Hoy hace un año se anunció que Jorge Alejandro Mejía González dejaba la presidencia de General Motors en Colombia (Colmotores), y luego dio un giro sorprendente, y al hacer el balance, 365 días después, no se arrepiente.
Al dejar de encabezar el negocio en el país, el principal fabricante de autos en Estados Unidos –se sabría luego– había decidido llevarlo a Detroit, históricamente el corazón del negocio.
En solo 5 años, Mejía había hecho méritos para ese paso: lideró, entre otros procesos, la conversión de la compañía de ensambladora a fabricante, levantando en Soacha, Cundinamarca, el telón de la primera factoría de piezas para vehículos.
Se trata de una planta en donde Colmotores ensambla los es de acero (carrocerías) de modelos representativos de Chevrolet, la marca central de GM, como el Sail. Fue inaugurada en el 2013 e implicó una inversión cercana a los 200 millones de dólares.
“En la región, solo en Argentina y Brasil General Motors fabricaba piezas para carrocerías; ahora, Colombia es el tercer país con esa capacidad”, dijo por aquella época Mejía.
En enero del año pasado, en un comunicado se anunció que dejaba la presidencia de GM Colmotores y pasaría a ocupar una importante posición de liderazgo a escala global dentro de la compañía. Pero nunca viajó, y hasta el 30 de abril trabajó en la empresa luego del anuncio.
En una corta comunicación, el ejecutivo dijo que la decisión había sido tomada en compañía de su esposa, Catalina, y sus 3 hijas. Y agregaba que no aceptaría la propuesta de trabajo en la emblemática casa automotriz de origen norteamericano.
Algunos rumores llegaron a asociar la dimisión a que tenía el futuro económico asegurado como inversionista en el Banco Finandina, del cual salió en el 2012 siendo presidente, para posesionarse en Colmotores, donde, de manera coincidencial, aterrizó un abril, en 2008. Pero era todo lo contrario: se fue de la entidad financiera por la atractiva oferta que recibió de la automotriz y solo había conocido a dueños de esta en épocas de colegio, por allá a finales de los 70, lo que confirma que seguía siendo un empleado.
El directivo dice que al renunciar también pensó que la experiencia que logró en GM podía generar más valor en Colombia que afuera. “Además, estar en la matriz tiene sus pros y sus contras: hay mucha gente al lado que te ayuda en la labor, lo que es invaluable; la visibilidad es mayor y se tienen responsabilidades muy grandes”, acota Mejía González.
En el camino, el directivo también analizó las complejidades de trasladarse al exterior porque sus hijas estaban una en la etapa de preadolescencia: la menor, con 11 años; la otra, en plena adolescencia, con 15, y la tercera, con 16 y terminando colegio, ante lo cual él y su esposa consideraron que requerían estar más tiempo con ellas.
Incluso, a Mejía ya le habían ofrecido las direcciones de GM en Argentina y Brasil antes de hacerle la propuesta de ir a Detroit, pero no aceptó.
Él recuerda que antes de salir de GM Colmotores, el 17 de febrero pasado, se paró frente a sus empleados para recibir los aplausos por la gestión. “Fue muy emocionante”, y por su voz entrecortada se deduce que hubo lágrimas.
También coincidió con la decisión de su hermano Juan Francisco de retirarse de la presidencia, tras 30 años de trabajo y llegar al más alto cargo, de la multinacional de seguridad G4S para Colombia, Ecuador y Panamá.
Y así, junto con otros dos socios más (Guillermo Isaza y José Joaquín Bernal) que venían planeando el proyecto, crearon hace 10 meses la empresa Bicion, para asesorar firmas colombianas y extranjeras y ayudarlas a expandirse y buscar nuevos mercados. “Por el lado familiar era fácil entrar y por el profesional, una gran satisfacción de ayudarlas desarrollarse; eso también fue lo que más pensé en ese momento”. Hoy han llegado unas 70 consultas a Bicion, han concretado 23 y tienen expectativas de más, hasta duplicar la cifra.
En medio de todo, Jorge Mejía González, el expresidente de GM Colmotores, no deja de reconocer que seguir haciendo carrera en una compañía del prestigio y tamaño de GM no era de poca monta, pues es el corazón del negocio (cerca de 50 por ciento de la operación de la multinacional se halla en EE. UU.). “Ellos tienen la virtud de conocer el trabajo del personal y dan la oportunidad de hacer una carrera exitosa y atractiva”, agrega. Su primer paso por GM lo dio en 2001, y renunció en 2007, ocupando también altos cargos a nivel regional. Tiene 50 años, es de empresas del Cesa (1990) y obtuvo un MBA en Inalde. Su inicio laboral fue como practicante en la Organización Corona.
Al final, dice que no es que la silla de los puestos le ‘pique’, sino que es feliz con su espíritu competitivo.
ROLANDO LOZANO GARZÓN
EL TIEMPO