En días pasados leí que los 'millennials', nuestra generación, “es dueña de la nada y que el futuro está en nuestras manos; es decir, en medio de la nada”. Hay que entender que concebimos el mundo de forma diferente.
El hecho de independizarnos o formar una familia ya no es para nosotros sinónimo de comprar una vivienda porque lo que buscamos muchas veces es “mochiliarnos” el mundo. Somos nómadas en este siglo de conocimiento y sencillamente tenemos que adaptarnos a la era de la tecnología, y, en consecuencia, a las nuevas plataformas que hoy por hoy colonizan nuestro ADN posmoderno, ¿Plataformas como cuáles? Youtube, Netflix, Spotify, Airb&b por dar solo algunos ejemplos.
Tuve la maravillosa oportunidad de vivir en San Francisco, California (EE. UU.), y de las cosas que más me impactaron fue la forma cómo el tema de la vivienda es tan efímera y al mismo tiempo tan absurdamente costosa.
Pareciera como si la volatilidad del mercado de valores no afectara en ningún sentido los precios que se mueven con una fuerte tendencia alcista. Por 1,6 millones de dólares se puede comprar una casa sin grandes pretensiones en la ciudad más bohemia y cosmopolita de ese país.
Por otro lado, tenemos el ejemplo de Colombia, donde en ciudades como Bogotá y Medellín, el precio promedio del metro cuadrado de vivienda oscila entre los 3 y 8 millones de pesos…
Definitivamente, el estilo de vida que llevamos nosotros, los “detestables” 'millennials', se consolida conforme con la practicidad y a lo que nos convenga en términos económicos. Por ejemplo, el compartir un espacio con un roommate o compañero de habitación, y de esta forma repartir los gastos mensuales es una buena solución a esta trascendental decisión: la independencia, esa que tanto buscamos los jóvenes.
El mercado inmobiliario no es tan indispensable para nosotros, y por eso solo el 15 por ciento de los compradores de vivienda está representado por nuestra generación. Somos críticos, prácticos, obsesionados por las redes sociales, impacientes y consumistas. La generación más conectada, a veces pesimista, a veces optimista, dueña de la nada para algunos, colonizadora del todo para otros. ¿Una generación perdida? ¡No! Una generación en búsqueda de la libertad absoluta, una generación que es más y va más allá de un filtro de Instagram.
MARÍA CAMILA ORTIZ SERRANO
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
*Comunicadora social