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Selección Colombia de amputadas: un viaje al corazón de estas guerreras
Ya son 22 jugadoras llenas de sueños, batallas y anhelos. Dos de ellas cuentan su historia de vida.
La Primera Dama de la Nación, Veronica Alcocer, estuvo durante la presentación del equipo de fútbol femenino de amputados nacional a cargo de la Asociación Colombiana de Fútbol de Amputados. El evento contó con la presencia de Dolores Malchow, leyenda del fútbol femenino para amputados en Estados Unidos y el mundo. Foto: Vanexa Romero/El Tiempo
"¡Soy un ave fénix!”, dice Yenny Ortiz y su voz lleva la misma fuerza de una tormenta. Es esa misma fuerza que les imprime a sus remates, cuando su pierna izquierda se multiplica en el esfuerzo y se duplica en el impulso, leve en la gambeta, poderosa en el disparo. Es la pierna guerrera sobre la que ella se levantó para seguir su camino y ser una de las integrantes de la Selección Colombia femenina de fútbol de amputados, un equipo que nació para que estas futbolistas renazcan.
La Primera Dama de la Nación, Veronica Alcocer, estuvo durante la presentación del equipo de fútbol femenino de amputados nacional a cargo de la Asociación Colombiana de Fútbol de Amputados. El evento contó con la presencia de Dolores Malchow, leyenda del fútbol femenino para amputados en Estados Unidos y el mundo. Foto:Vanexa Romero/El Tiempo
Yenny tiene su historia, como cada una de sus compañeras de este equipo que se creó el pasado 8 de marzo en Barranquilla. Como cada una de ellas se enfrentó al drama de verse un día sin una pierna. Las imágenes le llegan a su mente cada tanto, nítidas: 9 de diciembre, iba en su moto, con afán por llegar a su apartamento en el barrio Cristal Bajo en Bucaramanga a ver el partido de Brasil contra Croacia en el Mundial de Catar, era la 1:30 p. m. de un día sin sobresaltos, iba contenta, pensaba en el manguito que se iba a comer viendo el partido, hasta que sintió la sacudida de un golpe que la embestía por detrás, fue otra moto, de eso se percató antes de terminar debajo de un furgón, así, de manera intempestiva como son las fatalidades.
Yenny Ortiz, jugadora de la Selección Colombia de amputados. Foto:Archivo particular
Yenny sintió que el peso la aplastaba, y casi: le rompió cinco costillas, afectó el brazo izquierdo y le destrozó la pierna derecha. El siguiente recuerdo lo tiene en la clínica Bucaramanga: “¡Tenemos que amputarle la pierna de urgencia!”, le dijeron, como en una pesadilla sin retorno. Pero como era real, se aferró a otras palabras que equilibraron sus emociones: “¡eres fuerte!, ¡eres guerrera!”, le decían sus familiares.
Yenny relata su historia mientras prepara el almuerzo en la casa: pasta, carne asada, papitas y jugo de mora. “Cocino, lavo, hago el aseo, hago de todo. No veo obstáculos, veo oportunidades”, dice y revuelve.
Cuando habla, suenan ollas, platos, voces y uno puede imaginar el rico olor del almuerzo. Mientras termina de cocinar, Yenny sigue su relato: “Tenía la pierna sin cuerito, toda la piel quedo... mejordicho... solo se veía huesito. Me cuentan que me dieron 12 horas de vida, 12 horas para vivir o morir. Viví. Estuve en UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) y como a los 10 días es que caigo en cuenta de que iba a perder mi pierna, entré en depresión... Duré mes y dos semanas internada. Me tocó esperar mucho para que me amputaran y me operaran el bracito izquierdo, el radio y el cúbito, tengo platino”.
Fue muy duro pero salí de esto gracias a mi familia, mi mami, mis hermanos, mi pareja que fueron incondicionales, apoyándome todo el tiempo
Cuando salió de la clínica fue como atravesar un túnel de vuelta a la vida. Pasó por un pasillo de honor, escuchaba a lado y lado, como en una tribuna de un estadio, el resonar de los aplausos, los coros que no le animaban para hacer goles sino para que siguiera adelante, con todos sus sueños, como antes. “Fue muy duro pero salí de esto gracias a mi familia, mi mami, mis hermanos, mi pareja que fueron incondicionales, apoyándome todo el tiempo, pendientes de mí, todo eso fue muy bonito. Cuando llegué a la casa lo hice con la mejor actitud”, relata.
—¿Cuáles fueron las palabras que más la motivaron?
—Que mi Dios me había dado una nueva oportunidad y que me gozara la vida… que soy una guerrera.
—¿Y se la goza?
—Sí... es duro pero le doy gracias a Dios porque fue un renacer…
Y se goza la vida jugando al fútbol. Siempre lo ha jugado. Dice con autoridad que lo lleva en las venas. Antes del accidente le dedicaba todo el tiempo que podía, jugaba en equipos aficionados, incluso en una selección Santander. Y si la vida le hacía esta falta, ella no se iba a quedar en el piso reclamando. “Empecé a guerrear conmigo misma, porque no era fácil verme así. A veces decaigo, me deprimo, porque estaba acostumbrada a valerme por mí misma. Pero soy guerrera, lucho”, dice, y suenan los platos, cubiertos, el almuerzo casi está listo.
Yenny Ortiz, jugadora de la Selección Colombia de amputados. Foto:Archivo particular
Yenny mantuvo sus entrenamientos diarios, 9 a. m., en la canchita del barrio, a 6 cuadras, con unas primas. Un día recibió un anuncio que la emocionó, su sueño de estar en la Selección Colombia era realidad: fue convocada al equipo femenino de fútbol de amputados por Johanis Menco, líder de este seleccionado y quien fue futbolista profesional. Yenny, a sus 37 años, solo tuvo una respuesta: “yo jugaba muy bien, era buena antes, lo seré ahora...”.
—¿Y cómo juega?
—Arrancaba de atrás y resultaba adelante, je je je, arrastraba, mejordicho... tengo gambeta y soy muy rápida, hacía mis amagues y tome, tengo mis videos...
Al poco tiempo Yenny, que ahora es entrenadora del equipo Real San Martín femenino y se proyecta para estudiar un tecnológico en deporte, estaba en la Selección Colombia, con otras mujeres, primero 16, ya van 22, que como ella se encuentran en condición de discapacidad y tienen una historia. Se encontró ciclistas, pesistas, voleibolistas, algunas sufrieron accidentes, y otras, como Greys Díaz, una torcedura de tobillo fatal.
Greicy Díaz, jugadora de la Selección de amputados. Foto:Archivo particular
Greys Díaz jugaba voleibol en el colegio, la pelota venía en su dirección, iba a responder un saque y se torció el tobillo, una torcedura aparentemente normal, dolor, algún llanto, nada grave, pensó. Su sorpresa fue cuando el tiempo pasaba y el tobillo no desinflamaba. Los exámenes determinaron la primera mala noticia: tumor, uno muy agresivo en la tibia y el peroné, era su último año de bachillerato y la vida la sacudía. Vinieron las cirugías, muchas hospitalizaciones, pasaba mucho tiempo en la clínica. Hasta que un día, otra noticia: embarazada.
“Por el bebé, suspendo el tratamiento y eso afectó la pierna, y cuando el bebé nace empezó otro proceso para salvármela, me reemplazaron la tibia, me quitaron el peroné, luego sufrí necrosis cutánea latente –muerte celular del tejido–. La herida se abría, se me infectaba, todo fue muy duro”, cuenta Greys.
Es de noche. Greys, que vive en Puerto Colombia (Atlántico), no pudo atender esta llamada en todo el día. Es una mujer muy ocupada: profesora de preescolar, de refuerzo académico, madre de dos hijos, cabeza de hogar, ama de casa, gestora ambiental y además de todo eso, hace danza, canta en el coro de la iglesia, hace deporte, y ahora juega fútbol. Greys no manifiesta una gota de tristeza. Su voz es alegre, como si en vez de hablar cantara y su canción fuera su historia: cuando quedó embarazada por segunda vez, entró en un dilema, o el bebé o la pierna. Escogió al bebé.
“Fue un proceso difícil, me hacían lavados quirúrgicos sin anestesia, cirugías; al final decidimos la amputación, no había nada más que hacer. Me amputaron y el bebé nació bien”. Eso fue hace 7 años. Greys no se derrumbó. Sintió que la decisión fue la mejor para recuperar el tiempo perdido con su hijo mayor, tiempo que se la pasó en una clínica. “Fue mi manera de sanar”, asegura.
La Primera Dama de la Nación, Veronica Alcocer, estuvo durante la presentación del equipo de fútbol femenino de amputados nacional a cargo de la Asociación Colombiana de Fútbol de Amputados. El evento contó con la presencia de Dolores Malchow, leyenda del fútbol femenino para amputados en Estados Unidos y el mundo. Foto:Vanexa Romero/El Tiempo
“A veces uno debe desprenderse de algo para continuar. Nunca me deprimí, nunca me sentí mal, para mí era una nueva oportunidad de vida. Necesitaba estar sin dolor, volver a la docencia, a cantar, a bailar, a estar con mis hijos”. Y en esas apareció el fútbol. Greys fue otra de las seleccionadas por Yohanis Menco para la Selección de amputadas. Un amigo, integrante de la Selección de varones, la motivó. En medio de su vida agitada de tareas, niños, gritos, llanto y canto, saca tiempo para entrenar, cuenta que los sábados lo hace en la playa, muy temprano, y la gente pasa y la mira, como irando su tenacidad que le brota en cada poro.
“¿Y usted desde cuándo juega Fútbol?”, le preguntan los que la conocen. Y Greys devuelve risas. La gente sabe que ella no se queda quieta. ite que no viene del fútbol, no lo jugaba, pero la vida la puso en este camino y está decidida a aprender con su voluntad de acero. “La Selección empieza a formarse. Nos vamos a enfrentar a otras selecciones, hay que tener nivel para dejar el nombre de Colombia en alto, no quedar por debajo de los chicos que han hecho una gran labor. En lo personal trato de aprender lo más que pueda, quiero continuar en la Selección…”, dice. Para eso se entrena, como lo hace cada jugadora de manera particular mientras viene la otra convocatoria, y ella quiere estar ahí, sobre todo porque en agosto o septiembre ya podría haber un primer partido contra Haití.
Greys se va despidiendo, hay que organizar la casa, alistar a los niños, al mayor de 13 y al menor de 7, preparar sus actividades del siguiente día, dormir, soñar, madrugar. Cuando se acueste, no pensará en lo que le pasó, sino en lo que tiene por hacer, y en la Selección. “Esta es una disciplina muy bonita, te enseña a demostrarte cosas, y jugar fútbol amputado no es fácil, con tus dos muletas, con muchas reglas, debes ser muy ágil, veloz, son muchas cosas que te exigen como deportista”, dice.
Yenny y Greys quieren seguir en la Selección, jugar partidos, quizá un Mundial —Colombia quiere organizarlo en 2024—, para eso deben entrenar y afinar el talento, porque coraje y valentía tienen de sobra, y una pierna que sostiene sus sueños, pierna fuerte y viva, como si llevara un corazón propio para latir en cada remate de gol y en cada paso de la vida...