El Tour de Francia y sus 118 años de historia

La historia oficial del Tour de Francia es el homenaje perfecto a la mayor carrera ciclista del mundo. Escrita por un equipo de tres expertos internacionales, e ilustrada con lujo de detalles gracias a cientos de documentos de archivo y fotografías de sus organizadores, cuenta una amplia y variada crónica.

Aparecen, con un alto nivel de detalle, objetos poco conocidos de su historia, entre ellos documentos fundacionales y trabajos artísticos fascinantes y el equipamiento más innovador.

Además, unas estadísticas y clasificaciones de lo más exhaustivo hacen de esta obra un trabajo de referencia para todo aficionado al ciclismo. Cuenta también con un prólogo del pentacampeón Bernard Hinault, uno de los mejores y más grandes ciclistas de toda la historia del Tour y del ciclismo mundial.

El libro permite descubrir las evoluciones que conforman los rasgos más definitorios del Tour, como los tres grandes momentos históricos desde la edición pionera en 1903 hasta la de 2021.

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Se puede explorar cómo se han forjado las costumbres, las tradiciones, los maillots y los épicos puertos de montaña, así como revivir las hazañas y récords de los más grandes vencedores y campeones, desde Henri Pélissier, Fausto Coppi, Gino Bartali, Jacques Anquetil, Eddy Merckx, y Bernard Hinault, hasta Miguel Induráin y Chris Froome.

El libro detalla su recorrido de forma cronológica en tres grandes momentos: Los primeros años comprende la creación del Tour en 1903, hasta la edición de 1947, cuando se reanudó la carrera después de la interrupción durante la Segunda Guerra Mundial.

El segundo, La época dorada, comienza en 1948, con el dominio de las grandes figuras italianas hasta el reinado de Merckx y las victorias de Hinault, siendo este el último francés en ganar la ronda de gala, en 1985.

Para finalizar, Tiempos modernos aborda desde mediados de los años 80 durante el debut del estadounidense Greg Lemond, hasta el 2021 con el bicampeonato del esloveno Tadej Pogacar.

En este último momento se sitúan las grandes hazañas e icónicas participaciones de los colombianos en esta carrera, desde la llegada del primer equipo en 1983, la primera victoria en 1984, el tercer lugar de Fabio Parra en 1988, los subcampeonatos de Nairo Quintana y Rigoberto Urán, hasta la victoria de Egan Bernal en 2019.

Además, presenta secciones temáticas sobre aspectos sociales y culturales del Tour, como Vencedores y campeones, una reseña de las camisetas representativas del evento (maillots amarillo, verde, blanco y el de mejor escalador).

También, el capítulo Costumbres y tradiciones, en donde se habla de la evolución de las bicicletas, los equipos comerciales y las caravanas publicitarias y, por último, una crónica histórica detallada de los récords y estadísticas de los ciclistas.

El Tour de Francia nació como reclamo publicitario para reforzar las ventas de un diario deportivo. Un siglo después, es un fenómeno mundial y un símbolo de la vida de Francia.

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Ha pasado mucho tiempo ya desde la primera edición, la de 1903, y la edición actual se ha convertido en un acontecimiento global seguido por millones, pero, en el fondo, sigue siendo esa misma carrera de tres semanas tan hermosa, brutal y, a menudo, inexplicable.

Para los ciclistas profesionales sigue siendo la carrera más desafiante en cuanto a resistencia física, peligro y premios. Para los aficionados se convierte en un estruendoso carnaval en el que 200 corredores pasan a toda velocidad. Toca todos los ámbitos, y ese es su principal encanto del Tour.

Las retransmisiones televisivas en color han transformado al Tour de Francia en una carrera de una belleza que ningún otro deporte logra igualar.

Y desde que llegaron las transmisiones en directo, en 1972, el hipnotizante ritmo del pelotón atravesando las carreteras de Francia descubrió el Tour para una nueva e infinita audiencia que puede disfrutar la carrera desde la perspectiva de quien la observa de manera privilegiada, saboreando las imágenes.

Porque se goza tanto de manera superficial como con mayor detalle. El entusiasta de la bicicleta puede presenciar horas y horas de cobertura televisiva en directo, así como estar al tanto a diario de los resultados de cada etapa gracias a internet y a los periódicos, siendo el más notorio L’Equipe, heredero directo de L’Auto, periódico que creó el Tour.

Con 20 etapas y un prólogo, nunca queda suficiente espacio o tiempo como para contar los cientos de anécdotas e historias de interés humano que tienen lugar durante la carrera.

Hoy, la mayoría de promotores deportivos evitaría las impredecibles pruebas que pueden celebrarse lejos del ambiente controlado de un estadio o circuito.

Por eso, el Tour es una locura de carrera, producto de una época pretérita en la que la bicicleta rivalizaba con cualquier otra cosa sobre el asfalto o sobre una pista, y ponía a prueba la resistencia de los mejores deportistas del momento.

Lo cierto es que las carreras modernas apenas se parecen a aquellas que se disputaron antes de la guerra, o los de la década de los años 20, en los que los ciclistas avanzaban en solitario atravesando pasos montañosos sin asfaltar y tenían que reparar sus máquinas sin ayuda de ningún tipo.

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Lo que nació como reclamo publicitario, contemplado por unos pocos curiosos, se emite hoy a más de mil millones de espectadores de todo el globo y se calcula que salen a verlo a las carreteras unos 12 millones de espectadores.

Hoy, gracias a la cobertura aérea y a las motocicletas equipadas con cámaras; a internet y las redes sociales, el Tour ha multiplicado su atractivo y llega a las nuevas generaciones.

Bernard Hinault, ciclista francés, ganador de cinco Tours, tres Giros y dos Vueltas a España, es el autor del prólogo del libro, que aquí reproducimos:

“Lo que nació como una idea de Henri Desgrange en la que 60 ciclistas tomaron la salida un amanecer se ha convertido en un coloso que en el año 2013 celebró su edición número 100. A su lado, cualquier otra carrera ciclista resulta diminuta, tanto en tamaño como en prestigio, importancia y alcance mundial. Por todo el globo, personas de 180 países encienden su televisión cada verano para ver, cautivados, cómo sus héroes compiten por la gloria.

Cada edición del Tour de Francia crea nuevos héroes y escribe un nuevo capítulo entre las páginas que recogen las más grandes gestas e historia legendarias: Eugène Christophe arreglando su horquilla en 1913, los rotundos ataques de Fausto Coppi en busca de la victoria en 1949, el insolvente control de Jacques Anquetil al que en poco tiempo sucedió el incontestable dominio de Eddy Merck, y más tarde la silenciosa fuerza de Miguel Induráin.

El Tour siempre garantiza un punto de locura, tanto en ese ciclista que sufre sobre el asfalto como en el espectador que asiste al espectáculo ¡y vaya espectáculo!

Tanto la colorida y estruendosa caravana publicitaria como el número principal, ese pelotón de ciclistas que pasan volando, se convierten en una de las mayores experiencias sensoriales que puedan vivirse.

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Viajando de ciudad en ciudad, igual que si estuviera desvelando un secreto, el Tour se ha convertido en parte del tejido que da forma a la vida de Francia, así como del deporte internacional. Puede que no sea más que un disparate, pero uno de inmensa belleza.

Los triunfos y pequeños fallos de ese espectáculo marcan la evolución del espectacular y siempre cambiante lienzo del Tour. Cada julio la carrera encuentra nuevos sitios que visitar, aunque siempre acompañados por las inigualables cumbres de los Alpes y los Pirineos, las ondulantes colinas del sur y los kilómetros de campos de girasoles.

El Tour de Francia fue inventado por el hombre y hemos de recordar que se erige sobre una larga lista de campeones, y sobre los dramas y desenlaces que depara cada edición, que son los que hacen que nos siga cautivando.

REDACCIÓN DE CULTURA

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