¿Hora de replantear el pico y placa? Galán tiene la palabra

El año entrante, el 15 de julio, los dueños de carros particulares completarán 26 años de acatar a rajatabla el pico y placa, una medida copiada de Ciudad de México por el entonces alcalde Enrique Peñalosa, durante su primer periodo en ese cargo, en 1998. Aunque la restricción era ‘temporal’ acabó perpetuándose y convertida en la fórmula mágica de los mandatarios de la capital y de otras ciudades para enfrentar el congestionado tráfico.

A un mes de que se posesione Carlos Fernando Galán Pachón, las expectativas de los bogotanos en cuanto a movilidad están centradas en las decisiones que tome el nuevo alcalde con respecto a la restricción, cuya última modificación implementada por Claudia López este año tiene a muchos ciudadanos inconformes, por lo cual esperan un cambio.

Por ahora, lo único cierto es que el alcalde electo mantendrá el pico y placa. Durante la campaña sostuvo que es partidario de acabar con esa medida que, como solución a los trancones, ya está agotada, pero no lo hará porque, dijo, “hay que ser responsables con las obras que están andando y con las que vienen proyectadas”.

Aunque hay especulaciones acerca de someter a los carros híbridos al pico y placa, no se conocen intenciones del nuevo alcalde al respecto, quien tiene la facultad de reglamentarlo según su criterio. Los eléctricos, por ley, están por fuera de esa restricción.

Galán –como lo han manifestado expertos y los bogotanos que lo padecen a diario– afirmó que lo que pasa con el tráfico en la capital “es el resultado de no haber tomado medidas eficaces en el momento indicado, que se cruzan hoy con el amplio frente de obras, sumado a un sistema de transporte inadecuado y al déficit de infraestructura vial”.

Esto significa en la práctica que la ‘atorada’ de Bogotá va para largo y, como en el pasado, habrá que echar mano de la solución más fácil: el pico y placa. Para ello, Galán propone evaluar una modificación del horario mediante modelaciones de la Secretaría de Movilidad.

Esas ‘modelaciones’ o ‘estudios técnicos’, cuyos resultados poco se conocen, siempre conducen a lo mismo, independientemente de su contenido: mantener la restricción.

Pero, acostumbrados a esa realidad, los bogotanos aspiran a que el próximo año haya mayor flexibilidad que la que impone el modelo actual, que a muchos los obliga a guardar sus carros dos y, en unos casos, hasta tres días a la semana por la forma como se distribuye la restricción y que afecta de manera inequitativa a los autos de un grupo de placas cuyo número nunca se rotó para equilibrar el esfuerzo de los ciudadanos.

Esto ha subsistido sin ninguna retribución pues es impensable que haya una reducción en el impuesto de vehículos –algo que muchos reclaman–, porque este gravamen se cobra por la tenencia y no por el uso. Tampoco hay un aliciente que haga atractivo el transporte público, sumado a la inseguridad y al recorte de espacio en las vías para dar paso a las ciclorrutas.

Aparte de la limitación al uso del carro durante todo el día impuesto por Claudia López, tampoco cayó bien en la ciudadanía la eliminación de la modalidad de carro compartido y el aumento en las tarifas del pico y placa solidario.

A través de cartas y mensajes a esta redacción y la revista Motor, los lectores proponen que se pueda circular entre las 9 de la mañana y las 4 de la tarde. Es decir, volver al esquema de pares e impares que hubo en el 2012 durante la istración de Gustavo Petro, quien además redujo de 14 a 7 horas el pico y placa que había decretado Samuel Moreno durante todo el día.

Este parece ser el modelo que menos resistencia ha generado entre los bogotanos, a pesar de que los vehículos con placas terminadas en número impar quedan en los garajes dos días seguidos al final de los meses de 31 días.

Otra opción que ha planteado en varias oportunidades a través de sus editoriales el director de la revista Motor, José Clopatofsky, es eliminar el pico y placa el día anterior al inicio de los puentes festivos, con lo cual, dice, mejoraría el tráfico no solo en la capital sino también en las carreteras, pues no todos los viajeros tendrán que esperar hasta las 9 de la noche para salir y, de paso, facilitaría y mejoraría el ingreso de turistas a Bogotá.

En la campaña Galán también habló de “una mejor gestión del tráfico en vías principales e imponer un esquema de orden o autoridad para el cumplimiento de las normas”. Esto abre un abanico de posibilidades, entre estas los cobros por congestión que han sido negados por el Concejo en varias oportunidades; otra es imponer horarios nocturnos de cargue y descargue.

Y en cuanto a la segunda parte, la del orden y autoridad para el cumplimiento de las normas, las herramientas son pocas. Bogotá ya dio el paso para el desmonte gradual de la policía de tránsito, que será remplazada por civiles, según la resolución 6781 del 20 de noviembre de 2019.

Dicha norma fija un plazo de tres años para esa transición en cumplimiento de la ‘Política de convivencia y seguridad ciudadana’ adoptada por el presidente Iván Duque. Así las cosas, las funciones de tránsito desarrolladas por la Policía Nacional se acaban y los uniformados se reubicarán en el servicio de vigilancia. Hasta octubre pasado la capital tenía 450 agentes civiles y un pie de fuerza de mil unidades de la Policía dedicadas a controlar el tránsito y labores istrativas.

Con este panorama difícilmente se verá una mejora a corto plazo en Bogotá aunque el pico y placa es un paliativo para las grandes congestiones del día a día. Según expertos, esta es la medida más fácil de adoptar porque la gente se acostumbró. Otras, como los cobros por congestión, generan choques en el Concejo, o sea que irremediablemente el próximo año volveremos a la misma discusión en la que llevamos 26 años.

Por eso, toman fuerza hoy las palabras de Germán Alfonso Prieto, ingeniero civil, docente del Programa de Gestión del Transporte de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. En el 2012, en un escrito en el portal Razón Pública, titulado ‘Vuelve el pico y placa: lo marginal y lo importante’, decía: “Era un atajo para no abordar los problemas de fondo, y los cambios de ahora nos traerán si acaso un alivio marginal”.