Franz Kafka, el escritor que fue de todos y a la vez de nadie

Considerado uno de los creadores literarios más emblemáticos de la lengua alemana, pidió que su obra fuera quemada cuando falleciera. En la serie de televisión Kafka, de la Primera Cadena de la Televisión Alemana (ARD), con libreto del novelista austriaco Daniel Kehlman y asesoría del biógrafo del escritor Rainer Stach, hay una escena en la que Max Brod, amigo y albacea del escritor, deja precipitadamente la entonces Checoslovaquia después de la invasión nazi. 
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En la frontera su equipaje es registrado y los guardias de fronteras se burlan de unos manuscritos. Brod partía hacia el exilio, y la herencia de Franz lo acompañó hasta Palestina.

A esa producción se le pueden agregar varias exposiciones, una de fotografía en la Staatsbibliotek de Berlín y otra en el Museo Judío sobre sus hermanas, publicaciones como un ensayo biográfico de Rüdiger Safranski y ciclos de artículos sobre el autor en diversos diarios.
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Kafka nació en Praga el 3 de julio de 1883. Su cuerpo está enterrado en uno de los cementerios judíos de la capital checa, pero a lo largo de su vida soñó también con otras patrias imaginadas. Una de ellas fue Palestina, al menos durante el tiempo de su romance con Felice Bauer. Otra de sus patrias imaginadas era Berlín, donde viviría hacia el final de su vida con su último amor, Dora Diamant.

El autor tampoco encuentra un final que lo deje satisfecho para sus tres novelas, que él consideraba en el momento de morir (3 de junio de 1924) que se habían quedado en fragmentos.

Su última voluntad –y algo que recalcó a Brod– era que se quemaran esos manuscritos, lo que este no hizo, dando paso a profundos clásicos que siguen latiendo.

EFE