Estados Unidos y China, las mayores economías mundiales, libran desde ayer la mayor guerra comercial de la historia en un escenario en que Rusia también enfrenta el proteccionismo del
presidente Donald Trump.
En el primer minuto de la jornada, Washington empezó a aplicar pesados aranceles sobre 34.000 millones de dólares de importación de productos chinos, en particular de tecnología de punta
Pekín reaccionó de inmediato con aranceles a productos estadounidenses, y en la jornada presentó una queja formal ante la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Rusia también anunció tarifas suplementarias que van del 25 al 40 por ciento a la importación de productos estadounidenses. Moscú, además, prepara medidas de represalia a los aranceles adoptados por Estados Unidos a la importación de acero y aluminio, que también habían sido objeto de demanda ante la OMC. Así, la decisión estadounidense abrió un conflicto de consecuencias imprevisibles, por la escala de los adversarios y por los efectos sistémicos.
El ministerio chino de Comercio dijo en un comunicado estar obligado a imponer represalias para defender los intereses fundamentales del país y de su población. No ofreció detalles de inmediato sobre el importe y la naturaleza de sus medidas, aunque la agencia oficial Xinhua precisó que se habían impuesto derechos aduaneros complementarios a productos estadounidenses. Soya, sorgo, autos, cabezas de cerdo, pistachos o whisky Jack Daniel's, son algunos de los productos estadounidenses a los que China puso en la mira.
El primer ministro chino, Li Keqiang, advirtió que una guerra comercial no beneficia a nadie. “Si un país quiere aumentar los aranceles, China responderá para defenderse. Una guerra comercial no beneficia a nadie porque perjudica el comercio libre y el proceso multilateral”, declaró Li en Sofía (Bulgaria).
Washington impuso aranceles de 25 por ciento a unos 818 productos chinos. Un segundo lote de aranceles, a productos por 16.000 millones y objeto de examen por el representante del Comercio (USTR) Robert Lighthizer, entrará en vigor próximamente, indicó Trump, quien habló de un plazo de dos semanas.
En total, serán 50.000 millones de dólares de importaciones chinas anuales las que se verán afectadas por esas medidas, destinadas a compensar lo que Trump considera el robo de propiedad intelectual y de tecnologías por parte de China.
Pero Washington podría ir más lejos. Trump pidió a Lighthizer que “identifique 200.000 millones de dólares de bienes chinos con vistas a aranceles suplementarios del 10 por ciento”. Así, estas medidas podrían elevar a 450.000 millones de dólares el valor de los productos chinos gravados, es decir, la gran mayoría de las importaciones (505.600 millones de dólares en el 2017).
La entrada en vigor de estos aranceles a los productos marca el fracaso de meses de negociaciones entre las dos mayores economías del mundo.
AFP