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Leonardo Castro, su historia de lucha para convertirse en goleador
Fue la figura de la Liga, goleador con 15 tantos y campeón con el Deportivo Pereira.
Los hinchas del Deportivo Pereira tuvieron que esperar 78 años para lograr su primer título en el fútbol colombiano. Gracias al empate 1-1 en el estadio Girardot, el 0-0 en el estadio Hernán Ramirez Villegas y el triunfo 4-3 en la tanda de penaltís, los hinchas matecañas celebraron y agradecieron al profesor Alejandro Restrepo y sus dirigidos. Leonardo Castro fue el goleador del campeonato. Foto: Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo
Esta con ver sus lágrimas para entenderlo. El partido no había empezado y Leonardo Castro, en primer plano en la TV, lloraba a chorros mientras cantaba el himno de Pereira, y lloraba como lloraban los miles de hinchas pereiranos, con esa pasión, con esa nostalgia de estar en una final. El delantero más peligroso del semestre en la Liga se quebró ante tanta emoción, pero sus lágrimas no eran una debilidad: eran su primer amague.
Al final de los 90 minutos y una tanda de penaltis en la que él no falló, Leo Castro cambió la nostalgia por la euforia. Su mirada era la de siempre, sosegada y feliz, esa mirada que engaña, que parece la de un delantero inocente, pero no. Entre sus manos llevaba bien agarrado, como para que no se le extraviara, un botín dorado, brillante, como recién lustrado, era el del goleador del campeonato, el que se calzó por los 15 goles que anotó, goles que encumbraron al Pereira hacia la estrella. Y así, con un botín que no quería descuidar, festejaba y saltaba, y su cabello colita de caballo saltaba con él. Y luego, con la serenidad de un goleador saciado, habló, y cuando le preguntaron qué sentía de ganar la estrella con el Pereira, dijo una frase que le sonó honesta. Y si no le creen, recuerden sus lágrimas. “Lo soñamos con mi esposa cuando vinimos al Pereira, dijimos que íbamos por un sueño, y se pudo lograr”, dijo, y su esposa al lado, testigo de esas palabras, de esa emoción.
Cuando a Leonardo Castro le han preguntado de dónde viene, de dónde salieron sus goles, él responde con la sinceridad de siempre: “Salí de la nada”. Y así fue. Castro, que nació en el municipio de El Tambo, Cauca, pero creció en Pereira, tuvo una aparición fortuita. Su sueño era el de muchos, jugar fútbol, hacerlo bien, llegar al profesionalismo, ganar títulos, ojalá con el Pereira.
Los hinchas del Deportivo Pereira tuvieron que esperar 78 años para lograr su primer título en el fútbol colombiano. Gracias al empate 1-1 en el estadio Girardot, el 0-0 en el estadio Hernán Ramirez Villegas y el triunfo 4-3 en la tanda de penaltís, los hinchas matecañas celebraron y agradecieron al profesor Alejandro Restrepo y sus dirigidos. Leonardo Castro fue el goleador del campeonato. Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo
Pero como apenas era un jovencito que soñaba, le tocaba ganarse la vida, y tuvo que labrarse un camino áspero, difícil. Y entonces uno entiende mejor sus lágrimas. Castro no solo es un trabajador del área. Desde muy pequeño incursionó en la vida laboral para ayudar a su familia. Peleado con el estudio, fue obrero de construcción, trabajó en domicilios de productos agropecuarios. Un día le propusieron trabajar en recolección de basuras con la empresa de aseo de la ciudad y ¿qué creen que dijo Castro? Pues que claro, que de una, que qué tocaba hacer. Se montó al carro de basura y a trabajar.
Recuerda que uno de sus primeros trayectos de aseo fue a su propio barrio, y no se le dio nada, ninguna vergüenza, era un trabajo y él estaba para trabajar. Allí llegó como el mejor refuerzo, no solo para las labores de aseo que hoy enorgullecen a toda una comunidad, sino para el equipo de fútbol empresarial.
Pero aunque se rumoraba en la ciudad que un joven goleador hacía estragos en el área, que pintaba bien, en general no lo conocían más allá de ciertos torneitos. Así que probó suerte por otros lados. Estuvo en La Equidad, en Envigado, en el Barranquilla, y nada pasó. O no lo vieron bien o no se convencieron.
Esa cadena de no, no, no le hizo pensar en tirar la toalla. Pero su destino era regresar a Pereira. Allí lo estaba esperando su oportunidad. Cuando se le apareció, no la desaprovechó. Se hizo futbolista como dice, de la nada, a los 22 años, y desde entonces es goleador de los buenos, de los que lloran para amagar y luego desahogan su brutalidad de remates de gol.
Castro debutó en el profesionalismo con el DT José Fernando Santa en 2014. Hizo 12 goles en su primer torneo de la B. Anotó 18 en el siguiente. No logró el ascenso con el Pereira, pero alzó vuelo a la A. El Independiente Medellín, el mismo rival que se fue amargado de la final por culpa de Leo y los suyos, fue en ese entonces por él y se lo llevó. Era el año 2016. En el DIM supo qué era eso de ser campeón, ganó una Liga y dos Copas Colombia. Sus goles lo llevaron a una Selección Colombia que ganó el oro en los Juegos Centroamericanos 2018, hizo dos goles, uno en la final contra Venezuela.
Pero cuando mejor iba, las lesiones mermaron su carrera, fueron la incómoda zancadilla. Una de ellas, la que más temen los futbolistas: ruptura de ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda, que lo sacó de las canchas por 6 meses. En 2021, el DIM le dio carta de salida, así que Castro, con muchos goles a cuestas, consciente de que su presente no era el mejor porque no jugaba, habló con su esposa y juntos, como ya contó, decidieron regresar al Pereira, un Pereira que no tenía en principio ninguna aspiración tan grande, pero que construía un proyecto, primero con el DT Alexis Márquez, luego con Alejandro Restrepo. En el primer semestre Castro hizo 9 goles y en el segundo llegó a 15.
Castro define de zurda, o de derecha, le gustan las paredes, las aprovecha, además es veloz y tiene precisión en su remate. Por todo eso es que hoy, a sus 30 años, varios equipos iban por él, incluso un par de argentinos pugnaron, pero finalmente Castro seguirá su carrera goleadora en Millonarios, que se adelantó a todos y ayer confirmó su fichaje estelar. Por ahora, Castro duerme con el botín de oro bajo al almohada y sueña con los goles que promete vestido de azul. Se va de su Pereira por todo lo alto, les dejó una estrella, y se va porque quiere nuevos retos.
“Trabajé muy duro para esto, gracias a Dios se me da la oportunidad, agradezco a mi familia que me apoyó en todo y a esta hinchada que me acogió muy bien”, dijo Castro el miércoles, ya con la gloria a sus espaldas, y con la voz entrecortada, y si lloraba, como lloró en el himno, ya entendimos que eran lágrimas de lucha: su primer amague para ir por mucho más.