay una condena de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al Estado argentino por no garantizar el derecho a la vida y no garantizar el derecho a la justicia. Ambos atentados siguen impunes. Por eso existe 'Iosi'.

¿Después de toda la investigación que hizo, siente que 'Iosi' es un héroe o un traidor?

Lo bueno de la nueva televisión es que nos permite salir de los pensamientos más maniqueos que, de alguna manera, nos impuso el melodrama: los buenos, los malos, los ricos, los pobres, el amor, el desamor. La realidad es mucho más compleja y todos tenemos varias capas, varios lados, y somos muchos al mismo tiempo en el mismo lugar.

¿Le dio miedo contar esta historia?

No, la verdad es que no. En ese aspecto soy bastante inconsciente. Me parece que finalmente lo que estoy revelando es un montón de información que está disgregada, yo la agrupé y la ordené. Y eso es lo más grave. La mayoría de esta información está en los expedientes judiciales y en investigaciones periodísticas. Si uno lee la causa de la Embajada y la causa AMIA está todo. No es Watergate, no estoy revelando algo que nadie sabe. Estoy ordenando un montón de información que es de público y la estoy empaquetando en una narrativa para que uno pueda digerirla. Pero estoy mostrando algo que todos, si queremos, podemos ver. Es muy fuerte eso.

¿Usted ha tenido o directo con Iosi (José Perez) y con los escritores del libro?

Con los escritores del libro tuve o directo todo el tiempo. Fueron fundamentales para el desarrollo. Con Iosi, nunca. Tampoco me parece necesario. Hemos mantenido una sana distancia porque, como te digo, sigo entendiendo que Iosi es una persona que se levanta, que se acuesta, que tiene emociones y que convive con sus infiernos. Como convivimos todos.

¿Qué es lo que busca que pase con esta serie?

Siento que parece que siempre ganan los malos, porque son muchos más y están muy bien organizados. Pero el tiempo es el único recurso que tenemos para la verdad. Es mucho trabajo mantener la conspiración, la mentira, el engaño; es un trabajo que, en algún momento, produce agotamiento, y ahí llegamos nosotros para exponer una verdad en todo el mundo.

¿Qué siente que aporta desde 'Iosi, el espía arrepentido'?

Me emociona poder revelar una verdad que es tan necesaria, porque es algo que ha ocurrido en Argentina y que puede ocurrir en otros países. Los gobiernos, los poderes, tienden muchas veces a mantener el statu quo, a ocultar la verdad. Y la verdad es liberadora, sobre todo cuando hay víctimas. La verdad es lo único que les queda a los familiares de las víctimas. Es lo único, y es todo. A veces uno pierde dimensión de eso. No son números, por cada víctima hay familias. Hay micro tragedias que son macro tragedias y que tienen la misma dimensión que la tragedia mayor. Entonces, el único aliciente, lo único que uno puede aportar, es construir verdad, construir memoria. Y, paradójicamente, la ficción es muchas veces el mejor camino para eso.

¿Cómo le afectó hacer esto?

Para mí era un dilema moral muy grande mostrar lo que pasó. Me gusta mucho el concepto de Hannah Arendt de la banalidad del mal. Y el antisemitismo también es banal, pero su banalidad es mortífera. Lo de la banalidad no le quita, justamente, lo peligroso. Esa es la lectura equivocada que muchas veces hicieron sobre Hannah Arendt. Lo banal puede tener un poder enormemente destructivo. El antisemitismo es banal, es estúpido, pero tiene una construcción, tiene un cimiento, tiene una lógica propia en la cabeza del antisemita, en la cabeza del que crea el antisemitismo. Hay que entrar en esa cabeza, comprenderla, para poder también combatir. Hay que entender la lógica del victimario, y eso no significa justificarlo. No es una comprensión a nivel humano, sino que es una comprensión racional para poder evitarlo y para poder luchar contra eso. Y es un paso bastante valiente que decidimos dar: nos pusimos en la cabeza del victimario para construir un discurso antisemita. Para mí eso fue algo muy difícil, pero me pareció un ejercicio que debía hacerse.

Esta es la historia de algo que pasó en Argentina hace 30 años, en la comunidad judía ¿Por qué es un tema universal?

Es una historia extraordinaria de redención. De búsqueda de verdad. Es un thriller político. Es un thriller de espionaje internacional. Y detrás de todo eso está la historia de un hombre buscando una familia. Es una historia tremendamente universal. Detrás de eso hay un condimento que tiene que ver con la historia argentina. Pero va más allá de eso. Uno se conmueve con la revelación de una verdad que muchos no conocen, más allá de que sean argentinos o no.

¿Qué aprendió usted haciendo esta serie?

Cuando terminé la primera temporada y, sobre todo, cuando terminé la segunda, entendí que quizás me había preparado toda la vida para esto. Muchas veces uno no es consciente de lo que hace. Uno va haciendo películas que lo conmueven, que necesita contar. Muy importantes, más importantes, menos importantes. Pero hay un momento en la vida en el que uno dice: “Todo este camino era para contar esto”. Siento que me preparé toda la vida para esto. No la preparación profesional como director, sino como persona. Digamos que todo lo que hice antes fue en realidad un entrenamiento para poder contar esta historia.

Hablemos de los Premios Emmy International. ¿Cómo vivió esas nominaciones?

Fue impresionante. Estaba en Madrid y sentí una emoción apabullante porque, sin duda, es algo con lo que uno siempre fantasea: acceder a ese lugar que es el máximo galardón al que uno puede aspirar cuando hace una serie de televisión. Pero, sobre todo, me emocionó pensar en que, ganemos o no, la nominación pone los ojos del mundo en esta serie. Hay gente que, a raíz de esas nominaciones, se va a sentar a leer o a investigar sobre el atentado a la Embajada de Israel y el atentado a la AMIA. Lo sigo viendo con mucha emoción y todavía no me lo termino de creer.
Por Uschi Levy
Para EL TIEMPO

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