Kapo no sabe en qué momento la música lo atrapó, pero sí sabe que fue lo que lo sacó de la oscuridad. No tenía más de ocho años, andaba por una gasolinera con su overol ayudando a cargar los camiones de gasolina, y luego se iba a los bares a cantar canciones populares. Luego, a los 17 años, llegó a Bogotá a trabajar en la noche, que lo terminó arrastrando.
Sin embargo, hoy, Juan David Loaiza Sepúlveda, conocido en el mundo musical como Kapo, es un artista caleño de 23 años que fue descubierto y firmado por La Industria Inc.
Hace un año llegó a sus puertas, la misma casa de Nicky Jam y Manuel Turizo, entre otros grandes del reguetón. EL TIEMPO conversó con el artista.
Usted es de esos artistas que la industria de la música descubre de la nada...
En ese descubrimiento hay dos vías. Una que es que, gracias a Dios y a la ley de atracción, logré atraer a La Industria Inc. Yo saqué un video con la gorra de la Industria Inc. y dije: o me ven por bueno o me demandan por el uso de la marca, pero seguro me ven. Me escucharon, le mostraron mi música a Juan Diego Medina (cabeza de La Industria Inc.) y eso fue andar en bicicleta. Me llamaron y me dijeron que querían que habláramos. Yo no tenía ni datos ni nada. Cuando Juan Diego me llamó, no le creí, pensé que me estaban haciendo una broma. Él me dijo que le gustaba lo que hacía. Cuando vi que La Industria Inc. me empezó a seguir, empecé a creerlo. En ese momento yo no tenía oxígeno, no tenía un norte en mi carrera, yo estaba en muchas cosas negativas. Llegué a Bogotá después de estar en Panamá y estaba rodeado de cosas malas. Pero a eso negativo yo le mandé la bendición, oxigené, llegó Juan Diego Medina, llegó La Industria Inc. y acá estamos.
¿Cómo llegó a la música? ¿Cuál fue ese momento que lo iluminó para dedicarse a esta carrera?
Fíjese que nunca tuve un familiar que hiciera música o una influencia cercana, nada. Con esa pregunta me deja pensando. No sé de qué manera conecté con la música. Fue algo natural, como una vocación. El oficio me encanta, siento que encaja en mi estilo de vida. Amo estar en un estudio. Yo hago música desde muy pequeño, empecé fue cantando música popular. Yo llegaba a Bogotá en las vacaciones a los ocho años, llegaba a un parqueadero a trabajar con mi cuñado. Ahí dejaban los alumbrados de Navidad y yo tenía un overol con el que vendía gas. Y me iba a pegarle cosas al overol porque yo me creía mariachi. Me metía en las tienditas de los camioneros a cantar música popular. Pero nunca lo vi como un proyecto de vida, lo vi como un hobbie. Empecé a avanzar, estudié comunicación social y me frustré. Yo dije: no puedo entrevistar al número uno, yo tengo que ser el número uno al que estén entrevistando. Todo iba enrutado a la música. Entonces eso fue natural.
¿Dónde se crio?
Yo nací en Medellín. Mi familia es paisa, pero me crie en El Cabuyal, un pueblito de Candelaria (Valle del Cauca). Es un pueblito pequeñito, de ahí han salido futbolistas, y tales. Pero no hay muchas oportunidades allá. Yo, cada vez que voy, visito los colegios para motivar a los muchachos. No soy una superestrella, ni mucho menos; sin embargo, trato de darles aliento de que sí se puede.
¿En qué momento tomó un desenlace su carrera? ¿Antes trabajaba con otros artistas?
Yo llegué a Bogotá y empecé a trabajar en discotecas, a vender shows. Hice hasta un Yo me llamo Cosculluela en algún momento, fueron dos fechas que hice por sobrevivir. Me vine a vivir acá muy pelao, a los 17 años. Sucede que trabajé con Mr Saik en Panamá de corista por mucho tiempo. Cuando regresé, fue que se desenlazaron muchas cosas para mi vida. Uno de los momentos más sólidos de mi vida y de mi carrera son ahora porque he sentado cabeza, aprendí de los errores, aprendí de las cosas negativas. Estuve envuelto en cosas en las que no debí estar envuelto. La vida nocturna golpea muy duro, y más cuando tienes 17 años y vienes de un pueblo. Es complicado. Ya llevo dos años firmado con La Industria Inc. y son dos años de muchos frutos, de muchas bendiciones.
Menciona mucho esa época oscura que vivió, ¿a qué se refiere? ¿Qué lo marcó?
Yo me crie en una bomba de gasolina, entre camioneros y gente que caminaba para ir a otro destino, salir de su país. Vi mucho a los venezolanos migrando... Muy doloroso. Y lo que le hablaba del lado oscuro es la vida nocturna que me marcó, envuelto en drogas, en todo lo que tiene que ver con la oscuridad. Eso me golpeó fuerte. Yo vengo de una familia en la que no tuve padre. Viví con mi mamá y mis dos hermanas. No tuve la voz paternal. Mi mamá me dio valores, pero cuando me fui y llegué a Bogotá solo, pues dejé a un lado los valores que me enseñó. Fue algo que tuve que vivir. Pero superé los tropiezos.
Yo me crie en una bomba de gasolina, entre camioneros. Y lo que le hablaba del lado oscuro es la vida nocturna que me marcó, envuelto en drogas, en todo lo que tiene que ver con la oscuridad.
¿Siempre puede haber esperanza?
Todo el tiempo. Todas las vidas, todos los mundos de las personas, tienen sus agites. No puedo decir que yo soy el más agitado, seguro hay otra persona que tiene más sed que yo, pero esa persona que tiene más sed no vivió lo mismo que yo. Cuando hablamos en el cuento del ‘rebusque’, de salir adelante, pues el camino se desvía, pero se puede enderezar.
¿Cómo es su proceso para escribir? ¿Cómo es el proceso creativo?
No tengo un momento que diga: me levanté a las 3 de la madrugada a escribir una canción. Es más una cuestión de fluir. A veces me pones un instrumental y te saco una canción en cinco minutos. A veces me ponen un instrumental y no te saco ni un “yo soy tu capo, baby”, que es mi dicho (risas). Es como dependiendo del estado de ánimo. La mayoría de veces lo hago en el estudio, con el productor, y a fluir. No tengo un tema referente, tengo miles en la cabeza y se va es con el que me siento más cómodo.
¿Por qué Kapo?
Le conté que mi papá no estuvo. Pues a mi papá le decían Capo. Pero si él al menos no me dio el apellido, por lo menos me quedo con el sobrenombre. Me puse Kapo. Siento que un Kapo no es solamente aquellos que conocemos, sino también todos somos unos capos en lo que hacemos, somos unos cracks. Quería reflejar eso. Ser los mejores en lo que hacemos. En nuestro lenguaje, pero esmerándonos siempre.
En este momento de su vida y de su carrera, ¿qué es lo que más lo ha sorprendido?
Me ha sorprendido la persona que soy hoy. Yo creo que hay cosas que no se palpan, pero se sienten mucho más. Como conocer a ciertos artistas. Yo grabé con Reikon una canción que se llama Mochilera. Para mí, Reikon es de los artistas que escucho desde hace mucho. Firmé con La Industria Inc., donde está Nicky Jam, donde está Choc Quib Town, y otros artistas que iro. Pero más allá de eso, es la evolución que he hecho como persona. Mirarme al espejo y decir que lo que hoy estoy empuñando es un micrófono. Y estoy dedicado a la música, nunca haciendo el mal. Es decir, nunca he hecho el mal a la gente. Pero me hacía daño a mí mismo. Ver que eso no está pasando, para mí es muy satisfactorio.
¿Cuál es el siguiente paso?
Quiero desarrollar lo que tenemos planeado con La Industria Inc., sacar los demás ‘temas’, quiero la paz para el mundo (risas)... Ser feliz, eso es lo que quiero. Uno puede estar en un yate, pero si no es feliz, no aguanta. Entonces, prefiero quedarme acá sentadito ‘parchado’.
SIMÓN GRANJA MATIAS
@simongrma
REDACCIÓN DOMINGO