Una acreditación, un uniforme, una guía de bolsillo sobre las olimpiadas, unas zapatillas e incluso un abono de transporte son algunos de los enseres necesarios para todos aquellos que quieran sacrificar el mes de agosto para ser voluntarios durante los Juegos de Río 2016. Sin embargo, no son las únicas herramientas. Falta una y la más importante: la ilusión.
Cerca de 50.000 personas recorrerán durante el próximo mes los principales puntos de la 'Ciudad Maravillosa' con el objetivo de participar en el mayor evento deportivo del mundo ayudando a todos aquellos que lo necesiten.
"Yo estoy muy contento de poder trabajar y ayudar al prójimo", declaró con una sonrisa Eduardo Tadeo Braga, un militar que desde hace semanas pasa sus días en el Centro de Uniformes y Acreditación (UAC) del Comité Organizador Río 2016.
El trabajo de Eduardo consiste en dar a los voluntarios una bolsa que contiene todo aquello que van a necesitar para desempeñar sus labores olímpicas y que, de hecho, será todo lo que reciban como recompensa por los servicios prestados. Sin embargo, esa mínima remuneración es lo de menos para los voluntarios.
Pese a la gran afluencia de voluntarios, el proceso funciona con eficiencia, la mayoría de veces, de manera que los voluntarios demoran apenas unos minutos en retirar la acreditación, recoger y probarse su uniforme y salir con ese pequeño tesoro que es la bolsa que contiene todos los enseres olímpicos bajo el brazo. (Además:
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Sin embargo, cientos de personas sufren largas colas para poder retirar la acreditación que les permite acceder a las instalaciones olímpicas, proceso que se ha ido volviendo más selectivo a raíz de los atentados que en los últimos meses se han producido por todo el mundo y que han activado las alertas en el país.
Según los últimos datos oficiales proporcionados por la Secretaria para Grandes Eventos del Ministerio de Justicia de Brasil, de las 393.939 solicitudes recibidas por el comité organizador, 7.262 acreditaciones fueron rechazadas por causas de seguridad.
La amenaza terrorista, sin embargo, no parece desanimar a los voluntarios que siguen llegando de manera incesante a la ciudad. "Yo creo que dentro de todo este caos, vamos a conseguir montar un gran espectáculo", concluye Amanda, una joven en busca de sus acreditaciones y uniformes, que pasa cada día por la UAC, ubicada en la emblemática 'Ciudad de la Samba', donde las diferentes comparsas de Carnaval preparan cada año las impresionantes carrozas que desfilan por el Sambódromo. (Lea también:
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De esta forma, un lugar tan vinculado a la historia carioca se convierte en el primer o con los Juegos de Río 2016 de todos aquellos que llegan a la capital fluminense por primera vez, muchos de ellos extranjeros, con el fin de formar parte del evento deportivo. "Hay mucho extranjero. Argentinos, finlandeses... Yo conocí a una chica de Egipto", confirmó Tadeo, quien destacó que gracias a la organización aquellos que se acercan a la UAC "saben ya lo que les aguarda".
EFE