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Yuri, la judoca formada sin apoyo pero con mucha convicción
La deportista colombiana ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos.
Leidy Johana Álvarez era una estudiante del Liceo Técnico Comercial de Jamundí, Valle del Cauca. Ella, sin querer queriendo, le hizo un favor a Colombia, fue la que llevó a Yuri Alvear Orjuela al coliseo para que viera cómo se entrenaba el judo. Las dos llegaron una tarde después de la ardua jornada estudiantil. Álvarez le presentó al DT, Ruperto Guauña, a su amiga. “Profesor, mire, es que ella quiere hacer deporte y yo la invité a que practicara el judo”. Guauña, experto en darles la oportunidad a los jóvenes en el deporte, le dio el aval.
Yuri poco se animó. Rollos adelante y atrás y caídas fueron los primeros movimientos que hizo sobre el tatami, no tan limpio ni tan profesional como en el que el miércoles pasado logró la plata de los 70 kilos en Río de Janeiro.
Alvear salió de esta primera sesión poco convencida de que el judo sería su amor, su pasión. No obstante, volvió a acompañar a Álvarez y con el tiempo le cogió gusto.
Sin embargo, las cosas cambiaron. Alvear tuvo que aprender primero los orígenes del deporte, sus principales reglas, y lo estudió. Guauña le pasó un cuaderno y le exigió a Yuri que debía cumplir con unas planas. El DT escribía en el tablero las reglas con su respectivo significado, mientras que ella y sus compañeros que comenzaban en el judo debían escribir la terminología del deporte.
yuri la judoca formada sin apoyo pero con mucha conviccion Foto:
Fue por eso que la hija de Miryam y Arnoi y hermana de Harvy aprendió rápidamente a conocer la disciplina a fondo.
De ahí en adelante, el destino llevó a Alvear por el sendero de la victoria. Sus primeros triunfos los consiguió en Jamundí, lugar donde nació el 29 de marzo de 1985; hace ya 31 años.
Desde niña le gustó la música, la danza, y en el colegio esas fueron sus aficiones. En el estudio cumplía y sacaba tiempo para cambiar las coreografías del grupo de baile. Alguna vez compuso una canción: Mamá, yo quiero ser cantante, pero se dio cuenta de que eso no era lo suyo.
No faltaba al coliseo, todos los días iba a entrenar.
Cuando cumplió 14 años estaba muy metida en el deporte y decidió que ese sería su futuro, por eso les puso más empeño a los entrenamientos, y las victorias comenzaron a caer del cielo.
Se graduó de bachiller y en el 2004 aprovechó una beca para estudiar Deporte y Actividad Física en la Escuela Nacional del Deporte, en Cali.
Yuri comenzó a representar al Valle y, en algunas oportunidades, al país. Sin embargo, la falta de apoyo casi da al traste con sus objetivos de convertirse en una de las mejores judocas del planeta. Sus familiares se idearon la forma de apoyarla: con rifas, bailes y hasta vendiendo comida, recolectaron el dinero para subsidiarle los viajes.
Su creencia en Dios ha sido clave para ella; la fortaleza mental y espiritual –dice– ha sido importante porque se ha sentido respaldada. Ella y su familia pertenecen a la Iglesia Misiones y Nación, de Jamundí. Tuvo a su cargo un grupo de mujeres a las cuales les dictaba clase de deportes en las noches, e invitaba a los jóvenes a compartir la palabra de Dios.
Siempre está pendiente de su familia. Colecciona billetes de los países que ha conocido, y la nevera de su mamá tiene múltiples imanes que ella le trae de diferentes lugares.
Antes de emprender el viaje a Brasil, su mamá se ganó un chance y con ese dinero le mandó hacer una cadena de oro, cuyo dije es el nombre de Yuri, y debajo lleva los aros olímpicos.