Bajo la dirección del maestro sueco Joacim Gustafsson, la Filarmónica de Bogotá interpretó la última pieza de Sivelov el pasado viernes, 9 de agosto, en un concierto de grabación que también incluyó el Concertino para cuatro cornos de Schumann, ‘Divertimento a la manera de Mozart’, de Blas Emilio Atehortúa, y la Sinfonía No.41 ‘Jupiter’, de Wolfgang Amadeus Mozart.
Niklas Sivelov, nacido en Skellefteå, Suecia, es un pianista, compositor y docente de la Royal Academy of Music de Copenhague. Es considerado como un exponente de la fusión entre los elementos tradicionales y experimentales de la música.
“Supongo que soy muy autentico en conectar con la tradición, pero a la vez quisiera crear algo de esta época. Para mí es ser libre. Es una mezcla entre los estilos tradicionales y modernos”, asegura el autor, quien a sus 56 años ya ha compuesto seis sinfonías y seis conciertos para piano.
‘Divertimento para Orquesta’, compuesta en 2022, supone un retorno hacia los orígenes del músico, quien no escribía en este estilo desde que tenía 17 años. El divertimento es una forma musical compuesta para un reducido número de instrumentos en la que se suele mostrar un estilo desenfadado y alegre. Sin embargo, la creación de Sivelov rompe la regla al incluir numerosas cuerdas, vientos y percusión.
Pasadas las 7 p.m., Gustafsson, director de la Filarmónica de Bogotá desde el 2012, interpretó por sexta vez una obra de su compatriota, con quien mantiene una estrecha relación desde hace ocho años. Se trata de una pieza dinámica, con matices diferentes a los que Sivelov había explorado con sus últimas sinfonías: No.5 y No.6, que, según el autor, fueron “bastante oscuras y dramáticas; por eso, quise escribir algo con un poco de humor y entretenimiento”, continuó explicando sobre su nueva obra.
Para Natalia Ríos, quién asistía por primera vez a un concierto de la Filarmónica, se trató de un hecho casi cinematográfico. “Me hacía pensar en las películas que no tenían sonido, parecía que corría y paraba cuando la música me lo pedía”, sostuvo al final de la presentación.
Cerca de las 7:40 p.m. finalizó el Divertimento con un tímido aplauso del público que no se atrevía a interrumpir la grabación. Gustafsson invitó al escenario a Sivelov, que se había camuflado bajo una gorra en la platea alta del auditorio Fabio Lozano. Los dos suecos se dieron la mano mientras recibían una pequeña ovación tras la primera interpretación de la composición.
“Me gusta esta pieza, tiene algo más de oscuridad y drama en la segunda parte, pero el resto es inusualmente feliz y me gusta. Tiene un lugar especial para mí”, dijo al final el pianista, quien regresará a Colombia en la segunda semana de octubre para grabar el Primer concierto de Piano de Beethoven.
A continuación, la Filarmónica interpretó el Concertino para cuatro cornos, de Schumann, con Jorge Mejía, Kevin López, Gabriel Betancur y Deicy Restrepo como solistas. Esta última debutaba teniendo este rol en un concierto.
“Muy emocionada por mi primera vez. Al ir acompañada de estos colegas sentía que íbamos a la fija”, aseguró Restrepo durante el intermedio. Por su parte, Betancur resaltó la exigencia de la pieza: “es un concierto muy emocionante para un cuarteto de cornos porque lleva una exigencia técnica muy alta, pero hemos hecho un trabajo fuerte y lo disfrutamos porque nos conocemos como colegas y eso facilita el trabajo”.
Tras un breve receso, el concierto continuó con el ‘Divertimento a la manera de Mozart’ del antioqueño Blas Emilio Atehortúa, fallecido en 2020.
“Es interesante que cuando uno construye un programa lleguen tantas cosas a consideración. Para este concierto escogemos un programa que sigue la línea de Niklas: encontramos el Divertimento a la manera de Mozart, de Atehortúa, que encaja perfectamente”, declaró el director de la Filarmónica.
La pieza compuesta en 1970 funcionó como antesala para el cierre de la noche a manos de la Sinfonia No.41 ‘Jupiter’ de Mozart, el mayor compositor de divertimentos, según Gustafsson. Para Jorge Mejía, solista de corno, esta pieza supone la obra maestra de un programa que conversa entre sí con “un discurso ligero, dinámico y colorido, que se hila bastante bien en conjunto”.
Cerca de las 9:15 p.m., tras la interpretación de ‘Júpiter’, ya pudo celebrar con euforia el público que había permanecido en el auditorio tras el intervalo. Zuly Restrepo, una asistente, aseguró que se trataba de un evento a “la altura de los conciertos que dan en Alemania”, donde ella tomó afición por las sinfónicas. Su acompañante, Natalia Ríos, concluyó que es un “plan muy barato al que le falta promoción y más participación de los jóvenes”.
Una orquesta para piezas enérgicas
Un Gustafsson extasiado se reunió con Sivelov en el escenario mientras recogían las sillas de los músicos y el auditorio se vaciaba por completo.
“Después de un estreno, terminas con mucha energía. Uno pensaría que termina exhausto, pero no es así. La música me da demasiada energía. Cuando haces una pieza por primera vez es como si un nuevo brillo naciera: esta música no había sido escuchada antes”, declaró el maestro.
“Niklas escribe música muy difícil para las orquestas”, dijo el maestro, mientras compartía una sonrisa con su colega. “Yo tenía una gran estructura pero cuento con unos muy buenos músicos. Ellos entregan cosas que benefician a la música porque la batuta no suena”, continuó, al referirse a la preparación para el concierto.
La Filarmónica de Bogotá se presentó con este mismo repertorio el sábado 10 de agosto, en el Auditorio León de Greiff, de la Universidad Nacional.
JUAN JOSÉ RÍOS ARBELÁEZ
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO