A estos Juegos Olímpicos vine por la medalla de oro, yo decía que lo podía conseguir, pero al final no pudo ser, porque mi rival me sometió y me ganó. Por eso tuve esa reacción al final del combate, por eso en mi cara se reflejaba cierta frustración, porque era mi sueño, obtener el primer puesto, luego del cuarto de Londres. En ese momento se me pasaron muchas cosas por la mente, pero así es el deporte y no siento tristeza ahora. Tampoco lloré, como lo hice hace cuatro años, porque pienso que la medalla de plata es un justo premio. Claro que quería ganar la final, quién no aspira a ganar el metal dorado, pero esta vez no fue.
Me acuerdo de la final y creo que me apresuré un poco, llevaba la ventaja, Japón es potencia en este deporte, pero así son los combates, había que arriesgar para sentirme más segura y ganar. No salió lo que hice. Haruka Tachimoto es una de las mejores del mundo estaba esperando mi ataque, soy una persona atacante, que siempre voy a la ofensiva, agresiva, es mi estilo y eso me ha dado muchos resultados buenos.
Perder el oro no me frustra, tampoco estoy triste, porque me esforcé al máximo e hice lo que tenía que hacer. Seguí las indicaciones de los que me apoyan, recordé lo que había pasado en los entrenamientos y eso fue lo que hice en el tatami.
Debo destacar a mi entorno, la gente que siempre me ha apoyado y por la que he conseguido lo que he logrado. La medalla de plata de estos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro es fruto de un trabajo y acá quiero hablar de mi entrenador, el japonés Noriyuki Ayakawame, quien desde hace 9 años está a mi lado, que ha sacrificado a su familia para entrenarme, para enseñarme y eso no lo hace cualquiera.
El martes pasado me envió una carta y en ella decía que los resultados se han conseguido porque él ha aportado el 50 por ciento y yo el resto, y eso me llenó de alegría. Me dijo que yo no estaba sola, que él siempre me acompaña, que no solo está a mi lado por los triunfos, que lo está también en las derrotas, en las malas. He sido testigo directo de lo que ha sacrificado él para entrenarme y eso lo quiero destacar. Pero lo más importante es que se esforzó para escribirme, poco habla el español y poco lo escribe, así que eso para mí fue una tremenda sorpresa. Eso me dice que debo preparar para Tokio, que en cuatro años estaré allá peleando por el oro.
Ya hablando del día, pues no puedo estar triste, al contrario, más bien feliz. Todo comenzó bien, porque no estuve en primera ronda, me fui de by, como se dice, pero me enfrenté en la segunda ronda a María Pérez (Puerto Rico) y ganar me sirvió para darme seguridad.
Después salí con todo en busca del triunfo con la española María Bernabeu, pelea en la que me di el gusto de ir adelante y de acariciar la medalla. En ese momento nada estaba decidido, porque si quería el oro debía vencer a la británica Sally Conway y lo hice, pasé a la final y el sueño de ganar el oro estaba cerca. No sentí nervios, antes de salir a la pelea estaba segura, aunque sabía que la japonesa era fuerte.
Subir al podio nuevamente en los Olímpicos, pues no lo hace cualquiera y esto me dice que estoy haciendo historia. Colombia en el judo es un país subdesarrollado y yo he llevado el peso de los triunfos. Espero que el país, mi familia y mis amigos disfruten de esta plata, algo que me obliga a entrenar más, porque superé el bronce de Londres.
Espero que el país sepa comprender nuestro esfuerzo, que valoren lo que hacemos, ganar una medalla de plata en unos Olímpicos no se consigue de la noche a la mañana. Seguro, ténganlo por seguro, que cada vez que yo compita lo haré con el carácter que me ha caracterizado, con la responsabilidad y el objetivo de llevar el judo y a mi país en el corazón.
YURI ALVEAR
Para EL TIEMPO
Río de Janeiro