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La jugadora colombiana que le ganó el partido a un soplo en el corazón
Está en el Mundial de Voleibol, estudia psicología y hacer parte del Porto.
Colombia jugaba la semifinal del torneo de voleibol femenino de los Juegos Panamericanos Junior de Cali en el 2021 contra Perú. El encuentro era intenso, cerrado y en el cuarto set ocurrió un hecho que llevó susto a la tribuna, al sexteto local y a la familia de Ana Karina Olaya Gamboa.
La jugadora, que era la máxima anotadora del encuentro, de un momento a otro se desvaneció, tuvo un desmayo y de inmediato fue atendida por los médicos. En principio no respondió y la angustia subió. Colombia perdía 19-20 y su principal arma estaba tendida en el piso.
(James Rodríguez manda callar a sus críticos: el gesto en el gol, video)
Ana Karina, que hace parte del seleccionado colombiano que comienza este domingo el Mundial de esta disciplina en Polonia y Países bajos, no respondió como era lo esperado por la gente que la atendía, por eso se tomó la decisión rápida de llevarla a la clínica.
La subieron a la ambulancia, fue controlada, reaccionó mucho mejor, pero había que realizarle varios exámenes.
Los primeros análisis no salieron bien, aunque tampoco fueron contundentes para un dictamen exacto. Le dijeron que tenía anemia, que por eso el cuerpo no respondía a las exigencias, que estaba al límite, pero eso no fue cierto.
El caso es que se recuperó, pero debía de someterse a más análisis exhaustivos. Este año se internó para más exámenes. Estuvo en una clínica. Cuenta que los análisis fueron dolorosos, no sentía el brazo izquierdo y el tema comenzó a preocupar.
A exámenes exhaustivos
¿Un derrame cerebral? ¿Un simple golpe? Nadie sabía. La monitorearon y los estudios arrojaron que la joven jugadora de voleibol tenía un soplo en el corazón. Su primera impresión y miedo era que tenía que alejarse de las canchas.
En principio el médico encargado le dijo que si no mejoraba debía de someterse a una operación. Con el tiempo y el tratamiento adecuado el soplo se fue cerrando y ella logró el aval para seguir en el deporte.
“Fueron momento difíciles. No hay duda de que no solo mi carrera, sino mi salud estaba en vilo, pero gracias a Dios todo se dio y ya estoy bien. Me descubrieron lo que tenía y el soplo ya casi no existe”, le dijo Ana Karina a EL TIEMPO.
Nació en Buenaventura, Valle del Cauca, el 13 de septiembre del 2002, juega de opuesta o de auxiliar. Llegó al deporte por sus padres que, a la par con los estudios, siempre apoyaron e impulsaron a sus hijos, Ana Karina y Johan Sebastián, para practicar alguna disciplina.
Ana Karina Olaya. Foto:Prensa COC
Jesús Gerardo, su papá, es profesor de sistemas, y Ana es pedagoga. Ambos miden 1,87, por lo que la altura de su hija no es algo extraño.
La familia nunca pasó trabajos. Si bien Buenaventura es una zona con muchas necesidades, los Olaya Gamboa vivían bien, con los inconvenientes de la región normales, la falta de agua potable y los constantes cortes de energía.
Ana Karina fue buena estudiante. Comenzó en la Normal Superior, pero luego se cambió al San Vicente, por aquello del apoyo al deporte, pues allí potencian a los alumnos a practicar alguna actividad.
Lucha contra la obesidad
Pero había un serio problema. Ana Karina era muy obesa, llegó a pesar 100 kilos y en muchas ocasiones era centro de las bromas de sus compañeros de colegio. Eso les dio pie a sus padres para que entrara al deporte. Estuvo en natación, se pasó al patinaje y con su hermano hasta fue al gimnasio a ponerse los guantes de boxeo, pero no duraron mucho tiempo.
“Me puse un reto, bajar de peso, pues me decían de todo. Cuando tenía plata me iba a comprar hamburguesas, salchi papas y me decían jirafa, gordita y eso no me gustaba, por lo que tomé la decisión de cambiar de una vez”, cuenta.
No le gustó el baloncesto porque le tocaba correr mucho. Jesús y Ana le dieron la mano. La orientaron. “Se pusieron a la pata de mi problema, hablaron con varios nutricionistas y en dos años bajé de peso, me pues en forma”, recuerda.
Cuando entró al voleibol era todavía obesa, las demás corrían y ella no. Varias veces ‘tiró la toalla’, pero los técnicos iban a buscarla y ella tomó conciencia de lo difícil que era, pero mejoró y se dedicó a tener una mejor vida.
“Me animó que con el tiempo dejé de comer lo que me caía mal y el entrenamiento dio sus frutos. Corría, me movía mejor y eso me animó a seguir con la dieta y en el deporte”, señaló.
Una vez terminó el bachillerato, Ana Karina Olaya se ganó una beca en el Área Andina para estudiar psicología, hoy cura quinto semestre a distancia.
Vive en Cali y advierte que fue muy duro salir de la casa, irse de Buenaventura. La falta de la familia es lo más difícil que ha podido superar, pero lo ha hecho porque encuentra en el voleibol una forma de surgir en la vida.
“Irme a vivir a la Villa fue tenaz, dejar a mis padres y a mi hermano me representaron muchas lágrimas, pero sabía que lo tenía que hacer para progresar. Nos tocaba levantarnos temprano, porque el sitio para ir a estudiar quedaba como a una hora, pero ese sacrificio había que darlo”, contó.
Con el Valle fue a un torneo nacional en el 2015 y vieron todo su potencial. Pasó por las categorías juveniles y en el 2017 fue llamada por primera vez a integrar la Selección de mayores.
No lo podía creer. Era como un sueño para Ana Karina estar allí. Era muy pequeña aúna y ya entrenaba con las más grandes le decía que su sacrificio había dado sus frutos.
Sus mejores amigas en el grupo son Valeria Carabalí y Darlenis Durán, con quienes juega desde el 2016. Las une tanto la amistad y el deporte que las tres han tenido la oportunidad de jugar en el exterior.
A Portugal
Olaya, Carabalí y Durán pertenecen, hace tres años, al Porto de Portugal, y eso le ha ayudado a madurar, a sentir la ausencia de la familia, pero a llevar el tema.
“Pensé en devolverme. El primer año estábamos las tres y tuvimos un problema. El DT nos exigía de a 20 puntos en cada set y eso fue complicado, fue una dura presión que no soportábamos. Al final nos quedamos, nos unimos, nos dimos fuerza y seguimos adelante. Si yo hubiera estado sola en Portugal seguro que había devuelto, era duro el tema de la presión”, declaró.
Todo lo que le ha pasado le ha servido para superar los problemas. A pesar de su corta edad, Ana Karina es una mujer hecha y derecha, con sus pensamientos bien centrados, que sabe a lo que le apunta y lo logra.
Hoy, vive un momento especial. Después del susto con el tema de su salud quiere llegar más lejos.
Este Mundial de Voleibol es una prueba de fuego para ella y para sus compañeras. El primero gran reto es el torneo de Polonia y Países bajos, luego vendrá en de ir a los Juegos Olímpicos de París 2024.
Ana Karina tiene claro lo que quiere. Tiene ansiedad de jugar el Mundial, de afrontar este duro proceso, pero ya ha tenido las ‘millas’ suficientes para dominar la ansiedad antes y durante los partidos.
'Rizola solo cambió una cosa, la mentalidad. La unión y el empoderamiento de la mujer"
Para ella, la clave del éxito del equipo está en el técnico, el brasileño, Antonio Rizola, de quien dice es como su segundo padre.
“Es un entrenador exigente, es el ‘boom’ de los técnicos. Solo cambió una cosa, la mentalidad. La unión y el empoderamiento de la mujer. Éramos unidas, pero ahora entendemos que si me va bien a mí, pues nos va bien a todas. Por eso ahora todas empujamos el carro para el mismo lado y eso es fruto del convencimiento de Rizola”, precisó.
Ana Karina es soltera, no tiene novio, le gusta leer, ver películas y derrama una que otra lágrima cuando ve las series de amor.
No cocina, le gusta estar en casa, tener bien aseada, en orden, porque tiene la sana costumbre de estar encima de todo lo que le ‘huela’ a orden.
Ana Karina Olaya Gamboa quiere sacarla del parque en este Mundial, aportar lo suyo en el sexteto colombiano, ganar los partidos con la misma garra con la que afrontó el tema del soplo en el corazón, tema del que ya se ha olvidado y ha dejado atrás.
(Colombia goleó a Guatemala y estallaron los memes)