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La primera colombiana que compone una pieza para el Ballet de Nueva York
Es la segunda mujer en la historia en componer y cantar en Orquesta del Ballet de N. Y. Entrevista.
Durante una de las funciones de Lido Pimienta, un joven del Bronx de Nueva York, de una familia de inmigrantes, terminó agarrado de la mano de una mujer blanca y adinerada y lloraron juntos; cuando acabó la función fueron a buscarla, y la mujer le dijo entre sollozos: “Yo no conocía a este joven, pero me ayudó a entender mucho lo que tú estabas cantando, gracias, gracias”.
Pimienta recuerda esta escena con alegría y orgullo. “Fue muy especial. Estábamos siendo un puente donde todo se une, porque la música era fuerte, porque son temas universales”. Su voz profunda, anclada en sus raíces afros e indígenas, ha sido un puente entre las tradiciones latinas en Estados Unidos y Canadá, a donde emigró cuando tenía 20 años.
Hoy, a sus 35, Lido es la única colombiana que ha sido elegida para componer una pieza musical (y cantarla) en la Orquesta del Ballet de Nueva York. Es la segunda mujer que lo hace en los 73 años de historia de la organización. La coreógrafa Andrea Miller la escogió para darle vida a Sky to Hold, una obra que se estrenó el pasado 30 de septiembre y tuvo cinco presentaciones durante el mes de octubre. El diseñador Esteban Cortázar vistió el elenco. Según Pimienta, es una pieza que aunque fue hecha para voz y arpa, lleva un alma de bullerengue, vallenato y dembow, pero sin acordeón y sin caja.
Lido fue la primera mujer no canadiense en ganar el premio más importante de la música en ese país, el Polaris Music Prize, con su segundo álbum, La Papessa.
Y su último álbum, Miss Colombia, fue incluido en la lista de los 50 mejores de 2020 de Billboard y Rolling Stone, y fue nominada a los Grammy Latino 2021 y a los Grammy.
Lido canta versos viscerales sobre una Colombia desgarrada. Hablar de ella implica entender las fronteras de la migración y la diversidad de nuestro país: sus ritmos y estilos se mueven entre lo afrocaribeño, lo indígena, la electrónica y el vallenato.
Lido María Pimienta Paz (1986) es madre de tres hijos. Nació en Barranquilla pero se crió también en La Guajira, entre Villanueva y Riohacha. Tiene orígenes wayús, afros y se reconoce como queer. Es artista visual, curadora, cantante y compositora.
Le han dicho la ‘diva de la electrocumbia’, y en sus inicios Julieta Venegas la llamó la nueva cara de la cumbia colombiana, le siguen repitiendo que es la Björk latina, pero ella se distancia de esos nombres porque no quiere ser comparada ni categorizada.
En medio de su gira por Estados Unidos, habló con EL TIEMPO desde St. Paul, Minnesota. Está en su cuarto de hotel junto con su esposo, el cantante Mas Aya. Alista sus maletas para irse a su siguiente parada, en Madison, pero dice que pronto estará en Colombia. El 3 de diciembre se presentará en Medellín y el 7 en Bogotá, con Bomba Estéreo y Frente Cumbiero.
La carrera musical de Lido inició en 2010, con su álbum Color. Foto:Erin Baiano
Cuando la eligieron para componer esta pieza para el Ballet de Nueva York, duró seis meses en el proceso de creación. ¿Qué cree que fue lo más difícil de ese tiempo?
Usar una orquesta musical que expresara quién soy yo, de dónde vengo y para dónde voy, la misma reverencia que se le da a una guitarra eléctrica, yo quería dársela a una tambora alegre, o a un tambor llamador o una marímbula, por ejemplo, que son instrumentos que llevan una tradición en nuestro país que es muy fuerte y que yo no veo como decoración. Entonces ¿cómo llegar y hacer una música que se considere seria? Una música que se considere que merece estar en ese espacio. También fue difícil llegar con mis partituras, dárselas a músicos que nunca en su vida han bailado una champeta a tocar un dembow, y... ¡lo hicieron! Y se oyó espectacular.
¿Y cómo cree que fue para ellos esta adaptación?
¡A la orquesta le encantó! Cuando el conductor me presentó, todos se pararon, y fue como... nos encanta tu música, no hemos tocado algo así en mucho tiempo.
Hay seis bajos, y de los seis, el principal era el que más estaba enamorado de la música y me decía: ‘Tu música es espectacular, cuando sabemos que nos toca tocarla, nos sentimos muy felices’. Yo, como buena costeña, como guajira que soy, agarraba el micrófono y les decía: ‘Mi gente, están tocando muy aguado, no, toquen con más ganas, métanle más ‘meque’ ”. Yo hablaba con ellos así, y ellos, muertos de la risa. En principio tenía miedo de que no iba a encajar y me dije: ‘Si ellos me quieren es por algo’, y entre más era yo misma, mejor fue la experiencia. Seguramente vamos a volver, hay varios planes en marcha, y estamos muy felices.
Usted ha dicho que se inspira en historias para escribir sus canciones; en este caso, ¿cuál es la historia detrás de esta pieza?
La pieza es un camino que empieza con una tormenta y termina con el sol. Yo tengo esa obsesión con todo lo cíclico. En el álbum de Miss Colombia puede oírse que cada día que te despiertas hay otra oportunidad para ser mejor. A mí se me ocurrió una historia de una semilla que se enamora de una tormenta. Una semillita que está ahí metida en la tierra, se despierta todos los días con la luz pegándole en la cara, y cuando llega la tormenta que le da el agua, se enamora de esa tormenta y así empezó todo.
Lido Pimienta es un nombre que apela a un sonido y significado universales. Y el apellido Pimienta parece una metáfora: en la historia, la pimienta tenía un valor comercial muy alto y creaba las rutas comerciales que luego abrieron los caminos. Era muy valiosa por ser muy resistente... Una metáfora de lo que significa ser migrante, ¿no?
Creo que es la primera entrevista en que la gente ha hecho esa conexión tan acertada de mi nombre y todo el peso que tiene. Mi papá era una persona visionaria. Aunque era guajiro, él entendía que había más que las cuatro paredes de Riohacha. Le encantaba un señor francés que se llamaba Lido, y este señor tenía franquicias de carros, restaurantes, era un man millonario en Francia. Mi papá dijo, cuando me vio: ‘Ella va a ser muy poderosa, entonces hay que ponerle ese nombre’. Y mi mamá dijo: ‘Igual es una niña, le vamos a poner el nombre de la abuela’. Mi abuela María Paz todavía vive y es espectacular. Y es interesante, porque esa es mi abuela wayú, pero tiene un nombre muy católico. Pimienta es el apellido de mi papá, de los Pimienta de Riohacha, que somos muy populares, muy grandes, y mi nombre de mi familia wayú es paz. Entonces es Lido María Pimienta Paz.
¿Y cómo se ha relacionado con esa identidad, con ese nombre?
Toda la visión que tenía mi papá, todo, se ha cumplido; cuando yo me pongo en algo, lo consigo. Cuando entro a un lugar, siento que soy superior, porque imagínate ser guajira, ser la más negrita de un colegio de clase alta en Barranquilla donde los hijos de los políticos no sé qué, estar en ese mundo en que eres la persona distinta porque tienes el pelo cucú, donde los libros que nos ponían a leer decían en el examen de historia tenían preguntas como: ‘En la época del siglo XVIII, ¿usted sería un esclavo o sería el dueño de los esclavos?’ Era nefasto. Cuando tú creces con eso hay dos maneras: sigues sintiéndote inferior, caminando por tu vida con la cabeza gacha, o lo que yo hice: decir ‘me vale tres tiras, yo soy lo que soy, y voy a seguir pa’lante’, y descubrí más mi propia cultura, crecí con mi familia wayú, entendí toda esa segregación que hay, toda esa injusticia que hay, y dije: ‘Por lo menos yo soy una vocecita que puede ayudar a esa comunidad’.
Usted es una artista muy social, y comenta frecuentemente sobre la realidad nacional. Eso la ha llevado a ser reconocida por sus críticas a la industria musical y a algunos artistas urbanos. ¿Cuál es su opinión de estos?
Hay que hacerles entender que su posición como hombres blancos, que toda su identidad y su mercadeo es sobre ser de Colombia o ser latino, es como si todo lo que tú haces es sobre ser, entre comillas, latino, sudaca, ¿dónde está la representación? y ¿por qué ni siquiera inviertes en el país? y ¿por qué no hablas ni tienes una posición política clara en donde se sienta un apadrinaje o un apoyo al país?
Para mí, no hacen música de verdad, es una porquería, es un insulto a la música caribeña. En conclusión, si no tienen nada que aportar, mejor deja el espacio para otras personas que sí tienen qué aportar y algo que inspirar.