Mugre bajo la alfombra... (Opinión)

La casa más modesta y la más exclusiva comparten un vergonzoso secreto: en cuanto se levanta la alfombra se descubre la basura.

(Le puede interesar: Dimayor: aplazada elección de presidente para el 25 de marzo en Barranquilla)

Así en el fútbol colombiano, por muy efectiva que sea la anestesia de un buen resultado o un lindo gol, mirando debajo de la alfombra emergen las miserias.

El tapete azul, para empezar, se ve tan mal como huele: Millonarios, en una docena de partidos en este 2025, no solo no resolvió sus carencias de la era Gamero sino que las profundizó y agregó dos gotas que pueden ser explosivas: una nueva eliminación de un torneo internacional y un divorcio de Falcao. 

Lo primero costó la cabeza de ese proceso que a todos -menos al grueso de los hinchas- mantuvo fascinados por cinco años y lo segundo, que tuvo un amago de ruptura empezando el año, se fracturó, tal vez de manera definitiva, tras las desafortunadas declaraciones del máximo accionista en una asamblea.

Y tiene todo un directo responsable: David González. El crédito que le quedó de su antecesor lo dilapidó en medio de dudas e inseguridades que parecen desbordarlo y el discurso, que siempre fue mesurado, ahora se le volvió caballito de batalla.

Es fácil hablar de los árbitros, con razón o sin ella, cuando tras la cortina hay una profunda incapacidad para potenciar a jugadores con pobre presente y una absoluta confusión a la hora de elegir el once inicial y de intervenir y no interferir durante los partidos. ¿Qué explica ese caos en un DT que se caracterizaba por saber adaptarse a sus nóminas, con figuras y sin ellas? Da la sensación que sigue enamorado del Millonarios del 2022, el de la intensidad y la ambición en cada tramo del campo, y le cuesta renunciar a esa idealización. Pero es momento de ver la realidad y entender que aunque tenga esos nombres ya no tiene esos hombres. Y no llegarán otros, porque así lo aceptó. Así que se acomoda o el sueño bogotano terminará pronto.

Una escena parecida está en Barranquilla con una particularidad y es que antes de que viniera el tsunami de críticas, maquilló la eliminación de la Sudamericana con un buen resultado: Junior olió frustración y castigó a fuerza de talento individual, como ha sido todo el año. No fue, ni mucho menos, una revolución táctica de Farías sino una buena práctica: hacer caso.

Pero si el capitán sale tirando la cinta, si en zona mixta reconocen que no se entendieron los cambios y si en las tribunas los pocos fieles siguen enfilando contra el DT, hay que atender ese ruido. Una golondrina no hace verano.

Al que lo salvan la clasificación y la tabla de la Liga es a ‘Polilla’ Da Silva, que inventó un desconcertante método de rotación en América de Cali que falló en un clásico (Quintero y Vergara suplentes) y sigue sin dar la idea de haber armado un equipo. Aún así, aplausos al intento de istración de la nómina, su gran lunar del 2024, lo cual da la sensación de haber aprendido la lección. Al final, a todos los condena lo que hay bajo la alfombra. La suerte es que no todos los invitados cometerán la imprudencia de levantarla.

JENNY GÁMEZ

Editora Futbolred

@Jennygameza