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Kraftwerk y su impresionante concierto de un futuro que no es horrible
La mítica banda se presentó el 27 de mayo en Bogotá dando cátedra de cómo hacer música electronica.
Concierto de Kraftwerk en Bogotá. Foto: Andrea Moreno.ELTIEMPO
Después de ver a Kraftwerk en concierto, la banda alemana que lleva más de medio siglo dando cátedra de música electrónica y a la que se debe que hoy existan grupos como Depeche Mode, Chemical Brothers o Rammstein, uno alcanza a imaginar un futuro menos apocalíptico, a pesar de que en sus canciones se habla de contaminación radioactiva, de máquinas difuminando la condición humana y hasta de un amor por los computadores y la tecnología, la fama o la soledad.
Eso pasó el 27 de mayo con la presentación de los cuatro jinetes de un universo tecnológico y sonoro amplificado con poderosos beats, voces computarizadas y samplers profundos. Liderada por un Ralf Hütter tan pragmático como talentoso, la agrupación llegó a Bogotá para compartir sus melodías cibernéticas y tan adelantadas, que hoy suenan relevantes y espectaculares. Su producción sonora parece arrancada de una delirante trama de ciencia ficción que comenzó con una pantalla gigante con un fondo rojo intenso y cuatro formas (pixeles) iluminaron a los casi dos mil devotos que le cumplieron la cita a la banda de Düsseldorf.
Concierto de Kraftwerk en Bogotá. Foto:Andrea Moreno.ELTIEMPO
“Era imperativo estar aquí, esta podría ser la primera y última vez que los veamos”, afirmó un fanático en una charla con una amiga, antes de que el reflejo rojo sobre la pantalla pintara los rostros de los asistentes que, faltando dos minutos para las 10 p.m. cambiaron el barullo de sus conversaciones en el Chamorro City Hall de Bogotá, por el grito histérico de alegría al saber que faltaba muy poco para ver a sus ídolos.
El escenario pasó unos segundos de la penumbra, a convertirse en el lienzo de miles de columnas de números con un verde fluorescente mientras comenzaba una voz sintetizada a decir números: 1, 2, 3,4…Era la canción Numbers, con la que dieron la bienvenida a sus fanáticos. Ralf Hütter, Henning Schmitz, Fritz Hilpert y Stefan Pfaffe aparecían estáticos con la mirada fija en sus teclados y secuenciadores y con ese famoso (casi) exoesqueleto adornado de un potente haz de luz verde intenso, que fue cambiando de color durante el show.
A pesar de un performance minimalista, carente de aspavientos o movimientos histéricos, la robótica melodía de Kraftwerk fue invadiendo el espacio con It's More Fun to Compute / Home Computer, un clásico que hizo saltar a una audiencia que parecía hipnotizada o programa para moverse y aplaudir a esa compleja y deliciosa estructura sonora de la canción en la que se repetía su única frase: “la computadora es más divertida”, mientras la pantalla se llenaba de franjas horizontales que parecían retazos de píxeles alargados.
Concierto de Kraftwerk en Bogotá. Foto:Andrea Moreno.ELTIEMPO
Luego hubo paso para un viaje más alucinante con Spacelab. La armadura de los músicos era azul intensa y el fondo daba paso a una nave que dejaba ver al espacio, a un satélite y que son su forma ovalada aterrizaba en Bogotá.
La imagen, junto a un mapa de Colombia proyectado, emocionó hasta el paroxismo a los asistentes que comenzaban a moverse un poco más en una danza densa que comenzaba con una descarga de bajos en los pies y que explotaban en las piernas antes de llegar al cerebro. La sensación se repitió cuando se escuchó Computer World, pero con una intensidad mayor y eso llevó a que más gente comenzará a moverse; no era para menos, las secuencias y los beats demoledores se habían apoderado del cuerpo de todos en el recinto.
Concierto de Kraftwerk en Bogotá. Foto:Andrea Moreno.ELTIEMPO
La madera comenzaba a crujir en el interior de recinto tras su golpe de bajos contra el suelo. Pero cuando las gráficas en la pantalla revelaron una carretera y un Volskwagen escarabajo tratando de llegar a su destino en una melancólica travesía de colores artificiales, varios gritaron ¡Autbahn¡, uno de los éxitos más grandes de su carrera. Ya todo el mundo estaba rendido a los pies del grupo, que luego compartió un hit indiscutible: The Model, quizá la canción más popular de Kraftwerk.
Concierto de Kraftwerk en Bogotá. Foto:Andrea Moreno.ELTIEMPO
Como era de esperarse, la histeria se disparó, la gente cantó hasta quedar casi sin voz y los integrantes del grupo miraban a su púbico sin inmutarse, pero listos para entregar otra avalancha de éxitos como Tour de , aquel hit que se convirtió en un clásico casi de inmediato.
Pero el piso temblaba con más intensidad, el baile fue más poderoso y con Radioactivity la pantalla se llenó de hondas blancas con un fondo negro luego saltó a un amarillo intenso quizá emulando el tono de una contaminación de energía nuclear.
No importaba si Hütter y sus compañeros en la tarima mantenían su postura rígida y concentrada, abajo la fiesta se configuró de una manera orgánica. La gente aplaudía y grababa con los celulares mientras el grupo les recordaba que eran robots, pero la mayoría estaba pendiente de atrapar varios momentos para el recuerdo.
Concierto de Kraftwerk en Bogotá. Foto:Andrea Moreno.ELTIEMPO
Como los tonos grises de Trans Europe Express o la melodía melancólica y tranquila de Neon Nights.
Bueno, ya vi a Kraftwerk, una banda que hizo historia.
Tras una pausa para recargarse, Kraftwerk reapareció para rematar con Planet Visions y la impresionante Boing Boom Tschak / Music Non Stop, en una deliciosa contradicción de fuerza y una experiencia estética cargada de líneas e imágenes coloridas con onomatopeyas del sonido que estaban creando la agrupación, acompañada de los beats efectivos de una canción que recalca que la música no termina.
Aunque fue con esa que terminaron para luego despedirse uno por uno del público y dejando de último a Ralf Hütter, quien casi susurró auf wiedersehen (hasta pronto), seguido por un ¡gracias! en español antes de poner su mano en el corazón al escuchar la melodía de aplausos que se mezclaba con los últimos sonidos de la canción.
Concierto de Kraftwerk en Bogotá. Foto:Andrea Moreno.ELTIEMPO
Poco a poco las luces se encendieron y había rostros de felicidad (y uno que otro de incredulidad), los padres de la electrónica habían aterrizado y amenizado con su música la idea de un mundo futuro, extraño, lleno de colores intensos y de androides de corbata, pero con un alma esperanzadora y muy pegajosa.
Al final muchos seguían tarareando alguna de las canciones otros, como una chica que llevó a su novio a que conociera a su banda favorita, se limpiaba un par de lágrimas antes de decir: "Bueno, ya vi a Kraftwerk, una banda que hizo historia".