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Patillal le hizo un homenaje a una heroína del vallenato: Palminita Daza
El pasado Festival Tierra de Compositores le dedicó su celebración a Palmina Daza.
Palmina Daza, homenajeada en el festival que dirigió durante nueve años. Foto: Rubén Darío Torres
Palmina Daza (1956) es de esas personas que son el alma de todo un pueblo. Patillalera, lo que significa haber nacido en una tierra de compositores del folclor vallenato –entre estos, su hermano Octavio Daza–, a lo largo de toda su vida ha sido una figura dentro del corregimiento, no solo por su trabajo por el folclor sino por su artesanía y espiritualidad.
Desde sus tiempos juveniles, en los que alcanzó a alzarse con una corona de reina de belleza local –y después como candidata al Reinado del Dividivi–, hasta aquellos en los que luchó para que el talento de sus hijos tuviera un escenario en festivales.
Más adelante, Palminita, como todos la conocen, estuvo al frente del Festival Tierra de Compositores, que se celebra cada Navidad, en Patillal.
En esos tiempos fue gestora cultural y una de sus grandes embajadoras. Según cuenta, entre sus logros estuvo conseguir unas oficinas propias para el festival y haber hecho homenajes a grandes figuras, desde Escalona hasta el ‘Cocha’ Molina, aunque le quedó pendiente el que se le iba a hacer a Silvestre Dangond, porque justo en la Navidad en que se iba a hacer, en 2013, el funeral de Diomedes Díaz, con toda la gente en el cementerio, impidió el paso hacia Patillal y se tuvo que cancelar el festival.
Aproximadamente a media hora de Valledupar, en el corregimiento de Patillal, Cesar, los colombianos cuentan con un monumento para rendir homenaje a los maestros de la música vallenata. El Parque de las Monedas es un tributo a artistas de la estirpe de Rafael Escalona, Chema Guerra y Julio García. Foto:Juan Uribe / Archivo EL TIEMPO
Ya lejos de la dirección del encuentro Patillalero, Palminita fue la primera sorprendida cuando le anunciaron que el festival al que le puso todo su esfuerzo le haría el homenaje principal a ella. “Pero si lo que yo soy es tejedora”, protestaba, un poco sonrojada quizás.
Pero, aun así, el pasado 25 de diciembre, en Patillal, hubo un foro sobre su vida y su aporte no solo al folclor sino a la forma de ser patillalera. En el foro, recordando su jocosidad y que en su juventud logró inspirar canciones a compositores de la talla de Calixto Ochoa, estuvo su hijo Jaime Dangond Daza, rey vallenato 2016.
Jaime Dangond decidió recuperar esa canción, que lleva el nombre de su madre, compuesta por Ochoa, y grabarla a su estilo, para que coincidiera con el homenaje en el festival.
Además, en la celebración folclórica, su otro hijo, Lucas Dangond –que por años recorrió escenarios internacionales al lado de Silvestre Dangond y que ahora acompaña a Elder Dayán Díaz– le dedicó una serenata en compañía de voces y acordeones.
“Fui durante nueve años presidenta del Festival Tierra de Compositores –recuerda ella–, les hice homenajes a Jaime Molina, Rafael Escalona, al ‘Chiche’ Maestre, a Silvestre casi se lo hacemos, pero se murió Diomedes y no se pudo hacer el festival. Al año siguiente Silvestre estaba ocupado. También les hicimos homenaje a Alfredo Gutiérrez, Poncho Zuleta y el ‘Cocha’ Molina”.
¿Qué significó para usted este homenaje que le hicieron en el Festival Tierra de Compositores?
Ahora me he dedicado a tejer. Cuando me hablaron del homenaje, me dije: ‘La gente dirá que no compongo nada’. Pero en la junta del festival, 28 personas votaron por mí. Es bonito, no pensé que me quisieran tanto. Entonces me pregunté: ‘¿Será que me iré a morir?’. Me dicen que me escogieron por todo lo que hice en el Festival. Mi nieto me preguntaba si me iban a hacer un una moneda (escultura con esa forma, con su retrato grabado) como las que hacen para los compositores aquí, pero le dije que no porque yo soy tejedora, a mí me tendrían que hacer una aguja. También le dije que yo debí empezar a tocar acordeón cuando llevaba a los hijos a aprender, estaría tocando por todos lados.
Jaime Dangond Daza, rey vallenato 2016, dice que su tío Octavio es una figura que marcó la historia musical de su familia. Foto:Jaime Moreno
¿Qué cosas suele tejer?
Hago mochilas bien bonitas, las hago en cabuya. Ese es mi negocio. También hago ‘colas’ para el cabello. Mi mamá me enseñó desde pequeña. Trabajé en la Contraloría unos 14 o 15 años y luego me dediqué a la costura. Tejo, y mi hija me compra y vende lo que yo hago.
Pero en Patillal también la buscan mucho por su devoción a la Virgen...
La patrona de Patillal es la Virgen de las Mercedes. Toda la vida he sido muy devota. El 24 de septiembre para mí es un día grande, porque camino toda la procesión y canto las salves que se cantan en los pueblos. La gente pide que vayamos a la casa con el padre a cantar Salve Regina en las puertas de las casas. Y como soy tan devota de la Virgen, yo pido por todo el mundo. Cuando Egan Bernal se accidentó, pedí por él. Si secuestran a una persona, yo pido: “Gran poder divino de la Virgen de las Mercedes, ayúdame con Fulano de Tal”. Si alguien está enfermo o lo van a operar, la gente me lo dice y yo pido por la persona. Si un domingo voy a misa, me asomo antes por su casa, rezo dos avemarías y tres padrenuestros”.
¿Y cómo fue lo del reinado y la canción de Calixto Ochoa?
Fui reina de Carnavales, y un día dijeron que iban a escoger a las reinas de los barrios en el Club Valledupar. Había una capitana, y como yo tenía primos y amigos, pusimos una caleta, le pusimos Lucero Espiritual. Finalmente me enviaron al Reinado del Dividivi, quedé de virreina. A Calixto Ochoa lo conocí en el 72, en julio. Era amigo de mi esposo desde antes y me cantó la canción que dice que Patillal es famoso por su belleza, me sacó el disco a mí (el título es Palminita Daza). Después vino y me entregó el long play para que lo oyera, pero casi no alcancé a oírlo, porque un día lo dejé en la parte de atrás del carro y se me quedó en el sol y se dobló.
Por suerte, su hijo Jaime grabó nuevamente la canción.
Sí, fue una sorpresa. Yo no sabía que Jaime iba a hacer eso.
¿Cuándo vio que sus hijos iban a ser acordeoneros?
Luciano, el mayor, es guitarrista. Al principio no tenía para comprarles el acordeón. Después le compré el acordeón a Jaime, antes de que se fuera a estudiar a Bucaramanga. Él iba a clases con el ‘Turco’ Gil y cuando se fue, necesitaba un acordeón. Lucas estaba de pañalitos, y se sentaba encima del acordeón. Lucas comenzó como cajero de Jaime, y los llevaba a festivales. Pero me di cuenta de que le estaban cambiando las manos de tanto darle a la caja, entonces siguió con el acordeón, en la academia donde se lo prestaban. Después, cuando Lucas ocupó el segundo puesto en la competencia infantil del Festival Vallenato, supe que debía llevarlo a más festivales, por eso Emiliano y ‘Coco’ Zuleta me prestaban los acordeones. Ahora creo que Jaime tiene como 18 acordeones, y Lucas tiene 20 o 30.
¿Qué sigue para la casa museo dedicada a su hermano Octavio?
Estoy haciendo el museo de mi hermano Octavio (fallecido en 1980), el compositor de Río Badillo y Nido de amor. Lo tengo casi terminado, me demoré porque no me gusta estar pidiendo. Tengo en la casa sus pertenencias: su televisor, los cepillos con los que se peinaba, con lo que se embolaba... sigo armándolo.