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Moto nueva o carro usado, ¿qué comprar?
Comprar o cambiar de vehículo exigirá un proceso mucho más concienzudo por la situación económica.
La Secretaría de Movilidad de Medellín publicó los números en su cuenta oficial de Twitter. Foto: Jaiver Nieto Álvarez / ETCE
Al cierre del primer semestre del año, las cifras de ventas de vehículos nuevos y traspasos de usados (tanto de carros como de motos) muestran una caída generalizada que refleja la situación actual que vive el país, en la que los hogares han tenido que apretar sus gastos. Por lo tanto, si la compra o cambio de vehículo se convierte en una necesidad, la forma de hacerlo exigirá una aproximación más racional que pasional.
Desde hace varios años, este proceso ha comenzado a meter en la balanza a las motos, gracias a sus diferentes bondades en cuanto a costos, a pesar de sus inherentes carencias de seguridad y más en un país donde eso está lejos de ser una prioridad. En razón de ello, muchas personas y hasta familias se han visto enfrentados a un mismo dilema: ¿moto nueva o carro usado?
Cuando hablamos de familias (padres e hijos) la decisión suele decantarse de inmediato hacia el carro por temas de practicidad, espacio y seguridad, por nombrar algunos, aunque claramente en aquellas casas de menores ingresos la moto es prácticamente la única alternativa al alcance. Esta situación es mucho más marcada en ciudades pequeñas y pueblos.
La moto ofrece ventajas evidentes. En primer lugar, los planes de financiamiento y en general las facilidades de compra son los aspectos que en los últimos años han ayudado a que las ventas de este vehículo se hayan disparado, poniéndolos al alcance de más personas.
Al comprar un usado mucha gente se fija más en el motor, que se puede arreglar, y deja de lado otros elementos que se deterioran más y son costosos de reparar. Foto:iStock
Tomando como referencia los listados de precios de Motor y estableciendo un límite hipotético de 15 millones de pesos, vemos un abanico bastante amplio de opciones, si bien las motos tampoco se han salvado de la subida de los precios. Incluso acercándonos más a los 10 millones de pesos, hay algunas ofertas de estas que ya incluyen frenos con ABS, elemento básico de seguridad que será obligatorio en Colombia desde 2025.
Para darle más cifras al asunto de las motos nuevas, si hiciéramos el trámite en Bogotá se tendrían que pagar 294.500 pesos de matrícula, mientras que el valor del Soat, que es nacional, para 2023 quedó fijado en 207.700 pesos para las de menos de 100 c. c., 278.200 pesos para las de 100 a 200 c. c. y 701.300 pesos para las de más de 200 c. c. Usualmente, los concesionarios también cobran un valor adicional por el trámite.
Respecto a estas cifras, también es importante anotar que las motos de menos de 125 c. c. no pagan impuesto de tenencia y que si se matriculan Bogotá, pagan el valor de la semaforización. Si se hace en alguno de los municipios aledaños, ningún vehículo debe asumir este valor.
Un gasto que no se suele considerar al momento de subirse a una moto por primera vez, pero que en realidad debería ser el más importante, es el de la seguridad, más aún teniendo en cuenta que es un tema que no ha sido prioridad para las motos populares que se venden en Colombia. De cada quien depende el valor que le dé a su propia vida, pero un casco que cumpla con certificaciones internacionales, unos guantes y prendas con protecciones realmente homologadas deberían hacer parte del equipo mínimo.
Le gustaría tener una moto es poder salir a conocer. Foto:iStock
Ahora, es importante tener en cuenta que en Colombia la moto cumple muchas funciones, desde la sencilla del transporte diario hasta juguete pasional de pista o fines de semana, pero por encima de esto se ha convertido en la herramienta de trabajo que sustenta a familias enteras y, por lo tanto, es un jugador clave en la economía nacional.
Como fuente laboral, no se trata únicamente de citar la venta de motos nuevas, que por cierto alcanzó la cifra récord de 822.617 unidades anuales al cierre de 2022, sino de toda la industria que se mueve alrededor de estas. El mercado de insumos y repuestos, de rios, de artículos de protección para los motociclistas y claro, todos los trabajos que utilizan una moto: mensajería, domicilios, transportes de última milla, envíos, transporte y otro largo etcétera.
Lamentablemente, el Gobierno se dejó coger demasiada ventaja y la normativa y la regulación para estos vehículos no pasan de medidas punitivas que es poco lo que corrigen y que, en cambio, solo avivan hordas enfurecidas cada vez que muestra indicios de alguna medida que vaya ‘en contra’ de ellas: pico y placa, cobro de peajes, tarifas de Soat, etc. Por el contrario, los exámenes para la expedición de licencias siguen siendo igual de laxos… cuando los hay.
La accidentalidad que se desprende de todas las falencias que hay en Colombia frente a la regulación de las motos y el inherente riesgo que este tipo de vehículo representa son tal vez las razones principales por las cuales muchas personas prefieren hacer el esfuerzo adicional y comprar un carro usado de una vez.
Hablando específicamente de carros usados, no solo para hacer la comparación lo más equitativa posible, sino porque los automóviles más baratos actualmente en el mercado colombiano superan fácilmente los 55 millones de pesos, un valor al que muchas familias sencillamente no pueden acceder.
De entrada, esto supone una primera limitante y es el hecho de que financiar un carro usado no es tan fácil y menos cuando se trata de vehículos de mayor edad. Si por ejemplo tomamos el mismo rango de los 15 millones de pesos que pusimos con la moto, nos encontramos con automóviles que fácilmente superan los 15 años de edad en los modelos más populares.
Esto quiere decir que vamos a encontrar carros que difícilmente van a mostrar menos de seis cifras en su odómetro, con varios propietarios previos y un historial con muchos vacíos. Por esta razón, el proceso de elección tendrá que ser mucho más juicioso y minucioso para asegurarse de que la compra que se haga sea lo más sana posible.
Una revisión al historial legal del carro, que se puede hacer a través de la página del Runt, es un primer paso para conocer un poco más sobre la vida que haya podido tener cuando el propietario actual no la conozca. Lo siguiente, por supuesto, será una revisión a fondo, el comúnmente llamado peritaje, que pueda dar luces sobre el estado mecánico y estructural del vehículo.
Realizarlo en los sitios reconocidos y de renombre para estas tareas es una buena opción, porque además allí suelen revisar también el pasado legal del carro, pero tampoco debe desecharse la idea de acudir a un taller especializado en el modelo en cuestión o de confianza donde puedan hacer una revisión completa.
Medir las fugas de compresión del motor (no de presión simple) es uno de los pasos esenciales porque puede informar cualquier indicio de alguna intervención mecánica por hacer; aquí el kilometraje pasa a segundo plano. De igual forma, inspecciones visuales sobre la estructura, suspensión, frenos y dirección no pueden faltar, así como una prueba de manejo, pero es sobre todo el estado del interior el que mejor refleja el trato que ha recibido el carro.
Colombia es el tercer país del mundo con precios de manutención y compra de vehículos mas caros. Foto:iStock
Hablando de vehículos con años encima y teniendo en cuenta que son máquinas de desgaste, no hay que dejarse seducir por esa típica frase de “no hay que hacerle nada”, pero tampoco llegar al punto de buscar algo a lo que no parezca haberle pasado los años.
Hay una premisa esencial con los carros usados: es más importante la carrocería y la estructura que la misma mecánica, pues finalmente estos componentes se consiguen nuevos o se pueden reparar. En cambio, una mala cabina es irrecuperable y signo de maltratos o accidentes previos.
Volviendo a la comparación con la moto usada, hay que tener en cuenta que proporcionalmente un automóvil va a tener un mayor consumo de combustible, la tanqueada será más cara y, según la ciudad, las restricciones de movilidad lo relegarán al garaje ciertos días de la semana. Sin embargo, aquí ya habrá un habitáculo que ofrece más protección, comodidades como un aire acondicionado no serán tan extrañas y, por supuesto, el cupo para salidas en familia y el espacio para maletas o mercado lo hacen mucho más práctico y provocativo.
A fin de cuentas, ya sea que se haya decidido comprar una moto nueva o un carro usado, la necesidad de cualquiera de estos vehículos ha pasado de ser solo una solución a la movilidad que el transporte público no ha podido suplir para muchas personas y se ha convertido también en una herramienta de trabajo y fuente de ingresos.