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El día que Gabo y Vargas Llosa estuvieron a un clic de distancia y una Fotinski

Daniel Mordzinski, el fotógrafo de los escritores, presentó el libro 'Hotel Chile' en Hay Festival.

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Daniel Mordzinski - no usar Foto: Daniel Mordzinski

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El 20 de enero de 2010 Daniel Mordzinski, el gran fotógrafo de los escritores y un ícono del Hay Festival, se sintió como las Naciones Unidas de la literatura cuando fotografió a Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez en el mismo día. “Lo que la vida no había logrado hacer, lo había logrado yo a través de un acto consecutivo fotográfico”, recuerda con orgullo.
Todo empezó por un encuentro fortuito por culpa de su insomnio. Antes de las 8:00 a. m., en el Hotel Santa Clara de Cartagena, se encontró al escritor peruano en la hora del desayuno aunque este, señala Mordzinski, ya había salido a caminar. Lo supo enseguida cuando lo invitó a unirse a la mesa y sostuvieron una conversación sobre el hotel, el clima, la vida y la nada. Se conocían hacía ya muchos años así que la pregunta surgió naturalmente: “Mario, tanto tiempo y nunca te hice una ‘fotinski’”. “¿Qué es eso?”, señaló Vargas Llosa, quien según explica el fotógrafo, le tiene un miedo increíble al ridículo. Después de escuchar, aceptó hacerle su ‘foto rara’. “Fotinski”, enfatizó Mordzinski.
La cita quedó pactada para las dos de la tarde, de ese mismo día, cuando el autor de La ciudad y los perros saliera de una charla con Juan Cruz en el Teatro Adolfo Mejía. Minutos después, el fotógrafo subió a su propia habitación y recibió una llamada de Mercedes Barcha, la mítica ‘Gaba’. “Hola, Daniel, ¿qué tal te parece fotografiar hoy a Gabito?”. Sí, al Gabo del 2010, el mismo que ya no daba entrevistas ni se dejaba fotografiar. La euforia de la invitación se convirtió pronto en angustia cuando ella mencionó la hora: “Te espero a las 2 de la tarde”.
Daniel Mordzinski - no usar

Daniel Mordzinski - no usar Foto:Daniel Mordzinski

No se necesitaba ser el fotógrafo de los escritores para saber que no se le podría cancelar una cita a Gabriel García Márquez por Mario Vargas Llosa. La pelea entre los dos premios Nobel, que terminó con un violento puñetazo en la cara de Gabo, tenía un carácter mítico. Y la foto de Gabo, con su ojo morado y su sonrisa descomunal, del mexicano Rodrigo Moya, es otra joya visual. Puños, celos y un secreto de casi medio siglo, ¡cómo escapar! Mordzinski le respondió a Mercedes Barcha con una pirueta genial: “Usted sabe que yo soy argentino y necesito hablar con mi psicoanalista ante una foto importante para que me dé su opinión”. Mercedes parecía un poco desconcertada ante la respuesta, pero finalmente Mordzinski logró agendar la cita con Gabo una hora después de su cita con Vargas Llosa.
El problema parecía resuelto, sin embargo, Mordizinski no contó con la obligada larga firma de libros al final de la charla. No podía llegar tarde a casa de García Márquez. “Cinco, diez, veinticinco, cien, ¡eran infinitos libros! Yo miraba el reloj y tenía un taxi esperando afuera”, recuerda. En un momento se acercó al oído del peruano y le dijo: “Mario, llevas firmando cuarenta minutos. Te veo muy cansado, ¿no quieres parar?”. El hombre de la editorial que acompañaba al futuro Nobel (lo recibiría ese año) lo fulminó con la mirada.
Daniel Mordzinski - no usar

Daniel Mordzinski - no usar Foto:Daniel Mordzinski

Finalmente, consiguió llevar al autor de Conversación en La Catedral a una habitación del Hotel Santa Clara para realizar la ‘Fotinski’. El fotógrafo le pidió al escritor que se acostara envuelto entre las sábanas. Le prestó su ‘Moleskine’ –la libreta fetiche de los escritores y de Mordzisnki– para que simulara que escribía. Con la complicidad del hotel –quienes lo conocen desde hace años–, recreó una escena de su libro Un pez en el agua (1993), gracias a una idea del periodista Juan Cruz. El escritor peruano dejó unos versos en la libreta de Mordzinski. Aunque al principio pensó que era un poema inédito, pronto un amigo le advirtió que era un poema de Vallejo sobre París, la ciudad que fue su hogar por muchos años.
No tuvo tiempo de celebrar. Cuando consiguió la foto, salió de inmediato para la casa del Nobel colombiano. Alcanzó apenas a cambiar su habitual atuendo negro, empapado de sudor por el trajín de la hazaña, y se puso una guayabera color ‘cremita’ que, según descubrió unos minutos después, tenía una horrorosa mancha color café que se expandía lenta e inexorablemente. Los chocolates que llevaba de regalo para Gabo se le derritieron en el bolsillo con los 38 grados centigrados de Cartagena.
Resignado a desaparecer la mancha con la mente, encontró a Mercedes Barcha frente a un Mac blanco portátil. La saludó y luego vio la aparición de un García Márquez impoluto, con pantalón blanco y una camisa amarilla.
***
Daniel Mordzinski

Daniel Mordzinski Foto:Daniel Mordzinski

Con la foto de Gabriel García Márquez sentado en su cama, otra abrazando a su esposa y una tercera del Nobel peruano y ex esposo de Isabel Preysler, Mordzinski presentó un breve video durante su charla en el marco del Hay Festival Cartagena 2023 en el Hotel Santa Clara.
El gran fotógrafo de los escritores dejó su habitual trabajo entre el público para subir al escenario junto a Juan Gabriel Vásquez y presentar el libro ‘Hotel Chile’ de su amigo el escritor chileno Luis Sepulveda: el primero que le rechazó una ‘fotinski’ y el entrañable amigo que falleció en marzo de 2020 por cuenta del maldito coronavirus.
A dos años de su muerte, el libro es una selección de textos, algunos inéditos, del escritor chileno acompañados de las fotografías de Mordzinski. La obra presenta una exploración de la vida de un viajero incansable y comprometido a lo largo de su vida.
Daniel Mordzinski

Daniel Mordzinski Foto:Daniel Mordzinski

El fotógrafo parecía tímido bajo las luces de los reflectores. Habituado a ser el que cuenta las historias de los escritores a través de la luz, era una ironía para él recibir la luz sin tener el lente de su lado. Acostumbrado también a sacar a los escritores de su pose de escritores con situaciones irrisorias, la famosa ‘fotinski’, ahora era retenido en una silla frente a cientos de espectadores expulsado de su pose de fotógrafo.
Daniel Mordzinski nació en Buenos Aires en un día que no existe. El 29 de febrero de un año bisiesto de 1960. A los 8 años, empezó una venganza contra un payaso que terminó en una vida dedicada a la fotografía. Cuando su padre lo llevó al circo por primera vez, recibió a la entrada un número de papel para entrar en un concurso. El premio sería una cámara Kodak Fiesta. Sin embargo, cuando el payaso anunció el número que a él le había correspondido, su padre había perdido el papel. Pese a las súplicas y argumentos del pequeño Daniel – quien justificó racionalmente cómo solo él podría tener el número en la sala–, aquella criatura le negó su posibilidad de recibir la ansiada cámara. Ese día, recuerda entre bromas, que su camino empezó a trazarse: una pasión por la fotografía y un odio profundo por los payasos.
Daniel Mordzinski

Daniel Mordzinski Foto:José Ignacio Estupiñán/HayLab2023

Dicen que no duerme. Dicen que es muy ‘goloso’ y siempre ofrece chocolates como presente. Se considera un especialista de vanidades porque se pasa la vida retratando –y rompiendo involuntariamente, si se puede decir– los egos de los escritores. Su presencia es como una ráfaga ubicua: aparece en todas partes pero a la vez en ninguna. No obstante, la mejor forma de hallarlo es estar en un lugar en el que puedan aparecer escritores. Es como su cebo. Su presencia aparece y se desvanece como un flash para el que usted sonríe sin saber muy bien en qué momento aceptó ser parte de esa ‘travesura visual’ llamada ‘fotinski’.
Daniel se presenta ante usted y le habla con ese tono de voz argentino que da la sensación de estar a punto de hacer una declaración metafísica ante cualquier circunstancia trivial. Le saluda y presenta a su escudero, como buen personaje quijotesco. Así es, tiene escuderos en Perú, México, y Colombia. Isaac, ‘El paisita’, es su compañero en Colombia, un fotógrafo de Medellín que conoció en la Feria del Libro de Medellín hace unos 10 años.
Como buen escudero, Isaac tal vez es una de las pocas personas que podría hacer una ‘fotinski’ de Daniel Mordzinski, un reto que tiene pendiente. Sin embargo, recuerda una fotografía que puede acercarse un poco mientras se preparaban para visitar a la poeta Olga Helena Mattei, que acababa de salir de una cirugía del corazón. Habían ido a una peluquería para prepararse y Daniel le pidió a Isaac encontrar un globo en forma de corazón. La poeta antioqueña se conmovió con el detalle. La fotografía muestra a un Daniel fuera de su pose de fotógrafo: un Mordzinski cotidiano que se prepara para su oficio como si fuera a una cita.
Daniel Mordzinski

Daniel Mordzinski Foto:Hay Festival Cartagena 2023

Por su lente, han pasado los grandes escritores, los ocultos, los nuevos, los timidos, y en cada ‘fotinski’ consigue sacarlos de su zona de confort. Con 18 años fotografió a Borges. Un año después retrató a Julio Cortázar en París. Hoy puede contar a Fernando Trueba en la ducha, a Salman Rushdie comiendo un racimo de uvas en una bañera de mármol vacía, a Ricardo Piglia caminando hacia el mar, a Irene Vallejo sobre las murallas de Cartagena, a Ernesto Sabato, Almudena Grandes, Umberto Eco, Carlos Ruiz Zafón y la lista no acaba.
Así que cuando apunta con su cámara, no hay manera de decirle que no. ¿A cuenta de qué? Si como dice Villoro, “Hoy en día un acto literario sólo parece real si él está presente”.
***
En la casa de Daniel Mordzinski no hay muchas fotos suyas. En sus paredes cuelgan retratos de escritores que sus colegas le han regalado: Borges retratado por Pepe Fernandez, otras de Sebastião Salgado. Solo en un cuarto tiene un ‘altarcito’, como lo llama él, con tres fotos suyas rodeadas de velas, como un homenaje a tres escritores hermanos que se han ido estos últimos años: Enrique De Hériz, el inventor del término ‘fotinski’, el escritor Antonio Sarabia, autor de ‘Amarilis’, y el tercero es su amigo entrañable, el escritor Luis Sepulveda. Todos los viernes, en su casa en Lisboa, les enciende una luz, piensa en ellos y los vuelve a leer.

Las mejores 'fotinskis' de los Hay Festival Cartagena

Esta es una selección elegida por el mismo Daniel Mordzinski. 

Entrevista con Daniel Mordzinski

Usted tiene ahora discípulos en la fotografía. ¿De quién fue discípulo en el pasado?
De los maestros de la luz, por supuesto, que son Velázquez, Murillo, Magritte. Yo creo que nosotros los fotógrafos somos deudores de los pintores. Absolutamente todas las reglas compositivas, muchas, con respecto a la luz, las hemos heredado, las hemos aprendido de las pinturas y entonces es muy importante saber mirar para saber sentir, para lograr sentir. También me siento tremendamente deudor de la prensa.
¿A qué se refiere?
Yo personalmente le debo muchísimo a la prensa.  Pienso, por ejemplo, en la calidad y en la capacidad de ser rápido, creo que es fundamental. Lo que un fotógrafo no logra en 15 minutos no lo va a lograr en una hora.
Usted tuvo una experiencia como periodista de guerra…
Así es, fui durante muchos años periodista de guerra y fue una gran escuela de todo, de fotografía, de prensa y de vida. Y entonces la rapidez es una herencia del periodismo y luego también, esa posibilidad o esa actitud que uno tiene de aprender a sentir la luz, de entrar a un cuarto, un ambiente, una pieza y como si fuera un escáner, inmediatamente ver de dónde viene la luz, dónde está la ventana, cuál es el rincón que potencialmente uno puede sacar la mejor foto. Claro que hay días buenos y días malos, lo tenemos todo.
¿Qué más le agradece al periodismo?
No dejarme intimidar por nadie. Creo que siempre lo he pretendido sin reivindicarlo, hay que tratar exactamente de la misma manera a un autor que tiene varios libros publicados o que está comenzando. Te diría más, no hay que ser más suave o más delicado con aquellos que están comenzando, pues todos hemos comenzado. Pero es importante recordar de dónde venimos.
¿Lisboa es la ciudad que considera su hogar actualmente?
Pues te podría decir que mi hogar es un avión, que mi hogar es un libro. Pues prefiero decir que hay un momento en la vida para cada ciudad y que con la pandemia la pasé muy mal. La muerte de Luis Sepúlveda me rompió y a partir de ese momento quería volver a empezar. Necesitaba moverme y me moví a Lisboa, una ciudad maravillosa y bella, llena de gente generosa, hospitalaria, educada. Y también me gusta vivir rodeado de belleza. Me siento muy, muy cómodo en Portugal.
*Este contenido fue concebido y reporteado en el marco del Laboratorio de Periodismo Cultural #HayLab23

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