Los que vieron (vimos) a la Selección Colombia campeona de la Copa América ya pasamos de 35 años. Más de uno peina canas o ya no tenemos nada que peinar. Muchos son padres y hasta abuelos, y tratan de heredarles esa pasión a sus hijos o a sus nietos.
¿Cómo hacer que esos jóvenes se enamoren de la camiseta amarilla, que en estos 23 años ha pasado de los adornos azules a los rojos y ahora, a los naranjas? Una, por la vía de la tradición oral: así lo hizo mi padre, que me contaba las hazañas del ‘Caimán’ Sánchez, del ‘Cobo’ Zuluaga, de Marco Coll, de Marino Klinger, y, más acá, de Willington Ortiz, del ‘Boricua’ Zárate, de Ponciano Castro, del Generalísimo Pedro Antonio Zape.
Ya era un adolescente cuando apareció la Selección de Pacho Maturana en el 87. Y ya hacía el tránsito del colegio a la universidad cuando se clasificó a la Copa del Mundo por primera vez en 28 años. Mientras mi papá escuchaba el partido por radio en la oficina y mi mamá nos regañaba por maldecir el gol de Pierre Littbarski, con mis hermanas gritamos, minutos después, el gol de Freddy Rincón a Alemania.
Ahora, mis hijos, ya mayores de edad, tienen ahora la oportunidad de vivir su propia historia, la de, por fin, ver en vivo a la Selección Colombia campeona de América. También mis sobrinos, que andan construyendo su propio camino. O los amigos que me han acompañado en la vida y en proyectos editoriales, revisando esos archivos.
La ilusión de ganar la Copa América está más que latente
Cómo no ilusionarse con este equipo, en el que Néstor Lorenzo recogió una base que muchos ya ponían en camino a la jubilación, le agregó grandes descubrimientos, como Richard Ríos, Jhon Arias, Yaser Asprilla, Jhon Durán, y ratificó los que habían comenzado a crecer en el proceso anterior, como Luis Díaz, que ya comienza a aprender a ser el líder del futuro, cuando se vayan del todo los James, Ospinas, Cuadrados y Falcaos de los que tanto hablamos en estos tiempos.
Ya dijimos que una de las formas de hacerse hincha es la tradición oral. La otra es ganar. Ojalá puedan hacerlo en esta final, contra un campeón del mundo, que no es poco. Así, las generaciones que vienen también tendrán historias lindas para contar.
El torneo de Ascencio
José Orlando Ascencio
Subeditor de Deportes
@josasc
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