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La Luis Ángel Arango: 26 bibliotecas en una sola
Esta emblemática entidad, pionera de la idea de la biblioteca moderna en el país, celebra 65 años.
La Biblioteca Luis Ángel Arango se inauguró el 20 de febrero de 1958. Foto: Claudia Rubio/EL TIEMPO
Para muchos, la Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA) es solo ese gigante edificio, de una manzana entera, que se erige con su moderno estilo arquitectónico en el corazón del histórico barrio La Candelaria de Bogotá, en medio de los vestigios de las antiguas casonas de estilo colonial y republicano.
Lo que pocos saben es que la BLAA, que está celebrando 65 años, es en realidad una gran red que cuenta con otras 26 bibliotecas y cinco centros de documentación en las principales ciudades del país, apoyadas por un eminente ‘papá con plata’: el Banco de la República.
Esta histórica institución fue precisamente la pionera de un revolucionario concepto, que luego se replicaría con éxito, desde la Biblioteca Nacional de Colombia, en la Red de Bibliotecas Públicas del país, y también en la creación de la red de bibliotecas públicas de Bogotá.
“La BLAA fue una de las primeras bibliotecas públicas modernas de Bogotá y del país, con colecciones organizadas y pensadas para el creciente público estudiantil, sala infantil y un centro cultural que ofrecía conciertos y exposiciones a un público que, de otra manera, tenía pocos espacios para la cultura. Contribuyó a formar equipos técnicos y evolucionó a medida que se imponían nuevos avances tecnológicos. Fue un referente y un punto de partida para el desarrollo bibliotecario en Colombia”, explica Ana Roda, su directora.
¿Y quién fue Luis Ángel Arango? A diferencia de otros personajes históricos de nuestro país, cuyos nombres reconocemos de inmediato, como Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Alfonso López Pumarejo o Alberto Lleras Camargo, el de Luis Ángel Arango puede resultar algo desconocido.
Pero resulta que la historia de los países y las ciudades también está enriquecida, en su mayoría, por una serie de personajes de bajo perfil, sin cuyo liderazgo no hubiera sido posible disfrutar de los avances de la vida moderna de la que hoy gozan las nuevas generaciones.
Precisamente, uno de esos líderes visionarios fue el antioqueño Luis Ángel Arango, nacido en Medellín en 1903, gerente del Banco de la República desde 1947 hasta 1957, el año de su muerte. Él fue uno de los principales promotores de la construcción de este centro de letras y artes, pero murió un año antes de su fundación, el 20 de febrero de 1958. En su honor, la biblioteca fue bautizada con su nombre.
Arango, además de importante hombre de finanzas, fue un gran lector e intelectual. Estudió derecho y ciencias políticas en la Universidad Nacional, donde se graduó en 1924. Ocupó importantes cargos, como la dirección de la Superintendencia Bancaria, la gerencia del Banco Central Hipotecario (1939) y del Banco de Bogotá (1947). Además de destacarse en este sector, fue gran promotor cultural del país. Ayudó a gestar la Catedral de Sal de Zipaquirá y el Museo del Oro. A él se le debe también la construcción de la imprenta de billetes, la restauración de la Casa de Moneda y la reconstrucción de la Recoleta de San Diego, entre otras obras.
La BLAA, en Bogotá, recibe un promedio diario de 1.500 personas y a lo largo del año se alcanzan a realizar más de 700 actividades entre conferencias y conciertos, entre otros. Foto:Claudia Rubio/EL TIEMPO
Edificación vanguardista
Cuentan las crónicas y registros históricos que la construcción de la BLAA fue contratada a la firma bogotana Esguerra Sáenz Urdaneta Suárez Ltda., con estudios del célebre ingeniero calculista italiano Doménico Parma.
En el libro conmemorativo del primer medio siglo de funcionamiento de la biblioteca se cuenta cómo fue apoderándose de la manzana completa ubicada entre las calles 10 y 11, entre las carreras quinta y sexta.
Al edificio inicial de 5.470 metros cuadrados, que se construyó en un lote de 1.710 metros cuadrados, se le fueron adicionando, con el paso de los años, las edificaciones aledañas, cuyo resultado es la fusión de varios estilos arquitectónicos. Así fue como se le fueron incorporando a este complejo el edificio Vengoechea y la que se conoce como Casa Republicana, restaurada en 1979.
Es importante destacar que la BLAA es parte de esa gran propuesta cultural del Banco de la República, con las edificaciones ubicadas al frente de la biblioteca y que comprenden el Museo Botero, el Museo Miguel Urrutia Montoya (Mamu) y el Museo Casa de Moneda.
Por su tamaño e importancia, las cifras que se manejan en esta gigante biblioteca en todo el país reflejan el impacto que alcanza a lograr en su labor como gran promotora de la lectura y la cultura.
En total, la red de bibliotecas de la BLAA completa una colección que ya supera los tres millones de libros, revistas, periódicos, así como material audiovisual y sonoro, entre otros formatos. Las sedes donde más libros se solicitan son las de Bogotá, Pereira, Bucaramanga, Manizales y Cali.
Solo la sede de la Luis Ángel Arango en Bogotá recibe un promedio diario de 1.500 personas y a lo largo del año se alcanzan a realizar más de 700 actividades entre exposiciones, conferencias, conciertos, clubes, talleres, visitas guiadas.
Pues hay que recordar que este edificio también acoge otra de las joyas arquitectónicas de la capital: la Sala de Conciertos, considerada por grandes artistas que se han presentado en Colombia como una de las salas con mejor acústica en el mundo.
La Sala de Conciertos, con capacidad para 376 personas, fue construida diez años después de la inauguración de la BLAA. En el libro conmemorativo de los 50 años de esta entidad se revelan algunos datos curiosos: “La cúpula, íntegramente formada por 2.000 vigas de madera de caoba, de 8 por 18 centímetros de sección, pesa doscientas toneladas. Su misión también es crear un acabado estético, a manera de reja, detrás de la cual se encuentran las instalaciones de luz y aire acondicionado. La acústica se probó experimentando con aparatos electrónicos que permitían medir y estudiar el comportamiento de la reverberación en los diferentes puntos. El órgano para conciertos es el primero de su estilo en el país, por estar integrado a la estructura de la Sala; fue fabricado en la casa alemana Walder y consta de treinta juegos y 2.500 flautas. Y el piano, un Steinway de Hamburgo, el mejor que llegó a Colombia y uno de los mejores de América Latina, según algunos intérpretes”.
Y hay que anotar que la BLAA cuenta también con otra sede en el norte de Bogotá, en la que fuera la casa del pintor Ricardo Gómez Campuzano, en el barrio El Nogal.
“La BLAA ha crecido con el país y sus necesidades educativas y culturales. Ha facilitado el a los libros a varias generaciones y se ha preocupado por mantener sus colecciones actualizadas para los distintos públicos. A través de su red de bibliotecas, se adquiere, conserva y pone al servicio público la producción bibliográfica local, así como archivos y colecciones documentales que son fuentes primarias invaluables para la investigación de nuestra historia y nuestra cultura”, anota su directora.
La BLAA es una gran red que cuenta con otras 26 bibliotecas y cinco centros de documentación en las principales ciudades del país. Foto:Claudia Rubio/EL TIEMPO
Caja de sorpresas
Para los amantes de la cultura, la Luis Ángel Arango podría equipararse a lo que pueden sentir los niños y jóvenes cuando ingresan a un gran parque temático. Además de la música, las películas y archivos sonoros, su colección de libros guarda uno de los tesoros bibliográficos más delicados, que conforman justamente la denominada ‘Sala de libros raros y manuscritos’. Allí hay más de 45.000 obras y objetos.
Algunos de ellos son incunables europeos, primeras ediciones de cuando se estableció la imprenta en el país, la colección especializada en las memorias de viajeros, las libretas de dibujo de grandes artistas o colecciones fotográficas con la memoria nacional. Con ellos, mapas, manuscritos e impresos y atlas anteriores a 1905.
Además, una colección de documentos desde el siglo XVIII hasta nuestros días, los manuscritos de figuras como Alexander von Humboldt, Antonio de la Torre y Miranda, sor Josefa del Castillo, Gabriel García Márquez, Andrés Caicedo, entre muchos otros.
En cuanto a archivos personales, se destacan los de cinco expresidentes colombianos: Tomás Cipriano de Mosquera, Aquileo Parra, Eduardo Santos, Alberto Lleras Camargo y Carlos Lleras Restrepo. Con ellos, los de investigadores como Nina de Friedemann, Gerardo Reichel-Dolmatoff, Pilar Moreno de Ángel, Orlando Fals Borda y Esmeralda Arboleda.
Así mismo, la BLAA ha comprado o ha recibido la donación de las bibliotecas personales de intelectuales destacados de la vida nacional. Es el caso de Enrique Uribe White, Carlos Lozano y Lozano, Alfonso Palacio Rudas, Jorge Soto del Corral, José Ignacio Perdomo, Nicolás Gómez Dávila y Santiago Díaz Piedrahíta, por mencionar algunos.
En la biblioteca también se encuentra una importante colección de periódicos y revistas nacionales que da cuenta de nuestra memoria periodística, e incluye el primer periódico que circuló en 1785: Aviso del Terremoto.
Tal vez una de las adquisiciones valiosas más recientes que logró esta biblioteca fue en 2018, cuando recibió desde México la colección privada de libros traducidos de Gabo a otros idiomas.
Un año antes, Mercedes Barcha de García se comunicó con el entonces director fallecido de la BLAA, Alberto Abello Vives, para anunciarle que ella y su familia habían tomado la decisión de donarle a la biblioteca esa colección. Son más de 3.000 volúmenes, que corresponden a 1.104 ediciones de las obras de Gabo traducidas a más de 50 idiomas. La mayoría, primeras ediciones.
“Ella misma indagó en distintas partes de Colombia, en dónde se encontraban las mejores condiciones técnicas para la conservación de una colección privada que tenían ella y su esposo en la calle Fuego de Ciudad de México. Y luego de analizarlo, tomó la decisión de ofrecérsela a la BLAA”, le comentó en ese momento Abello a EL TIEMPO.
De esta manera, la BLAA, ese gran promotor de la lectura y la cultura en el país, es un constante proyecto en crecimiento que no se detiene.
“En julio abriremos una nueva biblioteca en Montería, con lo que ya serán 27 bibliotecas en el país. Y en agosto inauguraremos en Bogotá, Santa Marta y Girardot una gran exposición sobre el río Magdalena y su cuenca. Una exposición para celebrar la biodiversidad y la riqueza hídrica y natural de este país, pero también para entender que el río y nosotros somos todos parte de un mismo sistema, que debemos cuidar y proteger”, cierra Ana Roda.