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El autor de 'El santo cachón' no creía que su canción le gustara a nadie
El Festival de la Canción Vallenata le rinde homenaje a Romualdo Brito en Gaira Cumbia House
Romualdo Brito, compositor vallenato, autor de 'Esposa mía' y 'El santo cachón', falleció en noviembre del 2020. Foto: Archivo particular
Está cerca el primer aniversario del fallecimiento de Romualdo Brito López (1953-2020), en una triste mañana en una carretera de Curumaní.
Brito falleció el 20 de noviembre, dejando al vallenato huérfano de uno de sus más prolíficos compositores –con una obra comparable en extensión a la de Calixto Ochoa–, cuyas letras llegaron al público a través de las voces más importantes del género: Desde Jorge Oñate hasta Rafael Orozco, pasando por Diomedes Díaz, Los Hermanos Zuleta, Los Betos, el Binomio de Oro y Otto Serge, que le grabó la inolvidable versión de Esposa mía.
Por su talla como compositor, que trasciende el éxito de El santo cachón, que casi lo encasilla como autor picaresco, el Festival de la Canción Vallenata Francisco el Hombre, en Bogotá, le rendirá este 30 de septiembre, en el Cumbia House, un merecido homenaje.
Romualdo Brito, compositos y leyenda del folclor vallenato. Foto:Tomada de Twitter: @AntonioSanguino
Para recordarlo, EL TIEMPO, transcribe apartes de una charla con el autor, ocurrida a finales del 2004 (y que sirvió de base para un artículo diferente), cuando se editó un disco en el que grandes figuras vallenatas cantaron sus éxitos -Los mejores cantan a Romualdo Brito-, lo que el autor veía como un tributo hacia su trabajo.
“Es una alegría bárbara que esto me pase a mí–dijo entonces–. He manejado una relación de uno a uno con los intérpretes y me han grabado más de mil canciones. Les doy diferentes opciones. Están contentos conmigo. No sé si tengo suerte o me lo merezco”.
Muchas veces. En mis inicios hubo una, Amor apasionado. Se la ofrecí a Jorge Oñate y no la grabó, pero Los Hermanos Zuleta la convirtieron en un éxito grandísimo. Cuando hicimos Llegó tu marido, se la di al Binomio de Oro, pero la grabaron Jorge Oñate y Toro Band Orquesta y fue éxito por los dos. Cabecita loca también iba para el Binomio, pero la grabó Poncho Zuleta. Con Oñate y con el Binomio me pasó eso muchas veces. Rafael Orozco era el que quería grabarme, pero Israel era el que no aguantaba.
Mil canciones son muchas...
Y tengo muchas canciones sin grabar. Unas 400, porque desde niño hago música. Desarrollo todo lo que se me ocurre, lo vuelvo canción y trabajo en la producción.
Fue difícil porque no desarrollé otra carrera, pues pensaba que con el don que Dios me había dado era suficiente
¿Estudió música?
Desde los 9 años, cuando estaba en primaria, arranqué con la música. La alterné con el bachillerato. Hicimos solfeo con el maestro Ezpeleta en Riohacha. Después viajé a Cuba a hacer Ritmos Latinoamericanos. He sido director de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, presidente de Sayco. Y sigo estudiando tecnologías de producción.
Fundé mi propia empresa de producciones musicales, de eso vivo, porque desaparecieron las regalías autorales, por la piratería, que es cuestión descarada. Así que la producción fue hija de la necesidad. Porque recibía un promedio de 60 o 70 millones anuales.
Y de pronto, del 95 para acá, recibo menos del 10 por ciento. Fue difícil porque no desarrollé otra carrera, pues pensaba que con el don que Dios me había dado era suficiente. Pero algo hay que hacer porque los compositores están desprotegidos.
¿Alguna vez otros han hecho pasar por suyas sus canciones?
Sí, en mis comienzos. Me ponía furioso, pataleaba y todo. Pero ellos arreglaban con mi papá. Como la mayoría de edad era a los 21 años, mi papá me firmaba las canciones y me representaba. Pero él arreglaba todo en las parrandas y de nada me valía protestar. Por eso aprendí sobre derechos autorales.
Antes, ser compositor era algo importante, te veían como si Dios te hubiera dado una virtud más. Ahora, cualquiera es autor en Colombia. Se roba un pedazo de melodía de acá, y otro de allá. Para que algo sea plagio, la ley establece que debe coincidir en ocho compases, así que se roban seis del uno y seis del otro y sacan la canción tranquilos.
¿Cuándo se dio cuenta de que su don era componer?
Uno nace en familia de músicos y se le pega. En mis inicios no me gustaba el vallenato. Solo la ranchera mexicana, por las películas que daban en el pueblo. De un momento a otro se me dio por componer, y en menos de un mes tenía la primera canción y me grabaron. Tengo suerte. Hay gente que dura 5 o 6 años esperando que le graben.
¿Cuál fue esa primera canción?
Se la hice a Leandro Díaz, se llamaba El dios cantor, la grabó Lisandro Meza. De ahí para acá, me han grabado prácticamente todas las locuras que se me han ocurrido. Leandro Díaz y mi papá eran hijos de dos hermanas, y mi papá parrandeaba mucho con él. Hubo una época en que los compositores comenzaron a ser cantores de todos lados: que ‘el cantor de Valencia’, que ‘el cantor de Fonseca’, que el del Valle. Yo tenía 17 años y dije: ‘No voy a hacer eso. Voy a hacerle una canción a mi tío Leandro, para decirles a todos que él es el 'dios' de los cantores y le puse El dios cantor. Gustó mucho, fue mi arranque para seguir.
¿De dónde es usted ‘cantor’?
Nací en un pueblo que no está en el mapa. Se llama 30 Tomarrazón, La Guajira. Es un corregimiento, 30 minutos al sur de Riohacha. Allí instalaron un punto de comunicación entre el interior del país y la Costa. Lo custodiaban treinta soldados. Cada semana los reemplazaban, y los que se iban para Riohacha en mula –no había carretera y la gente no sabía escribir– llevaban razones para los parientes que la gente tenía en la ciudad. Y los que venían traían razones de los campesinos que estaban allá. Terminó llamándose 30 Tomarrazón, a la gente de allá la llamaban ‘treintera’.
Yo tenía una pena con los amigos y amigas por la canción
Habló de “inspiraciones locas” que le han grabado, ¿cuáles?
Sí, El santo cachón (grabada en los 90 por los Embajadores Vallenatos). Era una canción que no pensé que le fuera a gustar a nadie.
Controvertida...
Yo tenía una pena con los amigos y amigas por la canción. Me llamaban a la casa, me insultaban, me decían cosas. Las mujeres, sobre todo, porque se sentían ofendidas con el mensaje. Durante un tiempo me acosaron mucho. Pero le cambiamos el número a la línea, y ya. Después, con el tiempo, nos fuimos olvidando de eso. Afortunadamente, la canción pasó rápido.
No tanto en Colombia. Afuera pegó más. Pero no era la canción que a mí me hubiera gustado que pegara.
¿Qué canciones quería que pegaran?
Muchas, pero, por lo general, siempre que le he puesto cariño a una canción, no falla.
¿Ponerle cariño es la fórmula?
Pasa, que no todas son vivencias.
¿Hay alguna canción suya que no haya querido grabar?
Hay una que el público me pide y no quiero grabar. Se llama Jesucristo no probó. No la grabo por respeto y temor a Dios. Siempre me pregunto por qué la hice y no he encontrado explicación. Me despido con un pedacito:
"Jesucristo no probó/ Ay no señor, El no pecó. Ay, no no no / El no pecó/ Porque si hubiera probado, deja muchos herederos/ De eso estoy seguro yo / que he probado tantas veces de eso que llaman pecado / Que no sé que sea más malo, si pecar o no pecar / Y si Chucho llegaba a probar, también estaría pecando/ Por eso me pregunto / Son enfermos de mi Dios? / Que por qué ha de ser pecado eso de hacer el amor/ Si mis padres no lo hacen aquí no estuviera yo/ Ni tampoco los que hoy viven rezándole al creador (...)".
El Festival de la Canción Vallenata Francisco el Hombre
El Festival de la Canción Vallenata Francisco el Hombre sigue apostándole a Bogotá como escenario, del 30 de abril al 3 de octubre. De hecho, este festival, que se desprendió del Festival Francisco el Hombre de Riohacha quiso traer a la capital parte de la cultura vallenata hace un par de años.
El Festival de la Canción Vallenata busca estar acorde con la salvaguarda y protección de la tradición de este folclor propuesta por la Unesco. “Los compositores son la columna vertebral del vallenato, porque sus canciones son la materia prima”, dice Walter Daza, al frente del evento, por eso, todas las actividades de este encuentro -desde el homenaje a un grande, hasta los foros y charlas programados- buscan exaltar el trabajo autoral.
El eje central será un concurso de canciones inéditas -que se llevará a cabo del 1° al 3 de octubre, en La Trampa Vallenata- en dos categorías: Maestros (autores que hayan tenido al menos cinco éxitos en el ámbito local, regional o nacional) y nuevos talentos. Este año, en la primera modalidad compiten nombres de la talla de Fermando Meneses (Relicario de besos), Sergio Amaris (Obsesión), Tomás Darío Gutiérrez y Julio Oñate Martínez, entre otros.