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Azul infinito, azul profundo, ¡azul rey! (Meluk Le Cuenta...)
La finalísima no la podía perder ninguno y la ganó Millonarios: ¡más campeón que nunca!
Millonarios se acostó con la cara al cielo iluminado por la estrella 16 y se levanta en un paraíso de cielo azul profundo, en el que esa nueva estrella es el sol más brillante y tibio. Ganar el título que no lograba desde 2017 es para este equipo la confirmación de una idea que se sostuvo a través de cuatro años de derrotas y manos vacías.
Un supertítulo que es aún más placentero porque fue sobre el archirrival del país: Nacional.
La finalísima no la podía perder ninguno y la ganó Millonarios: ¡más campeón que nunca!
Millonarios campeón. Foto:César Melgarejo, EL TIEMPO.
Y lloraron los hombres en la cancha, los que derrotaron a Nacional en penaltis. Lloró Vásquez, el que pateó el último. Lloró Gamero, que rezaba. Lloró Montero, que atajó dos penaltis. Lloró Llinás, que empató el partido que parecía perdido. Y con ellos lloraron las 35.000 personas en las tribunas en el estadio, las 25.000 que hicieron del parque Simón Bolívar un Campincito de pantallas gigantes: lágrimas azules de todo un pueblo de camiseta azul, sangre azul, corazón azul, ilusión azul y una alegría azul infinita. Más incluso que cuando fueron campeones por última vez, en el 2017, cuando superaron a Santa Fe en el que ha sido el clásico bogotano más importante de todos los tiempos.
Ahora, me da vueltas en la cabeza una de las frases de Guardiola hace un par de semanas tras levantar la Champions, la copa que perseguía y no ganaba. “El mérito es estar arriba siempre, ahí, en la pelea, cerca de las finales. Así, finalmente tendrás que ganar porque estás más cerca”.
Este era el título que el Millonarios de Gamero, tan elogiado por su manera de jugar y el descubrimiento de jóvenes talentos, le debía a su gente. Y lo cobró a lo más grande, derrotando al más pesado rival.
Antes, en estos tres años y medio que lleva la era Gamero, había estado tan cerca de la estrella cuando la perdió contra Tolima en El Campín vacío de la pandemia... Millonarios, además, tenía que vencer también a sus fantasmas de derrotas y eliminaciones recientes. Ninguno de los dos podía perder la finalísima y la ganó Millonarios.
Este triunfo colosal en la finalísima contra Nacional es de una carga simbólica tan pesada e inmensa como el cerro de Monserrate y sirve, también, para acabar con las teorías conspirativas de los hinchas, tan ilógicas, que juraban que la orden de los directivos era perder los torneos para no encarecer el valor de la nómina…
Ninguno de los dos podía perder la finalísima y la ganó Millonarios. Hoy hay un pueblo azul que amanece en un paraíso azul, de azul infinito, de azul profundo, porque Millonarios es por fin ¡azul rey!