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Meira Delmar, cien años de una voz poética del Caribe

Para celebrar el centenario de su nacimiento se publica 'Poesía selecta & 25 elogios'.

Olga Isabel Chams Eljach (‘Meira Delmar’) (Barranquilla 1922 - 2009).

Olga Isabel Chams Eljach (‘Meira Delmar’) (Barranquilla 1922 - 2009). Foto: Archivo EL TIEMPO

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Olga Chams Eljach (1922-2009), descendiente de libaneses (como Giovanni Quessep, Luis Fayad, Raúl Gómez Jattin y Jorge García Usta), supo construir, en Barranquilla, desierto azaroso de la prosa contante y sonante, un oasis poético y, como autora y como persona, encarnar el rostro del espíritu resistente a ser derrotado - “la rosa que morir no sabe” y “a la ceniza se resiste”-, desde octubre de 1937, cuando la revista cubana Vanidades, en su sección “Poetisas de América”, difundió sus primeros poemas, con el seudónimo de Meira Delmar, hasta la publicación, en 2007, de 'Viaje al ayer'.
Testimonio de su tenaz vocación, fueron sus libros 'Alba de olvido' (1942), 'Sitio del amor' (1944), 'Verdad del sueño' (1946), 'Secreta isla' (1951), 'Huésped sin sombra' (1971) 'Poesía' (1981), 'Reencuentro' (1981), 'Laúd memorioso' (1995), 'Alguien pasa' (1998), 'Pasa el viento' (2000) y 'Viaje al ayer' (2007). En el 2003, la Universidad del Norte editó su obra completa, 'Meira Delmar, Poesía y prosa'.
Reconocida por la crítica local, nacional y extranjera, traducida a varios idiomas, incluida en diversas antologías, ganadora del Premio Universidad de Antioquia a una vida y una obra en 1995, miembro correspondiente de la Academia de la Lengua, Alba de olvido fue considerado por la revista Semana, uno de los veinte mejores poemarios del siglo XX.
Ajena al afán experimental y a la actitud iconoclasta de los vanguardistas, en la poesía de Meira Delmar, pueden distinguirse tres etapas. En la primera, conformada por sus primeros cuatro libros, reunidos en 'Poesía' (1981), la poeta busca su voz personal y la encuentra distanciándose de las de los modelos que estimularon su escritura: Bécquer, los modernistas Silva, Darío, Antonio Machado y Barba-Jacob, las poetas Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou, los poetas del grupo español del 27 –Rafael Alberti, Federico García Lorca, principalmente– y el movimiento colombiano de Piedra y Cielo.
De allí provienen su visión idealizada de la realidad, atenta sólo a la belleza, su lenguaje selecto, el respeto hacia las formas tradicionales tanto populares como cultas, la musicalidad, el ingenio verbal y el tema central de su poesía, amor, visto como cumplimiento de un servicio cuya realización más plena se da, paradójicamente, en la ausencia del ser amado, tal como en la tradición del amor cortés.
Tras veinte años de silencio, 'Reencuentro' (1981) marca la transición hacia una nueva poesía signada por el despojamiento verbal, la presencia de prosaísmos, el verso libre que se aproxima al lenguaje conversacional, a una musicalidad íntima, basada no en la sonoridad exterior de la rima, sino en la sutileza de las aliteraciones y las asonancias. En este libro aparecen, además, dos tópicos novedosos: la historia contemporánea (“Elegía de Leyla Kháled”) y la lúcida atención al proceso creador de dos artistas plásticos, Ángel Loockardt y Mariacristina Bethencourt.
'Poesía selecta & 25 elogios' es publicado por editorial Letra a Letra.

'Poesía selecta & 25 elogios' es publicado por editorial Letra a Letra. Foto:archivo particular

'Reencuentro' es el libro del desencuentro y del desasosiego, “en mí naufraga cuanto miro y creo” (“Huésped sin sombra”), y también de la duda, “Pienso entonces que pudo/ ser mentira el encuentro” (“Derrota”), en el cual la conciencia asume un papel acusador que disuelve la verdad del sueño: “y la angustia te ronda con sus lobos hambrientos / y nadie te acompaña si a tu lado no hay nadie” (“El ángel”). Pero, aunque la duda agobie a la hablante, al no saber a ciencia cierta si lo que fue “pudo/ ser el amor, un poco/ de alegría, o simple/ mente nada”, reconoce que esa nada al menos “encendió / de tal manera el día / que todavía dura su lumbre // Dura/ y quema” (“El resplandor”), se busca algo de lo cual aferrarse para arraigar cuando el mundo, antes estable, pierde su solidez: “Que voy perdida y he de hallarme / en otro sitio” (“Regresos”). Se opta entonces por “volver a la que un día/ llamamos todos nuestra casa”: la casa mítica con sus escaleras, patio, puertas, ventanas, balcones, golondrinas, cigarras, rosas y jaulas.
'Laúd memorioso' (1995) señala la madurez de la poeta que ahonda en los territorios de la cotidianeidad en busca del prodigio y las epifanías reveladoras del sistema de correspondencias que ordenan el universo. Crecimiento en intensidad y en extensión, este libro retoma viejos motivos con una voz mucho más profunda y esencial que incorpora el procedimiento del relato y nuevos dominios temáticos: la mitología, el arte, la literatura, el paisaje urbano y la reflexión sobre la palabra.
Despojado hasta la casi desnudez del verso corto y coloquial, Alguien pasa (1998) nos sitúa en ese otro tiempo “sin años ni relojes” (“Reminiscencia”) del mito, con sus ecos y repeticiones. Así, personas, perfumes, voces, imágenes, sabores, climas e incandescencias que permanecían al fondo de la memoria, regresan como olas que vuelven a la orilla antigua y al sonido genitor: la madre, oficiante de la ternura y la fineza, cultivadora del jardín y de la amistad (“Alguien pasa”); el poeta, ángel desalado en el descenso de lo azul a la tierra, dueño del don de ser y hacer feliz a los otros (“Ángel sin alas”); el hermano, encarnación de la claridad, el perdón, la nobleza y la amistad; la voz del padre que inició a la hablante en el asombro de la Belleza (“Cedros”); la paralela trayectoria trágica de Orfeo acosado por “los lebreles de la sangre encendida” (“Orfeo”) y de Raúl Gómez Jattin derrotado por “las rojas fauces del delirio” (“Carta a un poeta”).
Golpeada por una serie de sucesos dolorosos, desgarrada por un presente que se la ha vuelto, como a Quevedo, “presentes sucesiones de difunto”, en Viaje al ayer (2007), Olga Chams Eljach, la persona de carne y hueso que escribe los poemas, y Meira Delmar, la voz poética que los enuncia, se funden en una sola voz de profunda significación y denso dramatismo, en la que resuenan diversas culturas: la hispánica, la oriental y la caribeña.
Este año, como homenaje en los cien años de su nacimiento, Letra a Letra editó 'Poesía selecta & 25 elogios', una acertada selección de los mejores poemas de Meira Delmar, seguida de 18 aproximaciones a la obra que incluyen prólogos, reseñas y estudios críticos de escritores como Vinyes, García Márquez, Charry Lara y Cobo Borda, entre otros, dos excelentes entrevistas y 7 poemas dedicados a Meira por 7 poetas colombianas. Con este libro, el lector puede apreciar la ascendente evolución de la poesía de esta autora que, en una época en la cual la mujer, marginada de la vida intelectual, no gozaba de las garantías para la creatividad, supo seguir adelante, leal al llamado de la poesía, las voces de los ancestros, la tierra y el mar natal, y alcanzar una voz personal que la encumbra no sólo en la poesía colombiana, sino en la lengua castellana.
Ariel Castillo Mier
Especial para EL TIEMPO

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