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Noticia
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¿Por qué Kate Winslet, protagonista de Titanic, tuvo que huir de Hollywood?
Con Titanic probó la verdadera fama, pero la hundió en el matoneo y hasta las críticas a su cuerpo.
Acaba de estrenar la serie The Regime en MAX, donde tiene tiempo para burlarse también del poder y la política. Foto: Cortesía Max y Archivo Particular
Kate Winslet es la estrella más antihollywood que existe. Se convirtió en una de las mujeres más famosas del planeta por su papel en Titanic, pero en la industria y en los medios no han dejado de criticarla por estar ‘un poco pasada de kilos’ o por no hacer las películas y las series ‘apropiadas para una estrella’, pero ella se ha encargado de callar bocas con actuaciones memorables y un premio Óscar.
A Winslet le gusta ser una mujer común y corriente que, entre otras cosas, no tiene dos cocinas en su casa -como algunas estrellas que tienen ese lujo exagerado porque sus mansiones exigen recorridos maratónicos- y tampoco no tiene problema en preparar un té para ella y para su maquilladora antes de salir a escena a un filme. Odia la estupidez. “Siempre he intentado que mi cuerpo no sea el centro de ninguna conversación”, puntualizó en una entrevista hace unos años. Su foco siempre ha sido la interpretación. Su padre, Roger Winslet y su madre Sally Bridges-Winslet, eran actores de teatro. Sus abuelos maternos-Oliver y Linda- trabajaban en ese mundo, así como su tío Robert Bridges.
Ahora, a sus 48 años, se ríe de la histeria que causó en Hollywood y continua con su soberbia saga de interpretaciones, esta vez en el cuerpo de una dictadora en la miniserie The Regime (El régimen), que se estrenó en la plataforma de streaming MAX. Winslet interpreta a Elena Vernham, una mandataria déspota, ruin y detestable, que se desliza en las aguas del populismo y siente pasos de animal grande por el rumor de una revolución. Su papel es una gran caricatura de una dictadora en una suerte de imperio ficticio en el que se empiezan a notar fisuras. Su rostro ofrece una mueca de músculos contraídos de las que definen a los tiranos que parecen vivir en guardia todo el tiempo, y solo deja ver una sonrisa falsa de tanto en tanto como la de los actores acosados por fans y periodistas en una alfombra roja.
Winslet logra un papel que no pasa inadvertido para la audiencia. Un rol loco, extraño, entrañable, hecho a la medida de su protagonista. La trama parece beber del ambiente político real que palpita con fuerza en este momento en el mundo. Nuevos tiranos, fanáticos del poder, corruptos, populistas o chiflados con bombas atómicas.
La ironía y el humor se mezclan con la política y la corrupción Foto:Max
“Fue siempre claro para nosotros que esto es inventado y que nuestro trabajo era trazar una línea entre el absurdo, lo ridículo, el humor y orientarnos a veces a una oscuridad que puede tener la historia. Pero es cierto que hemos evitado basarnos específicamente en un tema político del momento o una figura del poder, porque esa no es la intención de The Regime”, confiesa Winslet.
“Es absurda, tiene algo de comedia, no había hecho algo así antes (no es una frase de cajón, en realidad se le oye emocionada en una charla de pocos minutos vía zoom en la que pudo participar EL TIEMPO), pero también es terrible y vulnerable. Me sentí cómoda con el papel de Elena Vernham”, reconoció. Algo totalmente opuesto a la experiencia en Titanic, la película que en 1997 la dio a conocer en todo el mundo.
Kate (Reading, Inglaterra, 1973) fue la pareja de un joven Leonardo DiCaprio en una aventura inspirada en el naufragio más famoso del mundo. El filme convirtió en el ‘rey del mundo’ a su director James Cameron. El éxito tocó con fuerza a su puerta. En el estreno del filme tenía 21 años y muchos le aseguraron que, como James Cameron, iba a ser la reina del cine y de Hollywood. Pero al destrozaron. Tuvo problemas de autoestima, la matonearon… convirtieron su cuerpo en una obsesión insana, fue más inteligente que los acosadores, huyó de Hollywood y regresó a Inglaterra.
Una de las escenas más famosas de Leonardo Di Caprio y Kate Winslet. Foto:Cortesía Max y Archivo Particular
Los recuerdos de cientos de fotógrafos en busca de su mejor ángulo regresan cada vez que lanza una producción, pero ya quedaron atrás los comentarios idiotas en los que le decían que se iba a tragar el mundo, pero al mismo tiempo que le susurraban que dejara de comer.
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Kate estudió artes escénicas y cuando era niña participó en comerciales de cereales y apariciones en series de televisión, en 1994 hizo parte de la película Criaturas celestiales, de un no tan famoso Peter Jackson (el artífice años más tarde de la grandiosa trilogía de El señor de los anillos) que se daba un respiro del terror sangriento y divertido, para contar la historia de amor de dos amigas que terminaba en un asesinato cruel y que compartían un delirio extravagante por la literatura y la música del tenor Mario Lanza.
Winslet fue la manipuladora y desequilibrada Juliet Hulme, que se enamoraba de Pauline Parker (en la piel de la actriz Melanie Linskey). Luego la actriz hizo parte del clásico Sensatez y sensibilidad, que dirigió Ang Lee, junto a Emma Thompson que, vale decir, fue la que la instó a que no dejara pasar la oportunidad de ‘lanzarse al agua’ con Titanic. Se convirtió en Ofelia en la portentosa versión cinematográfica de Hamlet, que hizo con Kenneth Branagh. Era famosa, pero no era una estrella, hasta que llegó el barco…
Hemos evitado basarnos específicamente en un tema político del momento o una figura del poder, porque esa no es la intención de The Regime”.
“Los periodistas siempre me decían: ‘Después de Titanic, podrías haber hecho cualquier cosa y has elegido hacer estas cosas tan pequeñitas...’. Yo pensaba: ‘puedes apostar a que sí porque, adivina,hacerse famosa fue horrible’. Estaba agradecida, por supuesto (…). Pude conseguir un apartamento. Pero no quería ser perseguida cuando estaba, literalmente, dándole de comer a unos patos en un parque”, dijo en otra entrevista.
“Me criticaron, fui objeto de un escrutinio personal y físico enorme. La prensa británica en realidad fue bastante cruel conmigo”, explicó en el 2021. Y su mejor venganza fue seguir esa dinámica de escoger sus papeles con el mismo cuidado con el que un relojero coloca las piezas de un valiosísimo artefacto para medir el tiempo. Tomarse su tiempo en esas cosas pequeñas que odiaban los reporteros de farándula.
Ganó un Óscar por su papel en The Reader, acerca de un romance con despertar sexual incluido y un gran secreto del pasado nazi de una mujer madura. Antes había estado cinco veces nominada a la estatuilla, pero siempre se iba con las manos vacías. También fue una ama de casa que había perdido las ilusiones en el filme Revolutionary Road y muchos de sus fanáticos la recuerdan con gran cariño en su papel de Clementine en Eternal Sunshine in the Spotless Mind, una joven rebelde de cabello azul, que consigue que borren todos los recuerdos a su novio Joel (Jim Carrey) en una inclasificable comedia romántica con visos de ciencia ficción y un drama encarnado en el corazón de sus protagonistas. Sin olvidar su trabajo en la piel de Ruth, la joven del filme Holy Smoke, que al ser atrapada por una secta termina en enamorada de un hombre que trata de ayudarla a desprogramarla de su obsesión.
Su rol puede ser grande o pequeño, pero siempre brilla, aunque algunos filmes pasen inadvertidos o no sean un éxito de taquilla. Cuando sale en cuadro es impactante y llena todo el espacio de la cámara con una mirada que puede pasar en segundo de la fortaleza a la vulnerabilidad.
Hasta en sus cintas fallidas puede notarse una entrega que, aunque no salva el producto final, deja un buen sabor dentro del desastre. Como con la saga de Divergente, una distopía con aroma adolescente que quiso subirse al éxito de Los juegos del hambre y sucumbió estrepitosamente. En el rodaje de la primera película estaba embarazada, pero hizo muchas escenas de acción y disfrutó la experiencia como antagonista. "La única manera de no perder la cordura es no leer las reseñas y los artículos que escriben sobre mí”, reconoció una vez.
Lo que le ha llamado la atención es que mucha gente la para en la calle para saludarla y agradecerle por su papel en …¡No, no es Titanic!, sino en The Holiday, una comedia acerca de dos mujeres, una estadounidense que intercambian sus hogares durante la época navideña. Un contexto en el que vivirá cada una un romance. Cabe decir que la estadounidense es Cameron Díaz y su pareja es Jude Law, mientras que Winslet llega a otro país y se enamora de Jack Black, un tipo común y corriente, dando paso a una historia de conexión más creíble que la de Díaz en la fría Inglaterra.
“Madres e hijas me reconocen en el supermercado y me dicen que les encanta The Holiday y que es su pequeño ritual de Navidad”, recordó recientemente orgullosa la actriz. Ninguna película parece pequeña para ella y nunca ha tenido miedo de que se note el paso del tiempo en la pantalla, como sucedió en la serie policíaca Mare of Easttown, en la que era una agente que investigaba un asesinato.
Peleó con los productores y el equipo cuando se le aconsejó que les dejará hacer unos retoques digitales, ya se notaban unos ‘gorditos’ en su cadera y en rostro del afiche de la serie que se emitió en HBO. Se negó rotundamente. “Yo sé cuántas arrugas tienen mis ojos”, fue su respuesta cuando vio la fotografía del póster de la serie. “por favor pónganlas de nuevo”, insistió antes de desechar el trabajo de diseño. En una escena de la serie, le propusieron hacer otros cambios ‘porque se le veía barriga. “Ni se te ocurra”, le dijo al director de Mare of Easttown, Craig Zabel. Él obedeció.
Pero los medios volvieron a lo suyo. Un titular de un diario español decía: Por qué nos gusta más Kate Winslet gorda y vieja que de musa del ‘Titanic’. Otra vez el cuerpo, otra vez los estereotipos así fueran ‘positivos’ porque la actriz no escondía el paso del tiempo en el papel de una investigadora alcohólica, desordenada y traumatizada.
Winslet ganó el Óscar por la película 'The Reader'. Foto:Cortesía Max y Archivo Particular
"Creo no sería una buena detective en la vida real. Me va mejor con las cervezas en una salida. Este personaje lo sentía a un millón de kilómetros de lo que soy yo. No creo que tenga la resistencia mental que se requiere. La única cosa que siento que tengo en común con Mare, y en la que honestamente pude apoyarme mucho, fue en ese verdadero sentido de la familia y lo mucho que significa para ella mantenerla unida a toda costa”, recordaba en otra charla con EL TIEMPO.
He intentado vivir mi vida con integridad, ser una persona decente. Desde muy joven tuve que aprender que en esta carrera no puedes controlar todo, ni mucho menos las opiniones acerca de lo que haces. Realmente trato de disfrutar y estar tranquila, eso es lo que hago siempre”, dijo. Hace dos años se celebraron los 25 años de Titanic. Se estrenó una versión remasterizada del filme y Kate Winslet no tuvo reparos en unirse al aniversario.
Habló bien de la cinta, recordó los golpes durante las escenas del hundimiento del barco, el frío por los litros de agua que recibió en las escenas más intensas del filme. Bromeó un poco acerca del debate que se gestó tras la idea de que pudo haber dado un espacio en la tabla en la que Rose se salvó de la tragedia para Jack, quien murió congelado en el mar antes de despedirse de ella en un sacrificio digno de una historia de Corin Tellado. Winslet ahora es una de las mejores amigas de Leonardo DiCaprio y seguro valora más la amistad de su compañero en esa aventura, que los finales felices de Hollywood. Sin duda a ella le gusta más la vida real..