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Liverpool, con Luis Díaz, rompió el candado del Villarreal en la Champions
Los Reds se impusieron en el partido de ida de la semifinal.
Díaz junto a Mané en la victoria del Liverpool. Foto: AFP
El partido fue una batalla entre un guerrero de rojo, con espada, tanques, cañones y una lanza llamada Luis Díaz, y otro de amarillo que resistió como pudo, atrincherado. Liverpool sacó todas las artimañas, los trucos y los métodos que conoce para llegar al gol, para romper la muralla: sus cambios de frente, su movilidad, su dominio incesante, apeló a la sorpresa que da Díaz, que generó en la primera parte dos peligrosos remates que evitó el portero.
Díaz, una vez más titular, libró un duelo particular con el lateral Foyth. Primero le daba un baile hasta que el argentino le cogió el paso y se convirtió en su gran estorbo. Bailaron juntos todo el partido.
Y mientras tanto, pasaba de todo en el área amarilla, en un recital sin gol. El centro de Salah que Mané cabeceó afuera. El pase de Mané que Salah pateó también afuera. El pase de Díaz y la volea de fantasía de Mané, y afuera. El centro de Díaz y un misil de Salah que desvió una patada voladora rival, y afuera. Era como si el viento soplara en cada ataque, un viento defensivo, amarillo, porque esa pelota siempre se iba por poco.
Villarreal fue un submarino sin armas, solo una dura coraza, un submarino que sobrevivía a todos los torpedos ingleses.
En la segunda parte, Díaz empezó a moverse al centro, a ver si se quitaba de encima a su fiel marcador. En una de esas lo logró, se encontró de repente muy libre en el área, la pelota fue a su cabeza y su remate al arco resultó muy suave. La pelota no entraba, no quería.
Liverpool al fin ganaba, se quitaba la presión de encima, Anfiled tuvo una segunda vida, vibró para hacer sentir a Villarreal que realmente era visitante y que aunque fueran 52 minutos de partido esto recién empezaba.
Y Villarreal se doblegó. La coraza se agrieto en mil pedazos, porque al momentico llegó el siguiente gol: Salah le dio un pase milimétrico a Mané, su fiel compañero, y esta vez la pareja explosiva no falló, el senegalés acarició la pelota en el momento justo para que el viento entrometido ya no se la desviara. Y 2-0.
El resto del partido fue la misma tonada, Liverpool atacando, Villarreal aguantando, Díaz tuvo otro par de remates, uno que se lo desviaron y otro que no encontró destino. Se marchó al minuto 81, cabeza en alto. Hizo un gran partido. Ahora a esperar la vuelta, en España, a ver si Liverpool sella su camino hacia la final.