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Bob Marley, el rey de la música ‘reggae’ que permanece vivo
Ya son 40 años del fallecimiento del músico que hizo universal el reggae.
Julian Marley, hijo de la leyenda del reggae Bob Marley es uno de los invitados este año Foto: Jamming Festival
Si John Lennon se atrevió a afirmar que The Beatles eran “más famosos que Jesús”, quizá lo mismo podría decirse de Bob Marley, un hombre que ha trascendido generaciones, fronteras y hasta géneros musicales, para ser uno de los grandes referentes artísticos de todos los tiempos y un auténtico símbolo de empoderamiento para los oprimidos y los menos privilegiados.
Venerado en su país natal y en todo el mundo, especialmente en África, Bob Marley es una auténtica leyenda que puso en el mapa musical a Jamaica, una isla caribeña con una efervescente escena rítmica que tiene en el reggae a su máximo exponente desde que Marley, junto con The Wailers, lo exportara al resto del mundo con gran éxito a principios de los 70.
Una estrella global
“Al nacer Bob Marley, nadie hubiera pronosticado que un niño de su entorno social podría convertirse en un revolucionario de la música. Su raza, su nacionalidad y su humilde familia no parecían indicar que pudiera escapar de la pobreza”, señala Richie Unterberger en la biografía del artista Bob Marley and the Wailers: the Ultimate Illustrated History.
Partiendo de sus humildes orígenes en la localidad de Nine Mile –donde nació el 6 de febrero de 1945 y todo un lugar de peregrinación para sus fans–, que sin duda marcaron su trayectoria, Marley se convirtió en el gran representante del reggae y lideró el movimiento rastafari, llevando su mensaje de paz y amor, pero también de lucha, a todo el mundo a través de sus canciones, auténticos himnos para varias generaciones.
Marley fue una estrella global surgida en plena consolidación de la independencia de Jamaica, todo un revolucionario que dejó uno de los más importantes legados musicales de la historia, del que, tras su fallecimiento en Miami el 11 de mayo de 1981 a consecuencia de un cáncer, se encarga su familia y mantienen vivo sus millones de seguidores en todo el mundo.
El santo patrón del reggae entró en el Rock & Roll Hall of Fame en 1994, por hacer “música tan políticamente poderosa como cautivadora. Su combinación de ritmos contagiosos y letras relevantes lo elevó a un estado casi mítico, más grande que la vida”, un músico que, desde el rocksteady, el ska y el reggae, difundió “vibraciones positivas” que se podrían resumir en su célebre One Love.
I Shot the Sheriff, No Woman, No Cry; Jamming, Redemption Songs, Three Little Birds, Get Up, Stand Up, Could You Be Love, Is This Love, Buffalo Soldier… la lista de sus éxitos es interminable.
El álbum recopilatorio Legend, publicado tres años después de su fallecimiento, es el más vendido de la historia del reggae, con unos 30 millones de copias en todo el mundo; el segundo con más semanas en las listas de Billboard, con más de 500, y figura también entre los mejores álbumes de la historia seleccionados por la revista musical Rolling Stone.
Los premios Grammy reconocieron la importancia y la influencia de la trayectoria musical de Bob Marley con el galardón a la carrera artística en 2001, aunque su legado va más allá, ya que no dudó en posicionarse socialmente en su vida pública, un papel que continúa The Bob Marley Foundation, creada en 1986 por la familia del músico.
l legado musical de Bob Marley, uno de los más importantes de la historia, ha perdurado en el tiempo, gracias a su familia y a sus millones de seguidores en todo el mundo. Foto:EFE
El origen de un mito
En la biografía de Marley no faltan los episodios oscuros: en el libro No Woman, No Cry: My life with Bob Marley, Rita Marley –su esposa desde 1966, y madre de cinco de los trece hijos de Bob Marley– homenajea su legado, pero también desvela una imagen del músico totalmente alejada de la que ha trascendido al gran público, y lo describe en una etapa de su vida como un hombre infiel, machista y violento, “corrompido por el negocio del entretenimiento”.
Hijo de madre soltera, Robert Nesta Marley se trasladó junto con su madre a la capital, Kingston, donde Marley comenzó a desarrollar su talento musical junto a su amigo Neville Livingston (Bunny Wailer), y a ellos se uniría más tarde Winston Hubert McIntosh (Peter Tosh), para formar The Wailers, con los que grabó sus primeros sencillos y álbumes desde 1963 hasta 1974, cuando Wailer y Tosh abandonaron la banda.
Desde el Studio One lanzaron buen número de canciones, entre ellas Simmer Down, con la que en 1963 se convirtieron en uno de los principales fenómenos del ska que despuntaba por entonces; y en 1965 lanzaron su primer álbum, The Wailing Wailers, al que siguieron Soul Rebels (1970), Soul Revolution (1971), The Best of the Wailers (1971), Catch a Fire (1973) y Burnin' (1973).
Fue el disco Catch a Fire, grabado con Island Records, el que lanzó a The Wailers al estrellato mundial y empezó a forjar la leyenda de Bob Marley, gracias a canciones como Concrete Jungle, Slave Driver, Stir It Up o Kinky Reggae.
Un disco que, en palabras de David Sinclair, “hizo por el reggae lo que Please, Please Me, el primer disco de The Beatles, había hecho por el pop una década antes”: con aquel álbum el reggae salió de Jamaica para convertirse en universal, y Bob Marley se convirtió desde entonces en una de las mayores influencias musicales para músicos de todos los géneros.
A partir de 1974, Bob Marley refundó la banda como Bob Marley & The Wailers, con los hermanos Carlton y Aston Barrett, en la batería y el bajo; Junior Marvin y Al Anderson como guitarristas principales, Tyrone Downie y Earl Lindo en los teclados y Alvin Patterson en la percusión. A la banda la acompañaban, como coristas, las I-Threes: Rita Marley, Judy Mowatt y Marcia Griffiths.
Su éxito arrollador continuó con Natty Dread (1974), Rastaman Vibration (1976), Exodus (1977), Kaya (1978), Survival (1979) y Uprising (1980), último álbum lanzado en vida del cantante jamaicano, tras el que de forma póstuma se publicó Confrontation (1983).
Música, juventud y leyenda
Exodus fue uno de los discos más importantes de Marley, grabado en Londres poco después de haber sobrevivido a un intento de asesinato, al igual que su esposa, en una de las épocas más violentas vividas en la isla, y en la que Bob Marley, todo un líder espiritual para los jamaicanos, estaba en el punto de mira por su posicionamiento político.
El gobierno del socialista Michael Manley le había convencido para ofrecer un concierto gratuito en Kingston con el nombre de Smile Jamaica, con la intención de calmar los ánimos, y que estaba programado para el 5 de diciembre, una actuación que multiplicó las amenazas contra el artista.
Pese a que dos días antes siete pistoleros entraron en su residencia para intentar acabar con su vida disparándole al corazón –algo que milagrosamente no sucedió, ya que la bala acabó en su brazo–, Marley actuó durante hora y media para 80.000 espectadores en un evento al que tampoco faltó Rita Marley, que había recibido un disparo en la cabeza la noche del ataque.
Desde aquel acontecimiento, Jamaica dejó de ser el hogar de Bob Marley, que se trasladó a Bahamas, Estados Unidos y Reino Unido, una huida que inspiró el que la revista Time consideró el álbum más importante del siglo XX, con canciones como Jamming, Waiting in Vain, One Love/People Get Ready y Three Little Birds, y que contribuyó a convertirlo en el mito que todavía es.
Una pasión que casi lo salva
Una de sus mayores pasiones fue su gusto por el fútbol. En el documental de YouTube Legacy, en su capítulo cuatro ‘Rhythm of the Game’, narra la vida de Bob relacionada con este deporte desde Kingston hasta Inglaterra, Brasil y África. Para él, el fútbol era una expresión de libertad, era una expresión de sí mismo. “Todo el movimiento, lo que se hace con la pelota, cómo se juega el fútbol… Siento que la música va con el fútbol. El ritmo, el ritmo del fútbol y el ritmo de la música”, decía.
Algo muy habitual era que Marley alternaba sus grabaciones en el estudio y sus giras con el campo de fútbol y el balón. Un mes después del lanzamiento de Exodus, y gracias al fútbol, se dio cuenta de su enfermedad. Según cuenta el diario ABC, el 26 de junio de 1978, Marley montó un partido entre periodistas y sus músicos. En una jugada, un integrante de la revista Rock and Folk le pisó el pie derecho y Marley abandonó el campo lesionado. Días después, la uña se le cayó y el dedo empezó a dolerle tanto que tuvo que ir al médico. Durante la consulta, el médico vio algo raro precisamente en ese dedo, y tras unos análisis se le diagnosticó un melanoma maligno. Le aconsejaron amputar el dedo, pero Marley se negó porque la religión rasta le impedía deshacerse de cualquier parte de su cuerpo.
De esta manera, Bob Marley decidió seguir adelante con la gira programada y no seguir tratamiento, de modo que su salud fue empeorando progresivamente, hasta su fallecimiento a los 36 años, cuando había decidido regresar a Jamaica.
La importancia de Bob Marley para la cultura de su país es innegable, una contribución por la que en abril le habían concedido la Orden del Mérito de Jamaica, una de las mayores distinciones de la isla caribeña, y fue despedido con honores de Estado.
El primer ministro de Jamaica, Edward Seaga, resumió así su figura en el funeral: “Su voz fue un grito omnipresente en nuestro mundo electrónico. Sus rasgos afilados, su aspecto majestuoso y su forma de moverse se han grabado intensamente en el paisaje de nuestra mente. Bob Marley nunca fue visto. Fue una experiencia que dejó una huella indeleble en cada encuentro. Un hombre así no se puede borrar de la mente. Él es parte de la conciencia colectiva de la nación”.