Durante el 2020, la vida quedó entre paréntesis por la pandemia. Más exactamente, quedó en cuarentena. La vida y, en particular, la economía. La producción se cayó y con ella, los empleos. Hasta los precios se estancaron. Luego, con las reaperturas, la producción y el empleo han rebotado, pero los precios también, tras estar contenidos por la represa de una demanda deprimida.
Así, la inflación, que en muchos países estuvo en niveles históricamente bajos, ahora siembra inquietud, y Colombia no es la excepción. Por eso la urgencia de actuar, como lo empezó a hacer el Banco de la República –encargado por la Constitución de garantizar las estabilidad de precios- al iniciar un ciclo de alzas en las tasas de interés.
Su gerente, Leonardo Villar, explica por qué los precios aceleran, los riesgos que eso trae, y la manera en que se está conjurando ese fantasma.
Las tres razones que empujaron los precios en Colombia y el mundo
Hace menos de un año la inflación anual estaba por debajo de 1,5 por ciento, y en menos de un año estamos en 4,51 por ciento. ¿Qué lo explica?
Eso es un fenómeno que se está viendo de manera generalizada prácticamente en todo el mundo. Incluso casos como el de Estados Unidos, con inflación prácticamente de cero el año pasado, en este tiene inflación más alta que Colombia: 5,3 por ciento. En los países latinoamericanos también se ha presentado este fenómeno, incluso en mayor grado que en Colombia. Hay casos extremos como Brasil, con niveles superiores al 10 por ciento.
"A qué se debe", es su pregunta. Diría que hay al menos tres razones. Una es lo que se conoce como un ‘efecto base’. En el primer momento de la pandemia, los precios bajaron fuertemente por la contracción de la demanda, y porque en algunos sectores particulares, servicios públicos por ejemplo, se redujeron las tarifas, como parte de la política para suavizar el impacto de la crisis sobre los hogares y las empresas. Una segunda razón ha sido el problema de abastecimiento de insumos a nivel mundial, asociado con la disrupción de las cadenas globales de valor y con el aumento enorme en los costos de transporte. Y en tercer lugar, el comportamiento mundial de los productos básicos, asociado en parte a problemas de oferta pero también al aumento muy acelerado de recuperación de la demanda, que ha generado un auge en los precios monumental. Lo hemos visto en el caso del petróleo, que lo tuvimos en 30 dólares el barril hace año y medio, y hoy está en 85. Pero también en casos como el carbón, cuyo precio se ha multiplicado por más de cuatro; el aceite, que subió más del 70 por ciento, y el de muchos cereales que han aumentado también de manera muy fuerte, que obviamente se trasladan en los precios de las importaciones, para un país como Colombia, y empiezan a afectar los precios internos.
¿Eso como se refleja en Colombia?
Las presiones de precios que vienen del resto del mundo se manifiestan en mayor grado, en la medida en que también internamente la economía se está recuperando muy rápidamente. De hecho, hoy tenemos una expectativa de crecimiento del PIB de 8,6 por ciento, muy superior a la que teníamos a comienzos del año. En un contexto de demanda creciente, es más fácil que se transmitan los precios altos de las importaciones y de los productos extranjeros a los precios internos.
Las presiones de precios que vienen del resto del mundo se manifiestan en mayor grado, en la medida en que también internamente la economía se está recuperando muy rápidamente
Además de precios de fletes y otros precios internacionales, ¿cómo afecta el dólar a la inflación, luego de terminar el año pasado en 3.400 pesos y estar rondando últimamente los 3.800 pesos?
Si comparamos la tasa de cambio de hoy con la de hace un año no hay realmente un aumento importante. Lo que sí ha sido fuerte frente a hace un año es el aumento de los precios internacionales medidos en dólares. La tasa de cambio ciertamente estaba al comenzar este año a alrededor de 3.400 pesos por dólares, pero hay que recordar que durante la mayor parte del año pasado, desde que empezó la pandemia estuvo en niveles como los actuales o, incluso, superiores.
Quienes hicieron el paro, con los bloqueos contribuyeron a que los precios subieran más. ¿Ese efecto se quedó o ya se devolvió?
El impacto de los bloqueos se dio de manera muy fuerte en los precios de alimentos perecederos en mayo, pero ese impacto se revirtió en buena proporción a partir de junio. En este momento, los precios de alimentos que más han aumentado son aquellos afectados por insumos importados. Por ejemplo los correspondientes al sector avícola, al sector porcino, que han tenido aumentos muy importantes como consecuencia del comportamiento de los precios internacionales de los cereales importados.
Qué riesgos hay, si la inflación coge impulso
Si los precios están impulsados por una demanda que repunta muy rápido, ¿una vez que la oferta se acomode y responda, la inflación se normalizaría?
Aquí hay dos temas para diferenciar: uno es qué va a pasar con los precios en dólares en el resto del mundo. La hipótesis con la cual está trabajando el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos es que el aumento en esos precios es transitorio, pero con duraciones diversas, dependiendo de distintos sectores. Se espera que esas presiones inflacionarias empiecen a ceder a partir del primero o del segundo trimestre del 2022. Y por eso, tanto el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos como el Banco Central Europeo han manifestado cierta tranquilidad sobre las perspectivas de mediano plazo en la inflación.
Otro problema diferente es lo que puede pasar en economías emergentes como la nuestra, que tienen tradiciones de inflación más largas, y en las cuales, si no actuamos de manera apropiada, sería más fácil que vuelva a incorporarse la inercia y la indexación de la inflación a niveles más altos de los que hemos visto en los últimos años.
¿Cómo actuar frente a ese riesgo?
Ante este riesgo se hace particularmente importante la credibilidad en las metas de inflación del Banco de la República a mediano plazo. Nosotros tenemos la tranquilidad de que, a mediano plazo, las expectativas de inflación se mantienen ancladas a las metas que tenemos de 3 por ciento. Pero la preocupación surge de que, a más corto plazo, a finales de 2021 se están mostrando inflaciones que pueden ser similares o superiores a lo que ya estamos observando de 4,5 por ciento, y eso puede afectar el proceso de formación de precios y generar una inercia, con impactos negativos, que vaya perturbando la credibilidad y la confianza en las metas del Banco de la República.
Las expectativas muestran, en general, que la inflación sería del orden de 4,5 por ciento este año, pero bajaría a niveles del orden de 3,5 por ciento el año entrante, y volvería a niveles de 3 por ciento en un periodo, digamos, de 2 años a partir de hoy. Sin embargo, eso requiere mucha confianza en que el Banco de la República va a hacer lo necesario para garantizar que eso sea así. Y así como hay expectativas de que la inflación va a bajar, también hay expectativas de que el Banco de la República va a reaccionar ante estos aumentos de precios que se vienen manifestando y va a cumplir con la función que le asignó la Constitución de garantizar que la inflación se mantenga bajo control. En efecto, hay expectativas de que la inflación va a bajar, pero también hay expectativas de que el Banco la República va a subir las tasas de interés y las va a ir ajustando a niveles más normales, que los que tenemos actualmente.
¿Cómo se puede entender la ‘inercia’, en términos muy gráficos?
La indexación es un proceso mediante el cual las empresas y las personas que fijan precios los ajustan a un ritmo similar al de los demás precios que observan en la economía. Este fenómeno lo tuvimos muy fuerte hace ya varios años, cuando la inflación en Colombia era de dos dígitos. El problema de este proceso es que genera un círculo vicioso que tiende a perpetuar el mayor nivel de inflación. La mejor manera de combatirlo es con credibilidad en que la inflación va a volver a los niveles establecidos por el Banco de la República.
El Banco afortunadamente tiene un altísimo grado de credibilidad en este aspecto, pero obviamente mantener esa credibilidad requiere actuar en consonancia, y normalizar la política monetaria cuando las circunstancias así lo exigen. Esto significa que el Banco de la República no puede mantenerse indefinidamente otorgando liquidez al mismo ritmo que lo venía haciendo, y a tasas tan extraordinariamente bajas como que las tuvo durante el periodo peor de la crisis.
Lo que ha anunciado el banco, de manera muy explícita, es que se va a mantener una política monetaria expansiva que ayuda a la recuperación, pero la magnitud de la postura expansiva de la política monetaria se va a ir moderando mediante un proceso en el que la tasa de interés se irá llevando hacia niveles más normales. Hay que recordar que hoy la tasa de interés está en niveles reales negativos, lo que quiere decir que la tasa de interés del Banco de la República está por debajo de la inflación, y eso, claramente, no es algo que sea sostenible indefinidamente.
Cuando la junta hizo la primera alza de las tasas, hace unas semanas, nadie o pocos protestaron ¿Usted tiene esa percepción?
Ahí hay dos elementos: uno, el banco, desde la junta de finales de julio, lanzó un mensaje muy claro de que estábamos próximos a empezar un ciclo de normalización de la política y, en parte por esa razón, la decisión de iniciar ese ciclo, y de ajustar la tasa de interés a finales de septiembre, era esperada por los mercados.
Y el otro elemento que hacía esperar la decisión es que todos los países medianos y grandes de la región ya habían empezado previamente a ajustar sus tasas de interés, y eso es muy importante recordarlo. México, Brasil, Chile, Perú, Uruguay, Paraguay empezaron a ajustar sus tasas de interés antes que Colombia.
Qué pueden esperar los s de crédito con el aumento de tasas
¿Cree que la transmisión de las alzas que vienen a las tasas de los créditos de la banca comercial será más rápida que la transmisión, el año pasado, de los recortes en los intereses?
La forma como se transmiten las tasas varía mucho, dependiendo de los tipos de tasas activas o pasivas que maneja el mercado. Típicamente la transmisión a las tasas de muy corto plazo en el mercado se ve casi de manera inmediata, y así sucedió el año pasado. Para las tasas de más largo plazo, la transmisión es más lenta y se ve afectada también por consideraciones de riesgo. Si se está en medio de una situación tan crítica como la que teníamos el año pasado, la reducción de las tasas de los créditos se ve moderada porque, en medio de una crisis, aumenta la percepción de riesgo sobre los beneficiarios de los créditos.
En el proceso que empieza ahora, el aumento de tasas se transmitirá más lentamente a los créditos de más largo plazo y es probable que esa transmisión se vea mitigada en la medida en que la percepción de riesgo de los beneficiarios está mejorando a la par con la rápida recuperación de la economía.
Lo que sería una buena noticia, para quienes están en este momento haciendo cuentas para tomar un crédito hipotecario...
Ciertamente. Uno de los objetivos más importantes de subir las tasas de interés es mantener la inflación bajo control, a mediano plazo, lo cual permite que las tasas de interés de mediano plazo se mantengan bajas. Eso suena paradójico pero es parte esencial del arte de la política monetaria.
Una última pregunta doctor Villar. Por la oleada inédita de renuncias de codirectores que no terminaron su periodo, hay una junta muy nueva. ¿Puede haber un cambio en la lógica de la toma de decisiones por un perfil de los que de un momento a otro es nuevo?
Por lo que he podido ver en mi relación con la junta que venía y con la nueva, los criterios generales se mantienen y no hay un cambio en el enfoque ni en la estrategia de política porque los objetivos del Banco son muy claros y el trabajo que hace es evidentemente técnico. Obviamente hay matices en cada codirector, como siempre lo hay entre cualquier par de economistas. Pero el proceso de discusión ha sido tremendamente armónico.
MAURICIO GALINDO
Editor de Economía
@galmau