Si Colombia hace bien los ajustes que requiere su economía a la vuelta de unos cuatro o cinco años podrá convertirse en la potencia latinoamericana que fue Brasil a finales de la década de los años 90.
Es la visión que tiene Daniel Lacalle, doctor en Economía y economista Jefe de la firma española de valores Tressis, quien interviene este jueves en el foro anual ‘Con la economía no se juega’, organizado por Corficolombiana.
Colombia tiene un enorme atractivo para los inversores extranjeros, pero es un gran desconocido en el mundo de la inversión, razón por la cual debe concentrar sus esfuerzos en dar a conocer esos atributos, dijo el economista en entrevista con EL TIEMPO.
¿Cuál es la lectura externa que se tiene hoy sobre Colombia?
Cuando empezó la pandemia las estimaciones de caída del PIB daban un riesgo mucho mayor al que al final nos hemos encontrado. Creo que en cierta manera Colombia ha sido capaz de sostener la economía mejor de lo que esperaba el consenso y eso es muy importante. Probablemente los inversores pecaron al pensar que su caída sería mayor y, por lo tanto, las estimaciones han sido más cautelosas, pero creo que el potencial de salida de la crisis es mucho más robusta que en el caso de economías comparables.
Por ejemplo, Colombia no cuenta con el nivel de riesgo político de Chile, si lo analizamos, de las grandes economías de la región donde se puede dar una mayor atracción, el país está entre los más beneficiados de un entorno con menor incertidumbre pasado el covid.
¿Qué debe hacer el país para aprovechar esa ventaja?
Soy un enamorado de Colombia, pero es un gran desconocido como país en el mundo de la inversión, falta más información sobre las oportunidades y las condiciones que tiene. Todo el mundo conoce Bogotá, su sector petrolero, pero me sorprende el avance espectacular de su sector tecnológico, hay un enorme potencial de talento emprendedor, mucho capital humano, pero falta a veces más información para que el inversor internacional tenga en su radar a Colombia como centro para invertir.
No es solo asegurar los tratados bilaterales o tener unos mínimos de seguridad jurídica donde Colombia cuenta con uno de los mayores niveles respecto a sus pares; también es la fiscalidad, pero luego todo eso hay que ponerlo dentro de paquetes informativos para que los inversores, cuando piensen en Latinoamérica, no hagan lo que muchas veces pasa: primero pensamos en Brasil y luego en cualquier otro país, sino que vean que Colombia debe ser el Brasil que se percibía a finales de los 90.
¿Ven las constantes reformas tributarias como un obstáculo para invertir?
En Colombia hay un gran problema con el concepto de reforma tributaria que está siempre ligado a más impuestos. El inversor quiere que haya estabilidad en cuanto al sistema fiscal, de tal manera que no esté orientado a sufragar el gasto público sino el crecimiento del país. Tiene que ser una fiscalidad, que siendo atractiva y a la vez no confiscatoria y orientada al crecimiento, genere mayores ingresos fiscales con mayor actividad.
Vale la pena trabajar en una reforma tributaria que incentive a la economía informal a entrar a la legalidad y a la tributación, pero si lo que se hace es subir los impuestos de forma constante a los formales, mientras los informales no tributan nada, pues pasa que los primeros no fortalecen su crecimiento ni su empleo y los segundos no mejoran.
Siempre que visito Colombia me preocupa escuchar a los economistas locales decir que el Gobierno tendría que subir el impuesto sobre las ganancias, sobre el consumo, pero esto tiene un efecto muy negativo en el consumo, el empleo y la inversión, cuando es mejor tener impuestos más atractivos y obtener mayores ingresos que generen empleo y consumo.
¿Cuáles son los sectores que acapararán la inversión extranjera en la región?
Yo identifico cinco grandes áreas: la infraestructura, donde los países latinoamericanos tienen un enorme potencial porque es una inversión que facilita la cohesión social, mejora la inclusión y la interconexión, no solo desde el punto de vista de la inversión privada sino también de colaboración público privada.
El segundo, todo lo que tiene que ver con la energía, el gran cambio tecnológico energético que se está dando, que en realidad tiene dos vertientes: una, el enorme potencial de las energías renovables, la sostenibilidad, sin olvidar el petróleo ni el gas, donde hay una oportunidad clave en Latinoamérica de inversión que fortalezca la sostenibilidad y la eficiencia tecnológica para mejorar los procesos y reducir la contaminación.
El cuarto es la inversión en hostelería y servicios de turismo, que aumente la capacidad de este sector en la región hacia un turismo menos estacional, más cultural, más sostenible y orientado a las nuevas demandas de la gente.
Y me atrevo a mencionar una quinta, la inversión tecnológica, pues en implantación de redes y extensión de servicios tecnológicos hay países que pueden hacer enormes cambios con relativa facilidad y rapidez. Como inversor pienso en qué áreas del mundo debería ir el dinero de los ahorradores e inversores norteamericanos y europeos, y lo primero que se me ocurre es Latinoamérica porque Asia ya está muy lejos de tener el potencial que tiene esta región.
¿Cuánto tiempo le tomará al país para que se lo perciba como el Brasil de antaño?
Muy rápido porque en los cinco sectores que mencioné, Colombia no es de mejorar un 20 o 30 por ciento, es de duplicar o triplicar. Si nosotros miramos en Latinoamérica hoy dónde vemos un potencial para duplicar o triplicar la presencia de sectores y de capital, en mi opinión es Colombia, pero muchas veces los extranjeros nos olvidamos de lo grande que es y nos olvidamos de las oportunidades que tiene. La transformación económica se puede hacer en cuatro o cinco años con una política fiscal y de atracción de capital, entre otros factores.
¿Qué peso tiene en las decisiones de los inversionistas los procesos electorales?
En Colombia las elecciones son muy importantes no porque haya una serie de candidatos sino porque haya candidatos que busquen cambiar todo el sistema colombiano. No es lo mismo que haya un debate entre dos candidatos, que teniendo ideas diferentes, mantengan unos principios básicos que propendan por mantener el sistema de libre comercio, el libre mercado y la libre empresa, a que aparezcan de repente radicalismos que busquen cosas que deberían estar olvidadas en la historia, entonces, no son tanto las elecciones sino qué elecciones hemos vivido.
En Chile (las elecciones) tenían un importante peso en la decisión de los inversores porque la elección era entre un modelo de país de crecimiento y empleo y otro extremadamente radical, más orientado a lo que podría ser Cuba o Venezuela, esa es la clave ahora mismo en Latinoamérica.
Una cosa es atraer capital y otra los mecanismos para retenerlos ¿qué hacer para estos permanezcan en el país?
Ahí la clave es el capital humano y el capital emprendedor que tiene Colombia, es decir, que el capital extranjero venga a financiar y a fortalecer proyectos de empresarios colombianos que están haciendo cosas. Muchas veces la inversión extranjera se olvida que esa inversión esté canalizada hacia empresas que pueden tener un porcentaje de capital extranjero, pero que en verdad son empresas de alma colombiana y de capital humano colombiano, al final es lo que queremos. Colombia tiene un importante capital humano, universidades muy buenas y universitarios bien preparados, lo que queremos es que esas personas tengan oportunidades en el país, creo que ahí lo que vendría bien es que haya leyes específicas de inversión y coinversión en start up, en negocios con capital humano colombiano para que se conviertan en las grandes empresas del futuro.
¿Cuál es ese mensaje que les deja a los empresarios colombianos en esta coyuntura?
Mi mensaje es sencillo: que seguir los experimentos de Argentina o Chile es muy peligroso porque la evidencia de que estos no funcionan, ni en recesión ni en crecimiento, ya es abrumadora. Lo clave es que ese tremendo y maravilloso capital humano con que cuenta Colombia tenga oportunidades para desarrollar sus empresas y se convierta en un país que alcance ese potencial que todos le vemos.
Por último ¿cómo se percibe a Latinoamérica en su conjunto?
Desde el punto de vista de los inversores y los mercados se percibe como un entorno de dos velocidades: por un lado, vemos economías como las de Argentina, México y Perú, que no solo están cayendo mucho más de lo estimado a inicios del 2020, sino que muestran una peligrosa tendencia a reducir las estimaciones de recuperación en el 2021 y 2022.
Por el lado más optimista, países como Brasil, Colombia, Chile, reflejan una caída similar a la estimada, no ha habido grandes reducciones a la baja en los últimos cuatro meses y se percibe que hay una capacidad de recuperación más fuerte que la de algunos países de la Eurozona o emergentes y eso es clave. Ahora, lo que cambiaría la percepción de los inversores sería aplicar medidas y políticas de atracción de inversión.
Las economías de los países de la región no han contado con el enorme espacio fiscal y las grandes inyecciones monetarias que han tenido, por ejemplo, la Eurozona, Estados Unidos, China o Japón; no obstante, tienen mucho más potencial de recuperación.
A veces el enorme espacio fiscal y la inyección de liquidez del banco central termina siendo más un freno para la recuperación de lo que nosotros pensamos, por lo tanto, lo que probablemente cambiaría esa percepción de Latinoamérica y de esos países que van a una velocidad más lenta, sería si se toman medidas de atracción de inversión, porque creo que hay un apetito enorme por naciones con potencial de crecimiento, con fuerte capacidad de atraer inversión y Latinoamérica en sí misma es un enorme entorno donde probablemente se podría atraer más inversión que nunca, pero hay que crear condiciones que sean medianamente atractivas de seguridad jurídica, de atracción de inversión y de condiciones fiscales.
CARLOS ARTURO GARCÍA M.