En un reciente informe de coyuntura, el centro de estudios económicos Anif titula: “Confianza: logro que no debería tomarse a la ligera” y en el primer párrafo agrega: “La participación de la inversión privada en el sector constructor en Colombia ha garantizado su estabilidad y crecimiento. La consecución de flujos de capital privado se ha dado gracias al activo más importante que tiene el país para el desarrollo de su infraestructura: la confianza”.
Tan sencillo escribir “la confianza” y tan rápido que se puede desvirtuar si no se traza el camino adecuado para aplicarla. Por eso, aunque en el informe citado de Anif el comentario se centra en temas relacionados con obras civiles, su mensaje no dista de lo que deben hacer el Gobierno y los representantes de otros sectores para conservar la dinámica, generar empleo y aportar al desarrollo.
En el caso del segmento de edificaciones, y puntualmente de la vivienda, que forma parte de la industria macro de la construcción, este activo debería mantenerse y fortalecerse para revertir las tendencias a la baja. De hecho, hace unos días Fedesarrollo también reveló algunos datos a través de la Encuesta de Opinión del Consumidor (EOC) de agosto que no dejan bien parada a esta industria y mucho menos la confianza.
Los resultados generales indican que el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) disminuyó 1,4 puntos porcentuales (p. p.) frente al mes anterior, situándose en -18,8 por ciento. Atada a esta variable, la disposición a comprar vivienda cayó 5,5 p. p. en agosto frente a julio y fue de -45,2 por ciento. Seguramente, algunas voces dirán que son sólo números y que, contrario a lo que muestran las cifras, la situación está bien. Sin embargo, el diálogo con algunas personas que viven el día a día, más allá de las estadísticas, advierten que la incertidumbre es evidente.
Así sucedió cuando estaba escribiendo este texto en una cafetería, donde me encontré con un colega con quien hablamos del tema: “Oiga, quiero cambiar de apartamento, pero la cosa está complicada”, afirmó. En aras del optimismo y de mantener mensajes alentadores, le dije algo que aún creo, a pesar de los pesares: “La vivienda todavía es un buen negocio, evalúe bien el tema, pero si puede invierta…”. Sin palabras, solo con un gesto, me dio a entender que opinaba lo contrario y ahí quedó el tema, diez minutos de charla y seguí escribiendo.
Con unos informes a la mano, para complementar esta columna con más puntos de vista, encontré la Encuesta de Opinión Industrial Conjunta de Anif, que al cierre del primer semestre registró una dinámica baja, con claros signos de desaceleración en la producción y en las ventas del sector industrial. “…menos pedidos, acumulación de inventarios, una situación menos favorable de las empresas y expectativas sobre el inmediato futuro que hacen prever un año menos optimista”, advierte.
Construcción del patrimonio y disfrute del inmueble
Esto significa que, del lado de los empresarios representados por varios gremios, la percepción sobre el clima de los negocios también continuó deteriorándose: el porcentaje de encuestados que consideró que la situación actual de su empresa como buena pasó del 78,1 por ciento en junio de 2022 al 59,6 por ciento en el mismo mes del 2023. Esto incluye opiniones de algunos representantes del sector constructor.
Ante este escenario, y la necesidad de complementar las opiniones más allá de los números, llamé a un empresario para preguntarle cuál era su percepción. Andrés Arango, directivo de Urbanum, coincidió conmigo en que la vivienda todavía es un buen negocio, y “una buena inversión a mediano y largo plazo para materializar el más importante proyecto de vida de miles de familias colombianas, de construcción de patrimonio, disfrute y valorización del activo”.
El empresario reconoció que “las condiciones son adversas (tasas, inflación, sobrecostos de insumos, mano de obra…), pero nunca podemos perder la confianza de la reversión del ciclo para formular nuevos proyectos”.
En estos escenarios, las apuestas apuntan a que los sectores público y privado miren en la misma dirección, cierren con decoro el 2023 y enfilen baterías para un mejor 2024. En eso se está trabajando, porque la confianza está en juego y no mirarla como un activo para el desarrollo y la reactivación significa poner en la cuerda floja el sueño de vivienda de miles de colombianos.
GABRIEL E. FLÓREZ G.
Especial para EL TIEMPO
En X: GabrielFlorezG