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Exárbitro Lorenzo López prende el ventilador: fútbol, narcotráfico y amenazas
El exjuez se fue del país hace 32 años, tras ser amenazado. Había sido suspendido de por vida.
Lorenzo López, Pablo Escobar y Miguel Rodríguez Foto: Arbitraje de frente y Archivo EL TIEMPO
Lorenzo López fue un árbitro colombiano que dirigió entre 1986 y 1990 y que, en su momento, según informó la Federación Colombiana de Fútbol, fue suspendido de por vida por corrupción, luego de una investigación realizada por el hoy presidente de la Difútbol, Álvaro González Alzate.
López salió del país, según él, por amenazas, y se radicó hace 32 años en Estados Unidos. Ahora, decidió romper su silencio y contar detalles de cómo el narcotráfico se involucró en el fútbol en los años en los que él dirigió.
En charla con el canal de YouTube Arbitraje de frente, dirigido por el también exjuez internacional Wílmer Barahona, López también habló de una supuesta persecución de González para sacarlo del de silbatos.
López se reunió con los capos de los dos carteles de la droga
López reveló que lo pararon durante seis meses por no haber hablado con los ‘señores de Cali’. Estos eran Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, los capos del Cartel de Cali.
“Yo fui a pitar un partido entre Pereira y Quindío y cuando estaba en el camerino, un recogebolas me avisó que querían hablar conmigo. Llegó un tipo, como decíamos, embambado, lleno de cadenas. Me dijo que los señores de Cali querían hablar conmigo, que había que ayudar al Pereira ese día. Yo le respondí que no me mandara razones de nadie”, explicó.
López, que en 1987 pitó cuatro clásicos Millonarios vs Santa Fe, entre ellos el que, prácticamente, decidió la estrella a favor de los azules, no dirigió ni un partido en el primer semestre de 1988.
Finalmente, alguien en la Dimayor le dijo que si no hablaba con los ‘señores’ no volvía a pitar. Según él, los jueces del día del partido en Pereira, que eran de Manizales, le habían contado lo ocurrido a Álvaro González Alzate.
“En Cali me recogió Luis Eduardo Covaleda, otro árbitro, y me llevó a hablar con Miguel Rodríguez. Recuerdo que estaban Juan José Bellini y Sergio Santín. Él me dijo que no me había mandado ninguna razón y que yo por qué no había querido pitarle al América. Yo le dije que nunca me habían nombrado porque sabían mi posición sobre eso”, explicó.
Miguel Rodriguez Orejuela narcotraficante colombiano. Foto:Archivo / EL TIEMPO
Después de esa charla, a la fecha siguiente, lo volvieron a nombrar: pitó un juego entre América y el desaparecido Sporting de Barranquilla.
A raíz de eso, López aseguró que fue retenido para ir a hablar con el capo del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria.
“Viajé a pitar un partido entre Medellín y Bucaramanga y cuando me subo al taxi, se me sientan dos personas, a lado y lado. Me llevaron como a una montaña y ahí conocí a Pablo Escobar. Ahí me pregunta por qué yo no quiero trabajar con los de Cali. Yo le respondí que no trabajo con nadie. Él me dice que no quiere que yo me tuerza como se le han torcido otros y que les colaborara, que los árbitros estaban pitando mucho en contra de Nacional. Yo le dije que no le colaboraba y Escobar se dio la vuelta y se fue”, dijo.
A la salida de ese encuentro, López dice que temió por su vida. “Los señores que me recogieron empezaron a tratarme mal, me taparon la cabeza y me subieron a un carro. Pensé que me iban a botar por el camino. Me dijeron que nadie se podía enterar de que el ‘patrón’ había hablado conmigo o que acababan con mi familia. Me dejaron a dos cuadras del hotel. Yo me metí a la ducha y empecé a llorar. Yo pensé en renunciar al arbitraje”, recordó.
Pablo Escobar murió abatido el 1993. Foto:Archivo particular. EL TIEMPO
López aseguró que recibió varias amenazas de muerte. Una de ellas fue el 2 de noviembre de 1988, cuando fue designado para reemplazar a Armando Pérez, a quien acababan de secuestrar, en un partido entre Quindío y Junior, en Armenia.
“El comisario de campo me contó que habían hecho una llamada a la Gobernación. Que si yo pitaba mal y perdía el Quindío, yo no salía vivo de Armenia. Yo le dije que no tenía miedo, que venía a pitar a nombre de Armando Pérez y que iba a tratar de no equivocarme. Unos días atrás, otro árbitro, Luis Fernando Gil, había pitado siete, ocho minutos de más, en un Quindío vs. Santa Fe, que empató en ese alargue y se armó un problema. Yo ese día fue la figura del partido, pero me rompieron la cabeza de un monedazo. Gustavo Moreno Jaramillo me sacó del estadio ese día en su carro”, declaró.
El 15 de noviembre de 1989, el árbitro Álvaro Ortega fue asesinado en Medellín. Durante sus exequias, López se enteró de una nueva amenaza en su contra. “La Dimayor nos dio pasajes para asistir al velorio de Álvaro. Cuando estábamos allá, Jesús Díaz, que estuvo con Ortega en el momento de su muerte, me tomó del brazo y me sacó aparte. Me dijo que me tenía una razón: ‘dígale a ese hijuep… de López que el próximo es él”, aseguró.
López tuvo un segundo encuentro con Miguel Rodríguez, esta vez también con la presencia de su hermano, Gilberto. Fue antes de un partido entre Deportivo Cali y Quindío, para el que fue designado.
“Yo iba en el avión y de promto pasó una mujer muy hermosa, que me preguntó si se podía sentar a mi lado. Me preguntó qué hacía yo y luego, se ofreció a llevarme al hotel. Nos montamos en un Mazda 323 y cuando íbamos ahí, veo que toma hacia otra parte, hacia Ciudad Jardín. Me dice que tiene que llevar un paquete. Cuando llevamos a una casa y abren el garaje, veo unos hombres armados. Ahí estaban Miguel y Gilberto Rodríguez, que quería conocerme porque yo me le había plantado a Pablo Escobar”, dijo.
Sobre su salida del arbitraje, López aseguró que González Alzate, a quien llamaba ‘Carroloco’, tenía órdenes de sacarlo. E insistió en una versión que ya le había dado a W Radio en 2012, según la cual González sabía quién había mandado a matar a Ortega. “Fue un señor Tamayo, del Medellín”, aseguró.
La razón para sacarlo, según López, resultó ser un tema personal: “Yo tenía mi esposa y tres hijos, pero también una relación con una muchacha que trabajaba en la Federación a la que Miguel Rodríguez quería mucho. Habíamos tenido un hijo y decían que yo no respondía por él. Entonces, Rodríguez encomendó a ‘Carroloco’ para sacarme del arbitraje”.
Por esos días, González empezó una investigación para detectar árbitros corruptos. López dice que no le encontró nada. “Después me enteré, por el periodista Eliécer Ballén, que González me iba a sacar del arbitraje por corrupción. Yo le cuento del tema a Hernán Cortés, presidente de la Liga de Fútbol de Bogotá, porque yo era el único árbitro Fifa de Bogotá”, explicó.
León Londoño, entonces presidente de la Federación, y Juan Guillermo Chalela, de la Comisión Arbitral, siguieron apoyando a López. “González estaba con la idea de armar el Colegio Nacional de Árbitros y me dijeron que no fuera a una reunión que él citó. Luego me entero por otro árbitro, Jorge Villamizar, de que en esa reunión, González dijo delante de todos que iba a sacar a ese tal por cual de Lorenzo López del arbitraje”, insistió.
Finalmente, López dejó el arbitraje y volvió a ser amenazado. Le mandaron un sufragio con una bala y también, a través de una carta que llegó al semanario Nuevo Estadio. Tuvo que irse de Colombia: viajó a Estados Unidos en un avión de carga.
“Me daban un mes para salir del país. La Federación redactó una carta para que yo me pudiera venir para Estados Unidos. Me daban tres opciones: seguir pitando en Venezuela, irme a México, donde el político con el que yo trabajaba en el Senado, Julio César Sánchez, fue nombrado embajador, o irme a Estados Unidos. Las dos primeras no se pudieron hacer”.