Los efectos de la guerra de Ucrania, sobre todo en el lado energético y de los alimentos, sumado a una inflación que no cede y a una posible frenazo de las economías más grandes (Estados Unidos, China y la Unión Europea) podrían arrastrar a más de un tercio de los países del mundo a contraerse en el 2023.
Para Colombia no se prevé, de momento, una caída; sin embargo, sí tendría una fuerte desaceleración el próximo año, la más pronunciada de la región, una situación que ya preocupa al nuevo gobierno y que podría reducir sus ingresos de manera sustancial, pues por cada punto porcentual que deja de crecer la economía el recaudo tributario cae entre 1,2 y 2,3 puntos.
El panorama revelado esta semana por el Fondo Monetario Internacional (FMI) da cuenta de que lo peor está por venir. Ya aparecen con números rojos para el próximo año países como Alemania (-0,3 por ciento), Italia (-0,2 por ciento), Suecia (-0,1 por ciento), Rusia (-2,3 por ciento) o Ucrania (-35 por ciento).
América Latina no es la excepción. Las proyecciones para la región son cada vez más pesimistas. El organismo internacional espera un crecimiento de 3,5 por ciento para este año, pero solo de 1,7 por ciento para el 2023 (tres décimas menos que en su pronóstico anterior).
De momento, la única recesión a la vista es la de la economía chilena, que se contraería un 1 por ciento el próximo año. Sin embargo, el resto frenarían su crecimiento y la que más se desaceleraría sería Colombia, pues pasaría de un PIB de 7,6 por ciento en el 2022, el más alto de todas las analizadas, a apenas 2,2 por ciento en el 2023, es decir, que perdería hasta 5,4 puntos.
Esta proyección está en línea con los últimos pronósticos del equipo técnico del Banco de la República, que revisó al alza su proyección de crecimiento para el 2022, de 6,9 a 7,8 por ciento, pero recortó el del 2023, de 1,1 a 0,7 por ciento, es decir que el freno sería de 7,1 puntos.
La desaceleración de Uruguay sería del 5,3 por ciento de este año al 3,6 del 2023; la de Argentina de 4 a 2 por ciento; la de Brasil de 2,8 a 1 por ciento; y la de México de 2,1 a 1,2 por ciento. Según el organismo multilateral, el único país de la región que crecería de un año a otro sería Venezuela, al pasar de 6 a 6,5 por ciento.
Estos peores pronósticos ya preocupan al presidente Gustavo Petro, quien en esta semana reconoció públicamente que la recesión está a la vista y que una de las causas es el incremento de la tasa de interés (ya se ubica en 10 por ciento) que servirá como “correa de transmisión” de la recesión mundial al interior del país.
El gerente del Emisor, Leonardo Villar, le dijo a EL TIEMPO hace unos días que estos aumentos responden a un exceso de la demanda. “A veces, para bajar la inflación se requiere temporalmente subir las tasas de interés y eso es muy impopular. Pero esa es la manera de garantizar que, a mediano plazo, la tasa vuelva a bajar de manera acorde con la forma como baje la inflación”, sostuvo.
Caída del recaudo
Uno de los grandes afectados por la posible desaceleración económica para el 2023 sería el recaudo tributario, la principal fuente de ingresos que tiene el Gobierno. Por ejemplo, para el 2021 este rubro representó el 13,8 por ciento del PIB y alrededor del 85 por ciento del total de sus ingresos.
Sin embargo, las cifras del recaudo se conocen solo unos meses después de cerrar el año y por ello los analistas estiman desde antes los ingresos que serán recibidos para proyectar el balance fiscal del país.
Para ello, se calculan las elasticidades del recaudo tributario al producto interno bruto (PIB), es decir, cuánto se incrementan o caen de manera porcentual los ingresos tributarios del Gobierno ante un aumento o caída de 1 por ciento en el PIB.
Según los cálculos de diferentes centros de pensamiento y analistas sondeados por este medio, los ingresos tributarios del Gobierno podrían caer entre 1,2 y 2,3 puntos por cada punto que deje de crecer la economía colombiana en el 2023. Este cálculo sin tener en cuenta lo que se llegue a aprobar en la reforma tributaria que se discute en el Congreso, que podría cambiar el panorama para el próximo año, y recordaron que Colombia seguiría creciendo, pero a un ritmo menor.
De acuerdo con las estimaciones de Anif, por cada punto porcentual en el crecimiento, el recaudo tributario podría hacerlo, en promedio, en 2,3 veces más que el producto. De este modo, el centro estima que si Colombia crece un 7 por ciento en el 2022, el recaudo lo haría a un nivel de 16 por ciento; sin embargo, si según su proyección para el 2023 el crecimiento es de 1,5 por ciento, el recaudo cedería terreno y aumentaría solo alrededor de 3,4 por ciento.
“Vale la pena recordar que impuestos como el IVA y renta son altamente susceptibles a los ciclos económicos. El IVA que recaudan casi todas las actividades, en especial el comercio, vería comprometido su crecimiento con una menor dinámica en ese frente. Por otro lado, una menor expansión del producto podría repercutir en una menor ocupación en el mercado laboral, lo que se traduciría en una reducción en el recaudo de impuesto de renta a personas naturales y jurídicas”, le dijo a este medio la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif).
En cambio, de acuerdo con Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, la elasticidad del recaudo al PIB es 1,2, es decir, una caída del 1 por ciento en el PIB implica una caída del 1,2 por ciento en el recaudo. Frente al próximo año –dice– que si el crecimiento está 2 puntos por debajo del potencial, por ejemplo, el recaudo debería caer 2,4 frente a ese potencial.
Sin embargo, señala que el recaudo tributario debería seguir creciendo frente al 2022 porque el PIB continúa en terreno positivo. “El IVA interno y externo, así como las retenciones de renta en las empresas, son los que caen más rápido”, indicó Mejía.
Hay que recordar que en medio de la discusión de la reforma tributaria que sigue su curso en el Congreso, el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, aseguró que el Gobierno debería tener en cuenta que se ha venido aumentando de manera significativa el recaudo durante estos años, por lo que no sería necesario recaudar los 21,2 billones de pesos que se buscan con el proyecto.
Desde la Andi sostienen que en el 2021 el total de recaudo estuvo en cerca de 160 billones de pesos, en el 2022 subirá a más de 200 billones de pesos y se espera que el 2023 se incremente a 242 billones de pesos. Sin embargo, con este menor crecimiento las proyecciones de recaudo podrían bajar.
“Esto significa que en solo dos años el recaudo se ha aumentado en 80 billones de pesos anuales, que en cuatro años suman más de 240 billones de pesos. Si se adicionara una reforma tributaria de 22 billones de pesos anuales, estamos entonces hablando de un incremento adicional de 75 billones de pesos”, aseguraron.
¿Cómo evitar que la desaceleración sea tan fuerte?
Para que la desaceleración de la economía colombiana no sea tan pronunciada en el 2023 como se prevé, analistas como Jorge Restrepo, profesor de Economía de la Universidad Javeriana, menciona medidas como la desindexación de todos los ajustes salariales y tarifas. Además, de aumentar la carga tributaria sobre las personas y no sobre las empresas.
“El impacto recesivo es mayor cuando la carga recae sobre las compañías, porque la inversión es más volátil. Lo segundo es cuidar la confianza de los consumidores y de los inversisonistas. También hay que reforzar la búsqueda de mercados porque en este contexto internacional es más difícil competir”, opinó.
El presidente Gustavo Petro afirmó hace unos días que la apuesta en estos momentos debe ser enfocarse en la denominada “economía popular”, que explica la mayor parte de los puestos de trabajo. “Esos puestos, en general, no son asalariados; es decir, tienen que ver más con criterios de asociatividad o de esfuerzo individual del ‘rebusque’, como así se denomina el ‘rebusque’; muy individuales y, por tanto, muy condenados al fracaso”, señaló.
Para Carlos Sepúlveda, decano de Economía de la Universidad del Rosario, lo primordial en estos momentos es trabajar para llegar a unos acuerdos políticos y técnicos en el marco de la discusión que se está llevando a cabo en el Congreso frente a la reforma tributaria. “En la medida en que las reglas del juego estén ya claras y que los acuerdos se concreten, ya se puede generar tranquilidad, mayor inversión y dinamización desde el punto de vista de consumo y en esa medida empezar a generar un ritmo distinto en cuanto al crecimiento”, señaló.
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