Hace seis años, a Gusi le dijeron que el vallenato ya no vendía. En 2018, Sony Music le sugirió que su carrera debería reenfocarse en lo urbano. Le hablaron de explorar géneros juveniles, cambiar su apariencia y hasta alcanzó a grabar un par de canciones. Justo antes de que fueran publicadas, se desvinculó de la productora y decidió apostarlo todo por lo que venía haciendo: una mezcla entre la música vallenata, la música tropical y el pop.
Desde entonces, se ha dedicado a convertirse en un abanderado de esos géneros en el país. Hace unos días lanzó su séptimo álbum como solista, titulado Monte adentro, una propuesta en la que hace un reconocimiento a los sonidos del caribe; los mismos a los que no les dio la espalda y con los que ya suma casi dos décadas de trayectoria.
Gusi no es un diminutivo de Gustavo, como muchos piensan. Es un apodo de cariño que se le ocurrió a su mamá cuando era pequeño, sin saber que se convertiría en el nombre artístico de su hijo. En realidad se llama Andrés Acosta Jaramillo y, aunque nació en Puerto la Cruz (Venezuela), se siente más colombiano que nadie. Su amor a este país y a la música se la atribuye a su familia. Sus padres son colombianos y él creció en Bogotá. Su abuelo, Carlos Acosta, oriundo de Villanueva, La Guajira, fue quien le inculcó desde pequeño el amor por el folclor del caribe, los juglares vallenatos, las cumbias y los géneros de la costa caribe.
Aprendió a tocar en la guitarra que su papá le regaló a su mamá. Ese fue el instrumento con el que celebraron su amor mientras eran novios. Con esa misma guitarra, Gusi interpretó su primera canción, Blackbird de Los Beatles. “Esa guitarra me ha dado todo, con esa me enamoré de mi profesión”, enfatiza el artista, que a sus 40 años tiene una colección de más de 20 de estos instrumentos.
El colegio Andino de Bogotá lo vio dar sus primeros conciertos. Y, pese a que por esos tiempos también soñaba con ser portero de fútbol profesional, desde siempre supo que lo suyo era la música. A sus 16 años, cuando hizo un intercambio, dio su primer show internacional en Flensburgo (Alemania), en el bar en el que trabajaba su hermano. Allí la gente le aplaudió sus presentaciones en las que tocaba música colombiana y en español. “Si un alemán que no entiende nada de español le gusta lo que toco, imagínate lo que podría ser en Colombia”, se decía.
Al graduarse del colegio, su mamá le dio el empujón que necesitaba para decidirse: lo inscribió, sin decirle nada, en la carrera de Música en la Universidad Javeriana. Después de pasar por grupos como La Cósmica Charanga, Zona de Tambora y La Banda El Sitio de Santiago Cruz, Gusi empezó su carrera profesional junto a Beto Murgas Jr., con quien realizó el icónico dueto Gusi y Beto, y lanzó tres álbumes: La Mandarina (2007), Por las calles (2009) y Más allá (2011). Con el primero, ganaron un disco de oro por más de 10.000 copias vendidas.
En el 2013 el contrato que tenían juntos se venció y Gusi decidió separarse de Beto para volver a buscar el sueño que tuvo cuando era un adolescente: ser un cantautor reconocido.
Como solista, ha publicado siete álbumes: Al son de mi corazón (2014), Lugares diferentes (2019), Viajero permanente (2020), Desde mi ventana (2020), 24/7 (2022), Mi fiesta favorita (2023), y el más reciente Monte adentro (2024). Ha sido nominado cuatro veces al Grammy Latino. En entrevista con EL TIEMPO, habló sobre su nuevo álbum y su larga trayectoria.
La música ha cambiado mucho desde que inicié. Sobre todo, la música comercial que vende otras cosas
Ya son 17 años de carrera y siete álbumes distintos. ¿Qué historias nuevas cuenta en 'Monte adentro'?
Este álbum es una historia que me hacía falta contar. Es el agradecimiento al lugar donde crecí, donde me formaron mis padres. También es un homenaje a los bonitos recuerdos que me quedan del barrio, del fútbol, de la música del país que represento, que es Colombia. Quise llamarle Monte adentro, porque es mirar atrás y darme cuenta de que el camino que he recorrido ha sido muy bonito, con muchas alegrías y enseñanzas.
Habla de volver a los orígenes, ¿se ha perdido algo de Gusi en estos años?
No sé si perdido, pero la música ha cambiado mucho desde que inicié. Sobre todo, la música comercial que vende otras cosas. En Monte adentro lo que descubrí es que no quería nada programado, nada digital. Quería todos los sonidos reales, a la banda tocando en el estudio. No es involucionar, sino recordar el sonido con el que inicié y hacerlo trascender.
¿Cómo elige las canciones que hacen parte de un álbum?
Es un proceso bien riguroso porque hay que ser autocrítico y dejar los caprichos. Hay que soltar el ego y pensar cuáles son las historias que me hace falta contar. También parte de buscar algo que se le pueda aportar a la escena global. Este año, con el productor Emilio Stefan, buscamos hacer un aporte con ritmos latinos y naturales.
En el álbum hay muchas canciones de amor, ¿están inspiradas en vivencias propias?
Algunas, otras de cosas que me cuentan. El motivo inicial de inspiración para empezar a escribir es trabajar por ti y por tu familia. Cuando somos escritores y componemos, las canciones son como pequeños guiones de películas. Ya en el proceso, la misma armonía te va llevando a escribir de amor o desamor. Yo voy guardando notas de voz, escribiendo cosas y luego las empiezo a hilar. La mayoría de canciones las hago en la sala de mi casa. Mis hijas se sientan, escuchan y opinan sobre lo que hago.
¿Cómo elige cuáles canciones cantar y cuáles componer para otro artista?
Cuando yo sé que voy a hacer una canción para alguien más, ya me la imagino y la hago para esa persona, pero desprenderse de las canciones que escribes para ti es más difícil. Por ejemplo Duele, con Andrés Cepeda, la escribí para mí, la grabé, se la mostré a Andrés para que la grabara conmigo, y, en menos de dos meses, la historia cambió y terminó Andrés invitándome a cantar la canción que era mía (risas).
¿Cuál ha sido su colaboración favorita?
Todas las valoro, pero la que hice con Franco de Vita fue especial. Me llevó a hacer toda una gira con él en 2014.
Hoy la industria está saturada de colaboraciones. Quise romper el esquema y hacer un álbum propio
¿Por qué en este álbum no hay colaboraciones?
Hoy la industria está saturada de colaboraciones. Quise romper el esquema y hacer un álbum propio. ¿Si no puedes hacer tu música solo, cómo puedes hacerla con alguien más? Quiero que si algún artista quiere colaborar conmigo en el futuro, sea porque escuchó mi álbum y le llamó la atención mi estilo musical.
¿Qué pasa ahora con el vallenato?
Es un género que se está diversificando. Hay muchos exponentes. Ya no es solo un árbol con una rama, sino con varias en las que fluyen muchas cosas. Hay algunos que lo hacen más romántico, otros más rumbero; en mi caso, fusionado con el pop. Pero al final sigue siendo la caja, la guacharaca y el acordeón, la esencia del vallenato.
Se han ido grandes referentes del vallenato, como Ómar Geles, ¿usted lo conoció?
Sí. Su partida fue muy dolorosa. Él y yo compartíamos el gusto por el tenis y jugábamos seguido. La última vez que lo vi fue en el concierto de Silvestre Dangond, en Bogotá. Él se acercó y me pidió la revancha en tenis porque en el último juego le había ganado. La mejor forma de seguir su legado es haciendo más canciones.
¿Cuál es su próximo objetivo?
Estamos preparando toda la gira del 2025. Y tengo un reto, quiero llenar el estadio El Campín.
GABRIEL FERNANDO ÁVILA ALONSO
ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO
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