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Juan Pablo Montoya ganó su primera carrera en la F1 hace 20 años
Así registró EL TIEMPO la primera victoria colombiana en la máxima categoría del automovilismo.
Juan Pablo Montoya celebra su primer triunfo en la Fórmula 1. Foto: AFP - Archivo EL TIEMPO
El día de la gloria inmarcesible llegó a la Fórmula 1. El Himno colombiano sonó, aunque en versión lenta y desfigurada, y la bandera patria ondeó en Monza por encima de la horda de trapos rojos de Ferrari. Y los 150 mil tifosi que iban a festejar a Ferrari terminaron aplaudiendo inesperadamente a Juan Pablo Montoya.
Después de 14 intentos llenos de espectacularidad o drama, pero todos fallidos; luego de tres poles consecutivas, el resultado llegó y Juan Pablo se ganó el histórico Premio de Italia como todo un grande y sin que los ya consagrados estuvieran fuera de contienda.
A todos los batió, desde el sábado cuando hizo el pole de una manera tan clara. Esta vez, todo estuvo a su favor. La estrategia de la gasolina y las llantas, refrescadas en el medio de la distancia, fue más productiva que la de Ferrari, con dos entradas a pits. Que pudo funcionarle a Barrichello si sus mecánicos no cometen el error de los de Williams en Alemania y fallan el tanqueo, porque allí se le fueron siete segundos al brasileño.
Juan pasó dos sustos grandes. En la vuelta 9, estaba siendo acosado por Barrichello y perdía terreno porque las llantas traseras se recalentaron. Eso hizo que fallara una frenada, entró a la curva comprometido y cuando reaccionó ya se le había fugado Barrichello y tenía a Michael en los espejos. Fue tal el bache de velocidad que pareció como si el motor estuviera apagado o se hubiera fallado la caja.
Juan Pablo Montoya celebra con su padre, Pablo, y con Connie Freydell, hoy su esposa. Foto:AFP - Archivo EL TIEMPO
Dos vueltas más tarde, con Michael presionando y el carro con mal agarre, falló la frenada de la variante Ascari pero tomó la ruta de seguridad y mantuvo la posición.
De ahí en adelante, la costura de la obra fue perfecta. Las llantas se normalizaron y Juan solo cedió el comando cuando su entrada a pits cobró su cuota y hasta regaló tiempo porque fue una parada lenta (11,9 segundos), pero la distancia daba para esos excesos de paciencia de los mecánicos.
Ralf hizo el relevo temporal en la punta alargando su turno hasta secar el tanque, pero cuando todo volvió a la normalidad y los Ferrari hicieron la segunda y funesta, ya Montoya estaba lejos y se preparaba para celebrar.
Esta vez el BMW no soltó ni una bocanada de humo, los radiadores no se ahogaron, la gasolina entró a tiempo, Verstappen nunca lo tuvo al alcance, los computadores efectuaron siempre operaciones válidas, el pilotaje fue de película y el aprovechamiento de los ensayos, perfecto.
Los efectos del terrorismo (N. de la R.: seis días antes fueron los atentados del 11S) y el accidente de Zanardi el sábado, le bajaron la espuma a la celebración. Especialmente por parte de Ralf. Pero abajo había alguien tan emocionado como todo el país. Pablo Montoya padre estaba de cumpleaños y acababa de recibir el mejor regalo de su vida. El también merecía podio.