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‘En Cartagena hay ausencia de sentido de comunidad’: Teresita Goyeneche
La cartagenera reflexiona sobre su ciudad en 'La personalidad de los pelícanos'.
Goyeneche (Cartagena, 1985) fue fue ganadora de la Beca Gabo en 2018. Foto: cortesía de la autora
'La personalidad de los pelícanos', como se llama el libro con el que la escritora Teresita Goyeneche está llegando a las librerías, juega desde el título –por cierto poético– con una metáfora interesante: el peligro de la mano del hombre sobre los hábitos de supervivencia animal, que podría aplicase también a las sociedades.
El lector se encontrará al principio con la historia de un padre, que le dice a su hija que los cartageneros son como los pelícanos del mercado público de la ciudad. Dice el padre que los pelícanos locales han desaprendido a cazar porque reciben alimento de los pescadores y vendedores que les tiran las sobras de la limpieza de los pescados o de frutas ya muy maduras.
“La misión de la hija es demostrar que no todos los pelícanos son iguales, que no todos los y las cartageneras lo somos. Creo que el mensaje de entrada es que el libro es una promesa: haremos uso de la imaginación para poder entender esta maraña a la que llamamos ciudad”, explica la escritora cartagenera.
En estas páginas, el lector se va a encontrar con una crónica en dos dimensiones, “o tal vez más”, como dice su creadora. En el primer nivel se da cuenta de la historia reciente de la política cartagenera, una cronología que busca contestar cómo y por qué la ciudad turística más importante del país vive sumida en una crisis política y social de la que parece no tener escapatoria. El otro nivel es la crónica de cómo es crecer en esa ciudad “que se sostiene gracias a estructuras clasistas, racistas y de dominación masculina”, anota la autora.
Goyeneche (1985) explica que el libro, que le tomó casi tres años de trabajo, tuvo varias etapas. Una inicial de archivo en la que revisó publicaciones de diarios durante un período estudiado: 1988 a 2021. A esto se unieron otros trabajos de investigación académica y reportería de campo que ella misma realizó.
A veces, la distancia les permite a las personas conectarse mejor con lo más íntimo. Y fue justamente durante su formación en escrituras creativas en la Universidad de Columbia, en Nueva York (EE. UU.), donde Goyeneche interiorizó lo que sería el tono de su libro.
El libro es publicado por editorial Tusquets. Foto:archivo particular
“El tono íntimo fue una de las cosas que me quedaron de haber estudiado escritura en Nueva York. A los norteamericanos les gusta mucho escribir y leer historias en primera persona. Al principio sentía que escribir desde uno era, como dicen, mirarse el ombligo. Mucho del memoir tradicional tiene de eso. Pero luego me di cuenta de que la primera persona también es una forma de enunciarse desde un sitio, de incluir a muchos más sin obligarlos a ser parte. Estar lejos ayudó a tener tiempo para pensar en esa primera persona”, explica la autora.
Goyeneche es estudiante del doctorado en la City University of New York en el programa de Estudios Culturales Latinoamericanos, Ibéricos y Latinos. También es periodista independiente, gestora de proyectos periodísticos y hasta hace unos meses dictaba una clase en la Facultad de Periodismo de la Universidad Javeriana.
El libro también fue una oportunidad para que la escritora revisitara su niñez en Cartagena y descubrir cómo las dinámicas sociales afectan a todos de manera distinta. “Combina muchas cosas que me gustan: escribir, pensar el mundo, descifrar dinámicas sociales, recorrer lugares, perderme en mis pensamientos y hacer uso del oficio que más me gusta, que es el periodismo”
Es curioso que, guardadas las proporciones, Nueva York también sea un destino mundial, como Cartagena, que esconde realidades de desigualdad. ¿Lo siente así?
Sí, en Nueva York también hay, por ejemplo, crisis residenciales, graves casos de gentrificación. La pandemia dejó consecuencias para personas de bajos recursos en un país tan neoliberal como este. Ya van cientos (casi dos mil) de personas desalojadas en la ciudad, porque los dueños de sus apartamentos decidieron subir los arriendos después de la crisis para, la mayoría, recuperar lo que se perdió.
Usted también aprovecha para reflexionar sobre lo que es crecer como mujer en medio de una cultura machista...
Una de las reflexiones que me interesaba traer era justamente que la ciudad ha sido construida a partir de ideas masculinas sobre el poder y la política, ideas que permean la vida íntima de todas las personas. No creo que sea exclusivo de Cartagena o el Caribe, pero sí creo que particularmente en la ciudad hay resistencia a pensar de manera más femenina. La verdad, espero que este libro se inscriba en una nueva tradición, la de la mirada femenina, la de la imaginación femenina, una forma inédita de hacer ciudad.
Usted hace parte de una nueva generación, de alguna manera “progresista”, que comienza a mirar su propia ciudad, Cartagena, con una visión crítica, al igual que lo vienen haciendo nuevas voces como Margarita García...
Bueno, yo no creo que Margarita García Robayo siga siendo una nueva voz. Tiene por lo menos cinco libros publicados. Diría que escritoras como yo, que venimos detrás, tenemos mucho que agradecerles a mujeres como ella. También pienso que hay voces que no vienen solo de la literatura, sino que han hecho uso desde diversos géneros, formatos y oficios para actuar sobre las cosas que nos preocupan. Está el Capitán Cartagena, el famoso personaje de Jhon Narváez (protagonista de la película Rebelión), el pódcast Cartagena Federal, el proyecto Imagina Cartagena, y tantos otros. Las iniciativas críticas están y cada vez hay más.
¿A qué conclusiones llegó sobre por qué Cartagena ha sufrido esa historia reciente de corrupción política?
La ciudad está ya tarde para hacer una renovación en su infraestructura ejecutiva. Una que realmente sirva a las necesidades de la ciudad. El equipo de Dau presentó un proyecto de modernización política, por ejemplo, pero el Concejo no lo aprobó. Como están las cosas, la máquina es muy pequeña para istrar a la Cartagena de hoy. El Plan de Ordenamiento Territorial tiene más de veinte años, aunque la ciudad y el uso de su suelo han cambiado mucho en esas dos décadas. Eso hace que el trabajo del que entra a la alcaldía tenga muy poco manejo y que haya que hacer muchas negociaciones con los privados, el Congreso y el Concejo para poder hacer lo mínimo.
¿Sus investigaciones le permiten inferir, de alguna manera, dónde nace la corrupción?
No podría decir cuál es el origen de la corrupción, pero sí que la inoperancia también es parte del problema (que tal vez está conectada con lo anterior), por una absoluta ausencia de sentido de comunidad –sobre todo de los que tienen el poder simbólico y económico para hacer las cosas–. Y también que esa corrupción que nos afecta no es exclusiva de los locales. Es una relación de doble vía con el centro del país y los capitales globales.
¿Vislumbra alguna luz al final del túnel para la ciudad?
En lo público no basta con tener un buen alcalde, sino también tener un buen Concejo y elegir bien los congresistas que nos representan en Bogotá. De las propuestas políticas que hay para las próximas elecciones hay gente muy buena, pero con poco carisma, o con poca experiencia ejecutiva y sin las alianzas necesarias para ejecutar. También veo propuestas veteranas que traen las formas arcaicas y de siempre de hacer las cosas. Sí pienso que hay luz al final del túnel, pero no hay una fórmula mágica para que todo pase en estos meses. Ojalá.
¿Cómo se sintió navegando las aguas del ensayo?
El libro tiene varios registros: la crónica, el ensayo, el memoir. Como duré varios años escribiendo, hubo momentos en los que estaba más metida en la parte periodística y otros en ahondar en reflexiones filosóficas. Por ejemplo, todo el capítulo tres, el que se llama La personalidad de los pelícanos, lo escribí en el encierro de la primera parte de la pandemia mientras leía sobre filosofía del conocimiento. Ese trabajo híbrido, ese ir de una forma a la otra, seguido de un trabajo de costura y luego edición para que esas costuras fueran invisibles, es algo que me gustaría seguir explorando y trabajando.
Es posible que navegue en diversas aguas. Creo que como el siguiente proyecto sigue siendo solo una idea, una intuición, todavía no sé cuál será su forma final. Seguro algo que combine varios géneros como este.