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Lucas Saboya, el maestro del tiple que se oye hasta en Corea
Lucas Saboya González, escaló el tiple colombiano de lo tradicional a lo extraordinario.
El mejor tiplista de Colombia, Lucas Saboya, en su sala de estudio. Foto: Dylan Escobar
Este tunjano de 43 años hace historia en la música andina colombiana. Tiene una composición ganadora del Grammy Latino y fue compañero de tarima de Paquito D’Rivera, ícono del jazz cubano. Actualmente está de gira por Corea.
Se sienta en una silla de piano clásico y respira desde el diafragma mientras sus nueve dedos están en doce cuerdas al mismo tiempo. Segundos antes de comenzar, mueve las clavijas negras con seguridad: ya está afinado. Los trastes de un instrumento tradicional se transforman en expresión pura: el tiple colombiano está en las manos de Lucas Saboya González.
Tunjano de nacimiento, pero del mundo por su música, Saboya llegó a las artes desde muy niño, cuando en su ciudad existía la Escuela Superior de Música. Allí tuvo la fortuna de recibir formación en música clásica y compartir espacios con personajes como Pilar Leyva, considerada una de las mejores pianistas de Colombia, y Jorge Zorro, actual viceministro de Cultura.
"Lucas siempre nos anima a que estemos muy concentrados, a que estemos en las mejores condiciones".
El 16 de septiembre, Saboya compartió en escenario sus arreglos y composiciones con Paquito D’Rivera (legendario músico cubano nominado actualmente al Grammy Latino) durante el Festival Internacional de Jazz del Teatro Colsubsidio. Ahora mismo está con su tiple en Corea del Sur, donde se presenta hasta mañana.
Hoy su instrumento es el tiple, pero en sus inicios también fue trompetista e incluso violinista. “Fue una elección un poco tropezada por mi mano izquierda: no tengo el dedo pulgar”, cuenta Saboya, quien perdió una falange y la movilidad de ese dedo durante el proceso para separarlo de su hermano siamés, Daniel, el 26 de abril de 1980.
“La maestra Pilar Leyva se había obsesionado –de buena manera– con que Lucas tenía que volverse violinista; ella decía que se podía mandar a Estados Unidos para que le pasaran el índice al sitio donde está el pulgar o cosas por el estilo. Entonces, cuando la cuestión se fue volviendo cierta, mis papás se echaron para atrás porque no quisimos correr ese riesgo”. Así lo recuerda Diego, su hermano mayor, bandolista e ingeniero químico.
Pero ello no importó siquiera para consolidarse como músico y compositor.
En 1993, por un tío materno que trabajaba en una empresa de cajas de cartón y recibía discos de vinilo, y que además sabía que a los hermanos Saboya les interesaba la música, empezaron a recibir acetatos repletos de las memorias del Festival Mono Núñez de la época.
Las melodías que escuchaban, las posibilidades tímbricas, armonías y colores diferentes a la formación clásica que recibían en la Escuela los consumieron. Así, mientras que en la academia de música interpretaban Bach y ejecutaban violines e instrumentos de viento, en su casa acogieron las cuerdas pulsadas (la guitarra, el tiple y la bandola) tratando de interpretar un bambuco.
Saboya recuerda que conoció el tiple en 1993, de la forma más empírica posible: durante los experimentos musicales juveniles que hacía junto con sus dos hermanos.
Así, mientras el país se sumía en horas de apagón durante el gobierno de César Gaviria, tres hermanos tunjanos se daban cita con la música andina colombiana. En la oscuridad se formó el maestro del tiple.
El compañero de Saboya
El tiple, un instrumento que pertenecía a la Colombia rural y que luego fue proclamado instrumento nacional, ha trascendido: hoy los bambucos, pasillos, rumbas, guabinas y su peculiar ‘guajeo’ (rasgueo insignia del tiple) tienen resonancia internacional y se mezclan con nuevos matices. Y sí, el tiple de Saboya fue pionero en ello.
No es casualidad que Saboya haya escalado el tiple colombiano de lo tradicional a lo extraordinario. Basta escuchar algunos de sus álbumes, como 'El Arenoso', 'Camaleonte', 'Intemperante' y 'Cita en París', para percatarse de que su estilo es único; no solo en técnica, sino en intención: narrar una historia distinta por medio de sus yemas y sus compases.
Él mismo utiliza para la música la frase de Jesús Martín Barbero: “Sin raíces no se puede vivir, pero muchas raíces impiden caminar”. Sin la tradición del tiple sería imposible conocer su ancestralidad, pero también resulta necesaria una dosis precisa de contemporaneidad.
Lograr la frescura y la limpieza del sonido en un instrumento tan intransigente como el tiple no es fácil. Apenas terminó el bachillerato, Saboya supo que lo suyo era la música. Como en esa época el tiple no era un instrumento de estudio, estudió teoría musical en el Conservatorio de la Universidad Nacional y se fue embelesando poco a poco con la composición. Arte que pone a prueba en el Trío Palos y Cuerdas, que creó junto con sus hermanos en 1994, y en el tiple solista, modalidad en la que también ha hecho historia.
En Barcelona (España), donde obtuvo el Máster Artístico de Estudios Avanzados en Composición de Jazz y Música Moderna de la Escuela Superior de Música de Cataluña, renovó la interpretación tradicional del tiple –como la de Luis Enrique ‘El Negro’ Parra, que tanto escuchó de niño– al introducir el instrumento en otros ritmos del mundo.
Además de que afina a oído, cuando toca no necesita ‘pepas’ (partituras). Parece que la música está en la memoria de sus dedos y en su creatividad, de los que brotan a borbotones sostenidos, bemoles, cejillas, metálicos y arpegios.
“Lucas siempre nos anima a que estemos muy concentrados, a que estemos en las mejores condiciones. Es muy exigente, por ejemplo con temas de calentar muy bien, de afinar muy bien los instrumentos”, cuenta Diego, su hermano bandolista.
Yo he estado en una búsqueda de sonoridades diferentes con el instrumento, pero por necesidad; no por cambiar la historia ni nada de esas cosas.
Lucas atribuye los resultados de su carrera musical a esa disciplina y rigurosidad. Sus composiciones han sido interpretadas en escenarios máximos, como el Certamen Internacional de Guitarra Miguel Llobet, en Barcelona.
Aún en casa, Saboya estira, afina, ensaya e interpreta.
Sin lugar a dudas, la sabrosura de su tiple se encuentra en su capacidad para obtener de cualquier partitura un sonido limpio, muy pensado, preciso y calmado: como Lucas.
Al preguntarle por su legado, se muestra esquivo. “Yo he estado en una búsqueda de sonoridades diferentes con el instrumento, pero por necesidad; no por cambiar la historia ni nada de esas cosas”, responde finalmente con un café negro en la mano y sin soltar su tiple.
Quizá sus logros digan más que sus palabras: ganó el título del mejor tiplista de Colombia en el Mono Núñez de 2008 y su composición 'Despasillo por favor' fue seleccionada por la Orquesta Filarmónica de Bogotá para abrir un disco que ganó el Grammy Latino en 2018: Por no hablar de su interpretación histórica de concierto para tiple y orquesta, de sus últimas apariciones en el Ham Farm Festival en Inglaterra y en concursos internacionales. Saboya es el maestro del tiple.
No es de aquellos que hablan con nostalgia sobre la música o sobre la vida y cree que hasta el día de su muerte su tiple estará con él, como los nervios que siente antes de salir a concierto. No importan los momentos de contrapunto en los que parece que no vale la pena tocar más de 15 trastes en un país en el cual la música andina permanece escondida. Él siempre sigue adelante.
"Fripp visita a Wills" para tres tiples es un encuentro atemporal entre el guitarrista británico Robert Fripp y el tiplista colombiano Alejandro Wills. Foto:Composición: Lucas Saboya/Tiples: Lucas Saboya/ Grabado en Estudios Discof - Tibasosa, Boyacá, Colombia/Producción audiovisual: Boyacá Streaming
El trío Palos y Cuerdas
Saboya no cree mucho en la vena artística, sino en el contexto. Su espacio de creación lo refleja: desde retratos de Astor Piazzolla hasta una fotografía enmarcada con la Sinfónica de Colombia, pasando por el primer casete del Trío Palos y Cuerdas.
El trío instrumental que ha recorrido Europa se inició como una apuesta de dúo vocal tradicional: la guitarra y la voz, cual Garzón y Collazos. Sin embargo, les ganó su inquietud por las notas y las posibilidades de los instrumentos como protagonistas y no como acompañantes.
'Reflejos', el nombre de uno de los éxitos del Trío Morales Pino, llevó por título ese primer intento de hacer música andina colombiana en uno de sus formatos más tradicionales: bandola, tiple y guitarra.
Hoy, a las puertas de los 30 años de camino ininterrumpido, los hermanos Saboya acaban de interpretar una mezcla única para la historia de la música instrumental colombiana en compañía del clarinetista cubano Paquito D’Rivera, ícono del jazz en el mundo, con quien se espera un nuevo disco.
Ahora mismo, Palos y Cuerdas está de gira por Corea del Sur, representando a Colombia en el Festival Mundial de Cuerdas de Goryeong.
Los Saboya están lejos de encajar en lo tradicional: sus composiciones y arreglos son distintivos y se han convertido, muy seguramente, en la nueva cara de la música instrumental andina del país.
“En una ocasión fuimos como un trío eléctrico, hicimos un escándalo; tocamos todas las eliminatorias con el trío normal tradicional y en la final sacamos otra cosa superloca y eso allá fue tenaz”, recuerda Saboya sobre uno de los festivales nacionales a los que fueron.
Para él, resulta imposible hablar de música y no hacerla. Por eso, le habla con ternura a Amalia, su hija: “Tocamos la variación A, la B y la C y vamos al tema”.
En el resto de la familia se mueven los talentos musicales: sus sobrinas con el dueto La Mayor y La Menor, guitarristas clásicas (una de ellas recientemente becada por la Fundación de Guitarra Internacional en Inglaterra) y también Juan Miguel, sobrino de Lucas, pianista y primer lugar del concurso de piano Carmel Clavier Latinoamérica.
El futuro del tiple
Saboya insiste en la renovación del sonido del tiple; reconoce que la tradición es importante, pero las propuestas aún más. El tiple está en su mejor momento, según el intérprete. Sin embargo, lo que hace falta es apoyo y más que rapidez, limpieza en el sonido.
Quizás es por esto que se ha dedicado también a enseñar durante años. Hoy es profesor de la Universidad UPTC de Tunja, pero también lo ha sido en la Pontificia Universidad Javeriana y en la Universidad del Bosque. Todo esto para que el tiple, más que un instrumento, sea emoción nacional.
Mientras habla de libros y música, aquel personaje habituado a interpretar el tiple sin su dedo pulgar, pone un CD y tararea y sigue el ritmo. Entonces, moviendo sus dedos en el aire como si los tuviera en las 12 cuerdas, parece que comienza a escribir una nueva composición.