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Alekos: 35 años de la sonrisa de gnomo que enamoró a los niños con música
El ilustrador, músico, actor y escritor de literatura infantil es el gran homenajeado este mes.
Muchos recuerdan a Alekos en el programa de Tv 'El rincón del cuento' (1996 - 1997) Foto: Abel Cárdenas/ EL TIEMPO
Siempre tenemos un recuerdo grato de los buenos amigos y el más agradable es el que se remonta al campo de la magia, porque si hay un ser humano que tenga aquello que Federico García Lorca llamaba “el duende” es Alexis Forero, Alekos o el Gran Alekitos, como lo conocen los niños colombianos cariñosamente. Borges diría que este nombre encierra un oxímoron, pues contiene dos verdades opuestas, ya que el personaje es grande de corazón y pequeño de cuerpo.
Nuestro querido Alekos es el gran homenajeado este año en el Festival de Libros para Niños y Jóvenes que se celebra durante el mes de octubre en al país, al celebrar 35 años de una talentosa carrera artística.
Desde los tiempos de la Facultad de Artes en la Universidad Nacional ese muchacho con cara y sonrisa de gnomo –que las ha conservado durante toda la vida– ya era famoso por sus andanzas en los universos de la pintura, el dibujo, la música y la fantasía que le permitía encantar a los niños y claro que a las niñas, pequeñas y grandes, por su inmensa capacidad para la ternura.
Gracias a la vida he tenido la suerte de ser amigo de este artista “desde el siglo pasado”, como dicen las abuelas. Puedo dar fe no solo de múltiples encuentros por los senderos de la literatura, donde ha enriquecido muchos de mis libros con su prodigiosa creatividad, sino de aventuras inverosímiles, como una expedición a Tikal, en las selvas del Petén en Guatemala donde yo era él y él era yo, gracias a que hubo –por arte de birlibirloque– dos pasajes en avión a mi nombre durante una feria del Libro en Centroamérica. Y allá fuimos a adorar los dioses mayas.
Sus libros son publicados por Panamericana Editorial Foto:archivo particular
¿Y qué no decir de un Festival del Fuego en Santiago de Cuba, donde manteníamos literalmente volando gracias al bendito ron y a una bebida de melaza fermentaba que dibujaba siempre sonrisas en la cara y hasta permitió que conociéramos al gran García Márquez en una noche milagrosa al son de la música caribeña?
Puedo revelar dogmas del Gran Alekitos que ni los biógrafos ni los historiadores se han puesto de acuerdo acerca de los orígenes del talento de este artista:
¿Fue por haberse criado en una casa con un patio que tenía huerta y árboles frutales –papayuelo, durazno, brevo– habitado por tres famosas gallinas que acudían cuando las llamaban con los apellidos de la familia –la Forero, la López y la García–. Además tenía un jardín encantado con un perro de nombre Jazmín, una miquita que se llamaba Mona y una lora que se llamaba Lora?
¿Fue por tener un papá con taller de carpintería que además era calígrafo y “mecanotaquígrafo”?
Sus libros son publicados por Panamericana Editorial Foto:archivo particular
El hecho cierto es que Alekos desde pequeño sigue siendo como un niño que permanentemente busca la magia. Y lo más hermoso es que cuando la encuentra, la pinta, o la canta con una guitarra que es casi tan grande como él, o muchas veces la relata con palabras que llenan el mundo de luces y colores, e incluso la representa, pues además es un gran actor.
En esa búsqueda constante se ha aliado con titiriteros sin casa, actores sin máscara, músicos sin partitura, poetas que recogen versos en los parques y un día ilustró un libro para niños y le gustó y lo mejor fue que le encantó a los chiquitos y al Gran Alekitos también le encantó ese oficio.
Un día saltó por encima del océano Atlántico con su guitarra, sus lápices y sus pinceles, para llegar a España donde encontró los tesoros que los conquistadores no encontraron en América y creó las pequeñas esculturas de cosas que no sirven para nada y que llamó inutensilios.
Otra de sus maravillosas ocurrencias para los niños. Foto:archivo particular
Después se unió a una compañía de trotamundos llamados el Teatro de los Sentidos, y con ellos recorrió Europa, para luego seguir recorriendo el universo desempeñando diversos oficios: mago del tarot en Barcelona, director de un teatro de Deditos en Francia, acariciador de sombras en Copenhague, contador de historias de arena en Alemania, habitante de roperos en Brasil o creador, director, diseñador y maestro de ceremonias en los simposios internacionales de los Animalitos Liberaos.
Como todos los seres humanos, a veces le llega la nostalgia por los amores que ha dejado en los puertos del mundo y se inventa canciones, poemas y dibujos que después se vuelven libros que son obras de arte.
Hoy día el Gran Alekitos continúa su exploración incansable y no sabemos si ya encontró lo que buscaba, pero lo cierto es que sus amigos hemos hallado los tesoros de su amistad y las joyas de creatividad que nos comparte gracias a su talento.
Celso Román*
Para EL TIEMPO
*Escritor colombiano de literatura infantil y juvenil.